Toros

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La onda expansiva José Tomás

El diestro de Galapagar torea esta tarde en Jerez junto a Juan José Padilla y José María Manzanares la corrida de Núñez del Cuvillo.

El madrileño José Tomás, concentrado y con la mirada fija hacia abajo, antes de torear vestido de luces
El madrileño José Tomás, concentrado y con la mirada fija hacia abajo, antes de torear vestido de luceslarazon

El diestro de Galapagar torea esta tarde en Jerez junto a Juan José Padilla y José María Manzanares la corrida de Núñez del Cuvillo.

Quedan más de 24 horas y nos separan 620 kilómetros para el día y la hora (Cuestión de minutos quizá cuando este texto llegue a sus manos). La elegida. Él decide. Él manda. Luego el resto del planeta cuestionamos. Pero a estas alturas de la partida sólo José Tomás es dueño de su destino, al menos hasta que se abre el portón de los miedos y entonces habla el rito y el idioma se antoja ininteligible para la mayoría de los mortales. Entre esa tiniebla inasible se hablan ellos, toro y torero. Jerez, primer destino elegido para la vuelta de José Tomás después de un año en blanco en tierras españolas. Atocha es otra película hoy y son las once de la mañana. Mañana del viernes, que quede claro. Hay un motivo común que lo guía todo. En estos tiempos en los que hablar de toros parece llevar implícito el pecado. Libéranos del mal. Y encaminados a esa liberación, con la venta en bloque del abono jerezano la peregrinación comienza antes. Morante, Talavante y López Simón con la de Zalduendo hacen de cebo. Y como para no caer.

Reconoces caras y sobre todo conversaciones. Todo fluye. A José Tomás se le pueden negar muchas cosas. Y es verdad que Jerez es plaza de escasa responsabilidad y buen corazón torero. El primer punto de partida y poco más se sabe además de ese 24 de junio en Alicante. Pero la onda expansiva del torero sigue intacta. En apenas 24 horas acabó con el papel. Los precios de los hoteles son prohibitivos y buscar restaurante o taxi en Jerez a estas alturas de la película roza la heroicidad. Y a la gente se la ve feliz. Hay algo ahí de búsqueda y encuentro que tiene poco que ver con los números y mucho con alimentar el alma. Se mira al cielo, parece que el tiempo no acompaña, y en esa cuenta atrás, se hace repaso de lo que hemos dejado atrás en tiempo reciente. Cuentan las crónicas que fracasó en Plaza México y quién sabe si por eso le vemos hoy aquí. Vuelve a la tierra. Y cada uno a lo suyo. Apurando las horas. Y los negocios. Que se lo digan a la reventa. Todo y nada vale. Lo que cada uno quiera pagar. El «No hay billetes» ya estaba asegurado. Luego el toro dispone, y las emociones que son las que mantienen viva esta locura para cuerdos y locos.