Toros

Sevilla

Los duelistas

López Simón da una manoletina al último toro de la tarde
López Simón da una manoletina al último toro de la tardelarazon

Castella y «Guajiro» volvieron a encontrarse en la Maestranza como si fuera el combate obsesivo de los duelistas de Ridley Scott. «Guajiro» se llamaba también el toro de El Pilar, el toro de la feria de hace seis años al que el francés cortó una de las dos orejas que llevaba colgando en las embestidas largas y profundas. No era de ese tipo el «Guajiro» de ayer, que estaba justo de fuerza pero tenía un pitón izquierdo de caramelo, nata y nueces. Se fue, sin embargo, el segundo «Guajiro» sin más gloria ni pena que la ausencia de combate. «Guajira» es una de las vacas de insigne simiente de la familia Fraile. Otro hermano de madre fue uno de los toros grandes de la feria de Bilbao de 2011, lo toreó «El Cid» y corrió una suerte más o menos pareja a la del laureado «Guajiro» de Sevilla. El otro duelo –si no es un exceso hablar de duelo en este caso–, lo libró Castella con López Simón, los dos toreros acartelados en un mano a mano más del gusto de Madrid que de Sevilla. Esa partida se la llevó el torero madrileño, echando dos orejas al esportón –una y una– cobradas con dos toros a los que consiguió meter en la canasta ya al final de faena, cuando parecía que no había agua que sacar del pozo. López Simón está viviendo sus días felices. Madrid lo catapultó el año pasado con tres puertas grandes que le costaron sudor y sangre. Pero también ha tenido López Simón su sima, su momento de sombras y fantasmas. Le contó a José Enrique Moreno hace unos días en la Maestranza que en esos días de fantasmas en los no quería ni coger una muleta se lo llevó un amigo ganadero al campo y después de beberse una botella de vino acabó apartando una vaca con el coche y toreando para él en la soledad de la dehesa. Botella salvífica, duelo vital, que puso otra vez en el camino a un torero al que le quedan muchos kilómetros.