Santiago de Compostela

Andrea y la Jurisdicción voluntaria

Antonio Lago y Estela Ordóñez, los padres de Andrea.
Antonio Lago y Estela Ordóñez, los padres de Andrea.larazon

Me ha impactado la historia. En realidad es un hecho Jurídico para mí en este blog, de los padres que han utilizado la vía de la Jurisdicción voluntaria para pedir que su hija de doce años pueda marcharse y, por lo que dicen, dejar de sufrir.

El dilema del aborto, de la eutanasia, de la vida y de la muerte, del amor y del dolor otra vez.

Entre esto, la guerra de Siria y los refugiados, se me han venido encima otros hechos jurídicos en los que participé, y que me han marcado.

La jurisdicción voluntaria es desde el derecho un procedimiento especial, en el que se acude al juzgado en petición de alguna decisión que tenga que ver con determinados temas, en lo que aquí me interesa, temas sobre la persona, como por ejemplo la esterilización de discapacitados psíquicos. Y ahí está alojada en Santiago de Compostela, la decisión sobre Andrea.

Parece que desde el punto de vista de los médicos, el problema se sitúa en la ética, mientras que desde el punto de vista del derecho se sitúa en “la jurisdicción voluntaria “ y en los artículos 156 ss. y concordantes del Código Civil.

El Derecho no se basa en la Ética, el derecho se basa en la Ley que una sociedad decide darse de acuerdo con unos métodos de producción de normas, que se llaman “fuentes del derecho”. Para un sistema de derecho de Familia occidental, esto viene de las Leyes aprobadas en el parlamento, para otros sistemas de base canónica, el parlamento no tiene nada que ver con la Ley, o incluso ni existe parlamento, existe el libro Sagrado como fuente de todo derecho. Lo ultimo que tenemos por aquí, dicho por un prelado, es que ni el Papa puede declarar disoluble el matrimonio.

Hace muchos años, comienzo mis recuerdos, interpuse como abogado la primera querella criminal por delito de aborto contra un Director de hospital de la Seguridad Social y contra tres madres que habían abortado. Con el paso de los años me he ratificado en que aquella Ley fue un fraude de Ley, que dio lugar a la banalización del aborto y por consecuencia, de la vida humana. Lo cierto es que los supuestos de aborto investigados allí no se tenían en pie desde el punto de vista de la propia Ley.

Habían sido mal hechos mal practicados, mal preparados y no se habían cumplido los requisitos pedidos por la Ley. Hice declarar a las tres mujeres a presencia judicial. Una de ellas cuando llegó su momento, era una mujer de edad avanzada, del mundo rural, que presentaba una enfermedad degenerativa en las extremidades inferiores, de tal manera que no podía prácticamente caminar, ni subir a estrados para sentarse y comenzar. Así que me vi, lo recuerdo hoy como en una película, ayudándola a subir cogiéndola por el brazo y a sentarse en el sillón de la declaración, yo que iba a hacerle las preguntas y que buscaba un pena. Me sentí como el verdugo de Berlanga, sentando a aquella mujer en una silla eléctrica, y decidí que jamás iba a juzgar a ninguna mujer que abortase. Estaba claro que aquella mujer había abortado a su pesar, y solo me inspiraba respeto.

Hace muchos años también me vi obligado a participar en dos decisiones duras porque implicaban separar a dos hermanos. La primera pareja había sido sustraída a Siria: El varón volvió para España, y la niña se quedó en Siria. NO he vuelto a saber nada mas de ella, y todos los días espero que siga viva; en otro caso dos mellizos, un niño y una niña , la niña presentaba una enfermedad y tenía que ser alimentada por un catéter instalado en la barriga al que se conectaba una jeringuilla enorme cargada de papilla, la niña se quedó, el niño se marchó con su padre. ¿Discutibles decisiones? Por supuesto, pero nuevamente volví a ratificarme en que mi juicio era no juzgar a nadie sobre las decisiones relacionadas con sus seres queridos.

En los dos casos había motivos de peso para hacer lo que se hizo y no podemos controlar la vida ni el destino ni las circunstancias de nuestros hijos.

En los periódicos leo la voluntad de los padres y la de los médicos del hospital, que no parecen conciliadas, pero no leo la voluntad de Andrea, ni siquiera sé si puede hablar o comunicarse, y veo que el procedimiento de Jurisdicción voluntaria sigue para adelante, como no podía ser de otra forma. Tampoco leo el informe del Defensor del Menor, que es el ministerio Fiscal , y que además representa al estado y al interés de la niña; no se si la niña quiere morir o si está capacitada para ser oída sobre esto o si tiene madurez de Juicio en caso de que pueda ser oída.

Mi instinto, mi ética, me lleva por el camino mas duro, que es un sí a la vida, especialmente de los mas indefensos, pero ya he dicho que esto aquí no es cuestión de Ética sino de jurisdicción voluntaria; yo no puedo juzgar a estos padres ni dejar de comprender su petición, ni su angustia, el umbral del dolor es diferente para cada persona, ni puedo dejar de ver el enorme amor que hay en ellos hacia su hija. Dicen que los padres no estamos preparados jamás para ver morir a nuestros hijos, puedo imaginar una parte de lo que sienten y que traspasan a esa Jurisdicción voluntaria que camina inexorablemente hacia su dolor, sea cual sea la decisión que el Juez, al que también vaya todo mi respeto, adopte.

Andrea Maitea, mutxu bat. Querida Andrea, un beso.