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La baronesa Thyssen venderá «Los caballos», de Degas, antes que sacrificar «Mata Mua»

Si por la baronesa fuera no se desharía de ninguna obra, y lo remarca una y otra vez, pero llegado el caso (y parece que llegó) vendería un pastel sobre papel de Degas de su colección, una de las piezas más queridas. Quizá ya tenga comprador y será independiente del acuerdo al que llegue con el Ministerio de Cultura. Hasta el 30 de abril tienen tiempo de entenderse

«Caballos de carreras en un paisaje», de Edgar Degas, pastel sobre papel de 1894
«Caballos de carreras en un paisaje», de Edgar Degas, pastel sobre papel de 1894larazon

En la distancia corta Carmen Cervera es un personaje. Y en la larga, también. No come en exceso, pero tampoco se priva de un buen bocado ni de una copa de Ribera de Duero. Es tauro y, aunque tenga pronto, olvida al poco tiempo. Que se lo pregunten a Guillermo Solana, director artístico de la colección Thyssen, con quien acaba de firmar la paz tras un desencuentro reciente por un «qué colección es más importante, la del barón Thyssen o la de la baronesa». El 30 de abril expira el plazo dado de tres meses entre el Gobierno de España y Carmen Thyssen para llegar a un acuerdo sobre la permanencia de sus obras en suelo español. «Estamos en buena negociación», responde a la primera cuestión. Y echa la vista atrás y recuerda que batalló sin tregua para que sus cuadros se quedaran en España: «Yo quería que estuvieran aquí, pero a los hijos de Heini no les importaba nada venderlos. Fueron siete años de lucha. Renuncié a mi legítima como esposa para que no se salieran con la suya, y es más, los regalos que me hizo mi marido los tuve que descontar en el reparto de la herencia», cuenta. Estamos hablando de un inmenso grupo de unas 800 obras que «si salía a subasta iba a romper el mercado durante unos cuantos años. No podía permitir que se vendiera y la historia de la colección acabó como un cuento de hadas y no dispersa», añade. Las casas Christie’s y Sotheby’s realizan una tasación cada dos años, de ahí que en la reciente presentación de la exposición de obras maestras del Museo de Budapest, Carmen Cervera hablara de una valoración de mil millones.

Seguimos con el acuerdo que está aún pendiente y la necesidad de liquidez: «No quiero vender ‘‘Mata Mua’’», y dos segundos después rectifica: «No vendo ‘‘Mata Mua’’, pero sí otro, ‘‘Los caballos» (‘‘Caballos de carreras en un paisaje’’), de Degas, que es una de las obras que más quiero. Prefiero sacrificar ésta al Gauguin», un lienzo que para ella representa demasiado, «que no me suelta», dice, y que ha comprado dos veces.

- Pagar medio millón

«No debo nada a Hacienda», deja caer, y desvela que paga medio millón de euros anuales a Hacienda en España. Tiene que mantener a los abogados y cubrir otros gastos y los derivados de la colección, «que es lo que más quiero», agrega. Esa necesidad de «cash» es lo que le ha hecho verse abocada a tomar una decisión con respecto al pastel de Degas: «Seguramente lo pondré en venta. O bien antes o después de llegar a un acuerdo porque nada tiene que ver con la negociación. Lo puedo vender hoy o mañana o cuando quiera porque por eso es mía la obra y tengo plena libertad para hacerlo. Heini me dijo que no vendiera los cuadros, es lo único que tengo y me resulta doloroso hacerlo», dice en un tono un tanto tristón para acto seguido apuntar: «Estoy con ganas de que salga ya». ¿Y qué precio podría alcanzar? Se resiste a responder porque no le gusta hablar de dinero, dar cifras o mentar cantidades: «Va por el precio del Constable». Y hacemos un cálculo rápido: se vendió en verano de 2012 por 28 millones de euros. Podría rondar esa cifra, aunque apostilla Guillermo Solana que «el que sea un pastel no le resta valor, pues puede ser tan apreciado o más que sus óleos». Ha recibido varias ofertas de particulares extranjeros y «es lo que estoy barajando».

