Camino de Santiago

¿Culpable o inocente?: La ciencia puede determinarlo mejor que un juez

Un nuevo método diagnóstico realizado con un escáner es capaz de determinar si un criminal era consciente o no de sus actos cuando cometió el crimen. Quizá pronto en algunos juicios se reclame la asistencia de un perito neurológico: es la llamada «neuroley»

Miguel Ángel Muñoz, de 41 años, acudió ayer a la Audiencia Provincial de León a petición de su abogado para preparar su declaración, que tendrá lugar hoy
Miguel Ángel Muñoz, de 41 años, acudió ayer a la Audiencia Provincial de León a petición de su abogado para preparar su declaración, que tendrá lugar hoylarazon

Un nuevo método diagnóstico realizado con un escáner es capaz de determinar si un criminal era consciente o no de sus actos cuando cometió el crimen. Quizá pronto en algunos juicios se reclame la asistencia de un perito neurológico: es la llamada «neuroley»

Lo llaman «neuroley», con esa pasión por las etiquetas cortas y contundentes que suelen profesar los científicos de Estados Unidos. Pero en esa ocasión no andan desencaminados con el nombre. Puede que pronto en algunos juicios se reclame la asistencia de un perito neurológico que certifique, escáner e mano y con datos científicos casi inapelables, si el reo es consciente de la gravedad de sus actos, si el criminal ha cometido su delito de manera premeditada o fue presa de una negligencia, un momento de ofuscación o rapto de locura.

Científicos del Centro de Investigación Carillion de Virgina Tech han descubierto que una imagen cerebral puede determinar exactamente el grado de consciencia en sus actos de una persona que ha cometido un crimen. Las implicaciones de este descubrimiento son evidentes desde el punto de vista penal: en muchos ordenamientos jurídicos del mundo, la condena puede ser muy diferente para casos de delitos conscientes o para casos de enajenación mental y negligencia.

El hallazgo ha sido publicado en la prestigiosa revista «Proceedings of the National Academy of Sciences». De momento, no implica ningún cambio en los procedimientos judiciales habituales. No se espera que, a corto plazo, estas técnicas puedan aplicarse en sede judicial. Pero abre una nueva vía de desarrollo a la llamada «neuroley», es decir a la conexión entre la ciencia neurológica y los procedimientos y normas legales. De hecho se trata de la primera evidencia científica seria que avala que existen diferencias neurobiológicas detectables en el cerebro de una persona en función de su grado de consciencia o inconsciencia a la hora de realizar una acción determinada.

El estudio ha contado con la participación de 40 personas a las que se escaneó el cerebro mientras realizaban una acción sencilla. Tenían que decidir si pasaban una maleta cuyo contenido era secreto por la frontera. En algunos casos se les decía que la maleta estaba vacía, en otros se les comentaba que estaba llena de droga y en otros directamente no se les informaba sobre el contenido.

Utilizando un método de imagen funcional no invasivo y tecnologías de inteligencia artificial, un programa informático fue capaz de detectar cuándo los voluntarios sabían que iban a cometer un delito, es decir, la máquina, simplemente observando el cerebro de los pacientes, sabe si ese paciente pertenece al grupo que está pasando la maleta llena de drogas a conciencia.

Por el contrario, también fue capaz de identificar si un individuo había pasado una maleta llena de drogas sin conocer su contenido. El trabajo se basa en el conocimiento de que existen estados neurológicos alterados correspondientes a la sensación de culpabilidad.

En principio, estos estados sólo pueden detectarse justo en el momento en el que un delincuente está cometiendo su delito. Pero la técnica puede ayudar también a la resolución de crímenes a posteriori. ¿Qué pasará cuando se analicen 4.000 cerebros en lugar de 40? ¿Aparecerán patrones comunes de estados mentales propios de las personas con mayor propensión a cometer delitos? ¿Se pueden estimular o evitar esos estados mentales mediante el uso de medicamentos? Imaginemos que se detectan las claves neurológicas del sentimiento de culpa: ¿podrían crearse medicamentos que lo potenciaran y que se dieran a personas especialmente propensas a prácticas de riesgo o descuidos negligentes? En realidad, el trabajo tiene mucha más miga que la simple ayuda a la hora de esclarecer un delito. Descubrir las bases neuronales de la conciencia delictiva puede hacernos ver que no existe el blanco y el negro en esta área y que cuando tomamos decisiones que bordean las leyes establecidas un porcentaje importante de la decisión se genera en lugares del cerebro que no son plenamente conscientes.

El perfil, clave en el juicio por el asesinato de la peregina

¿Cuplable o inocente? En esa misma tesitura también se encuentra Miguel Ángel Muñoz, acusado de asesinar a la peregrina estadounidense Denise Pikka Thiem el 5 de abril de 2015 en León. Hoy tendrá que comparecer ante el juez de la Audiencia Provincial de León. «Él tiene un perfil psicológico de persona que vive apartada. Pero si se impone la razón y la justicia yo espero que salga libre, sinceramente», aseguraba ayer su abogado Vicente Prieto, quien espera «sinceramente» que su cliente salga libre, mientras la acusación ve claro que «sólo quien la mató podía conocer ciertos detalles». Además avanzó que el acusado responderá hoy a las preguntas de todas las partes y reiteró que existía cierta urgencia por cerrar el caso y que a su cliente se le implicó debido a su perfil. En cuanto a la declaración en la que confesó haber matado a la peregrina, su letrado recalcó que cuando fue detenido se declaró inocente. «No sabemos qué ocurrió entre la primera declaración, en la que dijo que era inocente, y la segunda. Trataremos de averiguarlo a través de los informes jurídicos y psicológicos», añadió. Según dijo, su cliente conocía la ubicación del cadáver porque hacía ejercicio por la zona y ya le había llamado la atención el olor, así como que tenía en su poder los algo más de mil cien dólares que pertenecían a la peregrina «porque se los encontró y como nadie los reclamó, se los quedó».