Pacientes

La leucemia linfática crónica, hacia un futuro sin quimio

Importantes avances en un nuevo tratamiento biológico mucho menos agresivo

El doctor Francesc Bosch, en el centro de la imagen
El doctor Francesc Bosch, en el centro de la imagenlarazon

La leucemia linfática crónica camina hacia un futuro sin quimioterapia gracias a los avances en un nuevo tratamiento biológico mucho menos agresivo y de gran tolerancia que cronifica esta enfermedad, garantizando una excelente calidad de vida a los pacientes, según informa Efe.

El estudio Resonate II ha presentado sus resultados actualizados en la 58ª reunión de la Sociedad Americana de Hematología (ASH, por sus siglas en inglés), que reunirá hasta el martes a 27.000 especialistas en esta materia en la ciudad estadounidense de San Diego (California).

La linfática crónica, el tipo de leucemia más frecuente en España, ataca a la médula ósea y los órganos del sistema linfático con una incidencia de 3,7 por cada 100.000 personas y 2.000 casos detectados al año en España, la mayor parte en hombres con una edad media de 65 años.

Ello hace que casi la mitad de los enfermos no pueda aspirar al tratamiento estándar con quimioterapia por su agresividad y toxicidad.

Así lo detalló en un encuentro con periodistas el doctor Francesc Bosch, jefe de servicio de Hematología del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, quien explicó que una tercera parte de los afectados no requiere de tratamiento por presentar una evolución indolente, «muy tranquila».

En otro tercio de los diagnosticados, la enfermedad también tiene una evolución sin dolor pero progresa y necesita tratamiento, mientras que el resto ya sufre esta patología en grado agresivo.

Para estos dos últimos grupos, ibrutinib, un inhibidor de la Tirosina Quinasa de Bruton (BTK, por sus siglas en inglés), necesaria para la maduración de las células implicadas en algunos cánceres hematológicos, se presenta ya como una alternativa a la quimioterapia.

El fármaco, recientemente ampliado a pacientes que no han sido previamente tratados, permite controlar la enfermedad con un perfil de seguridad mucho mayor, «se puede dar a todo el mundo», independientemente de su edad, y con una tasa de eficacia «muy alta».

Su gran inconveniente, el precio -en Estados Unidos es de 6.000 dólares al mes-, por lo que el reto en España, donde ya está aprobado y queda pendiente la negociación de su coste, pasa por cómo afrontar el impacto sobre el Sistema Nacional de Salud (SNS).

«El diagnóstico del SNS es difícilmente sostenible a menos que se hagan medidas de soporte a un bien sensacional que tenemos, que es un sistema universal y gratuito para todo el mundo», lamentó Bosch.

Otras desventajas son «algunas toxicidades peculiares», aunque el porcentaje de pacientes intolerantes es muy bajo, y conseguir que los enfermos, normalmente de edad avanzada, no olviden tomarlo, pues «se da de por vida».

«Es la demostración de que cronificamos la enfermedad», aseguró este doctor, que destacó que «en estos momentos la tendencia es pensar en el fin de la quimioterapia».

No obstante, precisó que, aunque «cronificar es un buen paso», lo ideal es «curar la enfermedad».

Así, el futuro pasa por combinar estos fármacos biológicos para intentar curar la enfermedad, para lo que un equipo de 20 hospitales españoles ya está trabajando en ensayos de ibrutinip con un anticuerpo monoclonal en primera línea para intentar acercarse a la curación, en palabras del especialista.

La actualización introducida en este fármaco arroja una tasa de progresión de la enfermedad del 30 % en cinco años, de manera que en ese periodo seis de cada diez pacientes a los que se le está administrando ibutrinib (Janssen) lo siguen recibiendo.

A tres años, el nivel de supervivencia libre de progresión es del 85 %, lo cual quiere decir que solo un 15 % está fuera de tratamiento.

«Esto con quimioterapia no lo conseguiríamos ni en sueños», enfatizó Bosch.

Efe