Una de las situaciones que Carmen Cervera percibiría como «ideales» en cuanto al futuro acuerdo aún pendiente de cerrar es la percepción de un alquiler, opción que tuvo en la yema de los dedos y a la que renunció cuando la ministra de Cultura González-Sinde se la ofreció. «Me hubiera solucionado bastante, pero me eché para atrás». Otra es la venta, que fue el ofrecimiento que puso sobre la mesa Carmen Calvo, pero la cantidad no era ni de lejos la que estaba en la cabeza de la baronesa. Dos oportunidades fallidas, aunque a lo que no renuncia es a poder sacar cierta cantidad de obras para exponer fuera de España y por las que podría percibir un alquiler. Solana apunta a América como tierra de promisión: Los Ángeles, Washington, Dallas... «donde ella me diga que quiere hacer una exposición yo voy a moverlo para que se haga realidad», responde solícito. Ella no quiere descartar Abu Dhabi, donde se levantará en breve una pléyade de centros de arte «y donde están el Louvre y el Guggenheim. La calidad de mis obras nada tiene que ver con la colección que yo tengo», explica y suelta una perla: «En Málaga he creado un museo en un entorno de ratas». Se refiere al centro de arte que lleva su nombre en la ciudad andaluza.

Pide, y esto lo subraya varias veces, que se cumpla el acuerdo firmado y suscrito en 1999 (cuando Mariano Rajoy era ministro de Cultura) por el que tanto ella como su esposo quedaban exentos de tributar fiscalmente en España, un tema para al baronesa de capital importancia.

- Firma «in extremis»

La conversación salta de un tema a otro pero con la negociación en el punto de mira. ¿Se va a seguir renovando como hasta ahora? «No quiero que se haga año a año porque no me parece serio. Quiero uno que dure de 15 o 20 y que existiera la opción de compra. Para eso tenemos que reunirnos las partes y cerrar el acuerdo. Se ha de consolidar por mis herederos, porque tengo cierta edad y porque pienso en el futuro». Solana toma la palabra: «Yo creo que se van a apurar los plazos y se va a firmar en el último momento, con condiciones más flexibles para la baronesa y sin estar sometidos a restricciones». Las conversaciones de septiembre estuvieron a punto de cerrarse (hablan de «boceto de acuerdo») con un acuerdo que contentase a la baronesa, sin embargo, algo se torció. «No creíamos que se iba a llegar tan lejos en la dureza y se dijeron cosas que no se querían decir. Deseo que viajen las obras y hemos propuesto fórmulas», desvela el director artístico. Ella añade que quiere que todo quede por escrito para evitar problemas, pero, sobre todo, «tener un cierto reconocimiento, y eso no creo que se tan difícil de dar. Señores, yo quiero un poco de respeto». Y advierte de que durante todos estos años pretendientes no le han faltado: «Otros países ya me han tocado. Lo han hecho sus museos y ofrecido condiciones, no como ha hecho España». ¿Y Rajoy se ha interesado? «Tengo una buena amistad y siempre que nos vemos nos damos un abrazo, pero yo no soy de ir detrás de nadie».

Dice que es pacífica, «no sé lo que es ser rencorosa. Mi madre me decía que era poco observadora y por eso quizá no sea tan reflexiva como debiera». A los suyos los defiende y saca la cara por ellos. ¿Por qué Borja se echó atrás el mismo día de celebrarse la venta de una obra de Goya de su colección? Ella le quita importancia: «Ha mamado el arte. Hay gente que tiene gran poder de convicción. Él quería mucho ese cuadro y por eso se sacó de la subasta». Queda claro.

Andorra y las lealtades inquebrantables

El próximo 16 de marzo se inaugurará un nuevo Museo Thyssen en Andorra. Al frente estará su sobrino Guillermo Cervera, hijo de su fallecido hermano. «Lleva cuatro años preparándose. Ha estudiado en Londres y también en la Getty y en Francia. Yo sabía que se estaba preparando y al abrir un centro vi la posibilidad de que lo dirijiera y se lo comenté porque yo no tengo tanto tiempo. No habrá al frente una persona tan preparada como él», explica. Y de un Guillermo a otro. Ha sellado la paz con Solana tras un sonado desencuentro. Él rectificó sus palabras y se excusó en su momento y ayer lo volvió a hacer: «Nadie se cree que yo no aprecie tus obras. Retiro lo que dije en su momento. Amo la colección de Tita. No la considero ningún cuerpo extraño dentro del Museo Thyssen», para añadir que «haré todo lo que esté en mi mano para que los cuadros puedan viajar al extranjero. Por mí no va a quedar». Y según las declaraciones de uno y otro todo apunta a que, en efecto, la colección podría volver a viajar y presentarse en museos extranjeros. La baronesa tiene muchos gastos y para hacer frente a todos ha pensado incluso en alquilar sus mansión de Marbella, «cualquier cosa antes de vender», aunque la operación con el Degas esté en camino.