Desapariciones

Inspeccionan de nuevo la casa de Manuela Chavero

La Guardia Civil tomó, además, declaraciones a testigos. La familia cree que la desaparecida «es incapaz de relacionarse con gente peligrosa»-

Pasados ya más de tres meses desde que se perdió su pista, la familia de Manuela –en la imagen su hermana Emilia y el marido de ésta, José Moreno– sigue aferrada a la esperanza de dar con ella
Pasados ya más de tres meses desde que se perdió su pista, la familia de Manuela –en la imagen su hermana Emilia y el marido de ésta, José Moreno– sigue aferrada a la esperanza de dar con ellalarazon

La Guardia Civil tomó, además, declaraciones a testigos. La familia cree que la desaparecida «es incapaz de relacionarse con gente peligrosa».

El caso de Manuela Chavero, la mujer desaparecida el pasado 5 de julio en la localidad pacense de Monesterio, está lejos de enfriarse, o de pasar al olvido, tal como temían los familiares. Según fuentes conocedoras del caso, la Guardia Civil inspeccionó el pasado martes de nuevo la casa de Manuela, la misma en la que se encontraba la mujer, de 42 años, cuando se perdió su pista, y en la que, según los primeros indicios, no fueron forzadas puertas ni ventanas. Del mismo modo, para el día de ayer estaba prevista una toma de declaraciones. Con todo, las citadas fuentes no aclararon si se trata de personas ya interrogadas con anterioridad o de nuevos testigos relacionados con la desaparición.

Son las últimas novedades de un caso que se suman a la publicada ayer en LA RAZÓN. Según pudo averiguar este periódico, y sin descartar otras hipótesis, la Guardia Civil ha centrado sus indagaciones en un individuo, de carácter violento, que habría tenido relaciones con Chavero. Este sospechoso viviría en la zona y habría mantenido contacto a lo largo del tiempo con la desaparecida a través de redes sociales. Según los investigadores, al enterarse de que la mujer establecía contacto con otras personas, se habría sentido «engañado» y habría sido preso de los celos. Así, la inestabilidad de su carácter habría dado pie a consecuencias imprevisibles.

Por su parte, la Delegación del Gobierno en Extremadura quiso matizar ayer que la Comandancia de la Guardia Civil de Badajoz está investigando a «cuatro o cinco sospechosos» por la desaparición y que se manejaban «varias hipótesis», a las cuales se les estaba dando la «misma importancia».

La familia de Chavero no quiere «ni confirmar ni desmentir» la noticia publicada por este diario, y está a la espera de recibir informaciones por parte de la Guardia Civil, pues temen que se pueda «poner en peligro» la investigación. En todo caso, Emilia, hermana de Manuela, y su marido, José Moreno, afirman que la desaparecida «lo único que usaba era el WhatsApp de su teléfono. Jamás ha utilizado redes sociales. Y tampoco tiene ordenador. En su casa, sólo está el de su hijo. De hecho, a veces necesitaba ayuda cuando tenía que trabajar con él».

Es cierto que Manuela, que se encontraba en trámites de separación y que tiene dos hijos, tenía sus amistades. «Pero me extraña que se haya relacionado con personas raras. No creo que mi hermana sea capaz de relacionarse con una persona peligrosa. ¿Que existe esa persona y yo no la conozco? Eso ya no lo puedo decir», insiste Emilia, que hace hincapié en el que es su único deseo: «Quiero a Manuela viva, con nosotros». Es cierto que la familia tiene sus sospechosos, pero jamás los van a revelar. Lo que sí tienen claro es que la mujer no se fue de casa por voluntad propia, y que la persona responsable de su desaparición actuó con la máxima premeditación: de todos los días de la semana, el domingo –y especialmente de madrugada– es en el que la zona por donde vive Manuela permanece especialmente desierta. El hecho, además, de no apreciar signos de violencia en la casa no haría más que reforzar este punto: si aquella noche se presentó una persona con el objetivo de hacerle daño, Manuela tenía que conocerle.

El teléfono de Manuela, que fue hallado posteriormente en la vivienda –junto a todas sus pertenencias: la cartera, las llaves, toda su ropa...– lleva en poder de las autoridades desde el primer momento y hasta el día de hoy. La última conexión de su móvil se produjo a la 1:55 horas. Y es que, poco antes, había iniciado una conversación con un amigo a través de WhatsApp que se vio interrumpida en ese mismo instante, al no obtener éste respuesta alguna de Manuela. En todo caso, la Guardia Civil interrogó a esta persona y, en principio, se descartó cualquier implicación en los hechos por su parte. También se investigó al marido de Chavero que, durante la noche de aquel 5 de julio, protagonizó un incidente en un bar de Sevilla, ciudad en la que vive con los dos hijos de la pareja.

A día de hoy, la familia desconoce si las pruebas halladas en la batida celebrada en Monesterio el pasado día 15 han arrojado luz sobre el paradero de Manuela. Entonces, y tal como adelantó este periódico, fueron encontrados, entre otros objetos, un pantalón de mujer y una llave. Fue el resultado de ocho horas de intensa búsqueda, sobre un terreno que abarcaba más de cuarenta kilómetros cuadrados –27 de ellos lineales–, y en la que se emplearon más de 300 efectivos, entre voluntarios, personal de Protección Civil, bomberos y Guardia Civil. No fueron las únicas pistas que se encontraron, pero sí de las pocas que no se descartaron a los pocos instantes. Y es que, algunos puntos de la batida, como la zona de Arroyo de la Dehesa, cuentan con un vertedero cercano, por lo que no es raro encontrar todo tipo de objetos.