Museo Reina Sofía

El «Guernica» no se toca

El Museo Reina Sofía presenta hoy una de las exposiciones más esperadas alrededor del icono picassiano, que no sufrirá proceso de restauración, y que se convertirá en uno de los reclamos de la temporada

Furia y guerra. Uno de los bocetos preparatorios del «Guernica» (grafito y gouache sobre papel y tela, de 1937)
Furia y guerra. Uno de los bocetos preparatorios del «Guernica» (grafito y gouache sobre papel y tela, de 1937)larazon

El Museo Reina Sofía presenta hoy una de las exposiciones más esperadas alrededor del icono picassiano, que no sufrirá proceso de restauración, y que se convertirá en uno de los reclamos de la temporada.

«Piedad y terror en Picasso: el camino del Guernica». Ése es el título de la exposición que hoy se presenta a los medios coincidiendo con el 80 aniversario de que el Picasso pintó el mural y que ha levantado una enorme expectación precisamente por contener una de las obras fundamentales de la historia del arte, piedra angular sobre la que se levanta el Museo Reina Sofía, que acogerá la exhibición. Han sido muchos meses de trabajo por parte de los responsables del centro de arte. El sábado, con la noche ya entrada, se daba el visto bueno a las últimas obras colgadas. Misión cumplida parecía respirar el equipo, que no ha dejado ni una sola coma a la improvisación.

Las obras proceden de los museos de arte y colecciones más importantes (desde los fondos del Reina Sofía y de diversas colecciones privadas más de 30 instituciones como el Musée Picasso y el Centre Georges Pompidou, de París; la Tate Modern, de Londres; o el MoMA y el Metropolitan Museum, de Nueva York, que han realizado para la ocasión préstamos excepcionales) y entre ellas destaca una especialmente. Sobre todo para el director del museo, Manuel Borja-Villel, como él mismo reconocía ayer en las páginas de esta sección. Se refería a «Las tres bañistas» (1925), que se va a convertir en uno de los reclamos: «Solo ha salido una vez de Gran Bretaña y es realmente excepcional. Yo creo que fue la última hoja de préstamo que firmó Nicholas Serota antes de abandonar la Tate. Es una obra en la que por primera vez Picasso pinta una ventana, y la abre, sale de su hogar doméstico hacia un exterior que le aterra. Es un cuadro tan importante como ‘‘Las señoritas de Avignon’’. Te dan ganas de quedarte mirándolo», explicaba. Y él lo hizo. Eso fue el jueves. Durante un tiempo, el responsable del museo, como un visitante más, se plantó delante y miró largamente a ese trío de bañistas, seguramente con la satisfacción del deber cumplido.

Monstruosidad y violencia

Pero esta obra inmensa no estará sola. Acompañan este recorrido piezas sin las cuales no hubiera sido posible concebir «Guernica» –con esa puesta en escena final de una inmensa tragedia dirigida al ámbito público– . «Por esta razón, la muestra arranca con las naturalezas muertas y los interiores de los años 1924 y 1925, para dar paso a cómo Picasso abordó la monstruosidad y la violencia a finales de esa década y durante la siguiente, con sus terribles retratos e interiores realizados al comienzo de la Segunda Guerra», se puede leer en la web del museo. Sin embargo, será el enorme mural el que centre la atención, un cuadro herido, viajado, enrollado y desenrollado en un periplo sin fin que le ha dejado marcas imposibles de borrar en la piel de la tela. «Es un lienzo de formato monumental que debido a su historia ha sufrido bastante», explicaba el domingo pasado en las páginas de LA RAZÓN Jorge García-Gómez Tejedor, jefe de Restauración del Museo Reina Sofía y el doctor de este paciente. «El estado de la obra no ha cambiado», aseguraba. Y es que el citado paciente sufre en silencio y desde una pared que no va a abandonar las heridas de tanto traslado. Cuando pasó del Casón de Buen Retiro, a donde llegó en 1981, al Museo Reina Sofía, que lo acoge desde 1992, lo hizo de pie y sobre su bastidor. No se volvería a enrollar más. «Estable pero muy delicado» era el diagnóstico del experto. «Tantos años de viajes le han pesado, sobre todo en los primeros veinte de vida. Desde que en 1938 el marchante Paul Rosenberg organizó una muestra itinerante con obras de Picasso el mural ha recorrido medio planeta.

¿Qué problemas son los más serios que presenta a la obra? «La tela está bastante fatigada, tiene agrietamientos, se observan fisuras y amplios craquelados. Cuando la capa de pintura se empieza a agrietar aparecen las pérdidas y las faltas en determinadas zonas», explicaba el restaurador. Las imágenes que acompañaban al reportaje mostraban la obra como nunca antes se había visto, incluso con luz ultravioleta, que permitía ver el barniz y las capas añadidas a las de color original, así como los repintes. ¿ Y este enfermo estable necesita de una intervención inmediata? ¿hay que restaurar la obra ¿se va a someter a una intervención? La respuesta entonces, hace una semana, era negativa. «No urge, el cuadro está estable. Su evolución es correcta. Se mantiene, se limpia y se vigila». Explicaba García-Gómez Tejedor que no es deseable en absoluto alterar la estabilidad, pues se trata de una pieza de enormes dimensiones de cuya contemplación no se quiere privar al espectador. De hecho, cada semana los especialistas, que van rotando, atienden como un reloj al «Guernica»: se le hace un chequeo rutinario y se limpia la parte superior con un plumero de pelo suave. Sin descolgar jamás la obra. «No se va a mover», declaraba ayer Borja-Villel en la citada entrevista. «Yo soy partidario de estudiar a fono la obra. Ya llegará el momento de ver si necesita una intervención», explicaba García-Gómez.

Una restauración de una obra de arte se realiza en aras de la conservación de la misma. «Una vez que la pieza se ha estabilizado se puede tratar de reponer lo que falte, aunque a veces resulte imposible, o neutralizar los daños provocados por la degradación natural y el paso del tiempo», comenta un experto de una de las pinacotecas más importantes de España, quien añade que «se puede reponer lo que falte con materiales que sean diferentes y que sean removibles, es decir, que al deshacerse de ellos la obra no sufra ni se altere». Frente a lo que se pueda pensar la limpieza es la parte entraña mayor dificultad y la más delicada, por encima de las labores de restauración, pues «si en una operación de limpieza se actúa más de la cuenta la operación no es reversible», asegura. De ahí que se tienda a confundir la limpieza con la restauración. Lo esencial, en cualquier caso, es la conservación de los materiales de la obra, pues hay algunas en las que los materiales no se pueden reponer. Y en el caso del «Guernica» la obra «no se va a tocar en su estructura ni a alterar». Si acaso, en un futuro, nos aseguran desde el museo, se podrá pensar en «limpiar parte de sus barnices, pero nunca tocar la pintura ni alterar la estructura del mural», una decisión para las que sus responsables tendrían que tener el cien por cien de certeza de que fuese necesaria.

Escaparse y huir

Uno de los capítulos más novedoso en que insistirá «Piedad y terror en Picasso: el camino al Guernica» es en el análisis del nuevo tratamiento que el malagueño hizo de los interiores a partir de 1924. Así, cada vez con mayor frecuencia, cuerpos rotos o desmembrados invadirán salones y estudios y el mundo exterior presiona para colarse directamente por la ventana. La habitación se acaba poblando de monstruos. «Finalmente, alrededor de 1930, las criaturas escapan de la habitación y comienzan a encontrar su sitio en un espacio abierto, incluso público. Los monstruos se vuelven monumentos. La monstruosidad en su obra no es en absoluto sencilla ni tiene una connotación negativa; más bien, es una nueva forma de vitalidad y auto-reconocimiento», se puede leer en la web del Reina Sofía.

¿Y qué no es si no «Guernica»? Representa un interior que se desmorona, una habitación rota en mil pedazos por una bomba. Para el artista este era un tema nuevo y extremadamente difícil. Desde el principio, su universo pictórico se basó en el espacio contenido de una habitación: celebraba y confiaba en la intimidad y cercanía garantizadas por cuatro paredes y una ventana. No obstante, llama la atención cómo se siente atraído por todos los elementos de la modernidad del siglo XX que ponen en riesgo dicha habitación-espacio. La exposición buscará también explorar las profundas ambivalencias en las que incurrió el artista en el tratamiento de la violencia y la sexualidad.

Abrirá hasta el 4 de septiembre

La muestra, que abrirá al público del 5 de abril al 4 de septiembre, albergará un total de 180 obras (en la imagen inferior, «Las tres bañistas», de 1925) y el Rey emérito, Juan Carlos I, y la Reina Sofía visitarán el museo el martes para inaugurarla de manera oficial. Será, pues, uno de los acontecimientos expositivos de la temporada. Además el museo ha preparado conferencias magistrales, publicaciones, actuaciones en vivo, la creación del Fondo Documental Guernica y un espacio web para su consulta o la grabación, en colaboración con Radio3, de cápsulas musicales inspiradas en el «Guernica».