Historia

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María Teresa de Habsburgo: La abuela de Europa cumple 300 años

Varias exposiciones recuerdan a la monarca más influyente del imperio de los Habsburgo. Coincidiendo con el 300 aniversario de su nacimiento, Viena repasa la biografía de esta emperatriz, madre de 16 hijos, cabeza de una de las grandes coronas europeas y una de las reformadoras ilustradas esenciales de aquella Europa convulsa.

Este retrato fue el resultado del encuentro entre Maria Teresa y el pintor Jean-Étienne Liotard. La obra es uno de los principales reclamos de estas muestras
Este retrato fue el resultado del encuentro entre Maria Teresa y el pintor Jean-Étienne Liotard. La obra es uno de los principales reclamos de estas muestraslarazon

Varias exposiciones recuerdan a la monarca más influyente del imperio de los Habsburgo. Coincidiendo con el 300 aniversario de su nacimiento, Viena repasa la biografía de esta emperatriz, madre de 16 hijos, cabeza de una de las grandes coronas europeas y una de las reformadoras ilustradas esenciales de aquella Europa convulsa.

Era hija del Emperador Carlos VI y de Isabel Cristina de Brunswick-Wolfenbüttel. Efectivamente: el padre era el pretendiente Carlos [III] al trono de España tras la muerte de Carlos II. Comoquiera que heredara el trono imperial (1711-1740), abandonó nuestro país en 1711 partiendo hacia Viena y dejó a la esposa por Gobernadora de Cataluña. El matrimonio se reunió en Viena en 1713. Hasta 1716 no les nació Leopoldo, que murió a los seis meses. Luego vino al mundo María Teresa y otras dos hijas. El tiempo que le tocó vivir fue significativo en la Historia de Europa. Tras la Guerra de Sucesión de Austria, se reconoció la Pragmática Sanción en muchas monarquías; con la Guerra de los Siete Años, el Reino Unido afianza su imperio global; mientras, en la Europa continental, Austria luchaba por mantener su supremacía imperial y germánica. Prusia presionaba para consolidar un espacio de respeto y España se recomponía de las pérdidas territoriales y de prestigio habidas en Westfalia (1648) y Utrecht (1713-1714). Aquella Europa no era tranquila. Si se contemplan las alianzas diplomáticas o dinásticas se encuentran tantas afecciones como desafecciones. Todo ese embrollo chocaba con la joven que se quedaba huérfana, en avanzado estado de gestación, e involucrada en un sinfín de problemas. No había cumplido 24 años cuando, gracias a la Pragmática Sanción, sucedió en el trono de los dominios de la Casa de Austria a su padre Carlos VI.

La Ley Sálica regía en el Sacro Imperio hasta que Carlos VI la abolió. Para ello hizo un despliegue diplomático con enormes concesiones. Logró que la asumiesen Gran Bretaña, Francia, Sajonia y Polonia, España, Holanda, Venecia, Roma, Rusia, Dinamarca, Cerdeña, Baviera, e incluso Prusia. De su matrimonio no había nacido ningún varón, motivo por el cual promulgó la Pragmática Sanción en 1713. De esta manera aseguró que le heredaría su hija mayor y que los territorios hereditarios de los Habsburgo permanecerían en la dinastía.

Pragmática sanción

La Pragmática Sanción no fue asumida por todos a pesar de los pactos firmados: se retractaron Francia y España, Sajonia y Polonia, Baviera y Prusia. A la muerte de Carlos VI y ante la exaltación al trono de María Teresa como archiduquesa de Austria, Reina de Hungría, Croacia y Bohemia y Duquesa de Parma y la campaña de apoyo para la elección imperial de su esposo Francisco Esteban, el rey de Prusia Federico II denunció la Pragmática Sanción, e invadió Silesia esgrimiendo derechos hereditarios del siglo XVI.

De esta manera, en 1740, se desató la Guerra de Sucesión de Austria, que duró hasta 1748. Por el Tratado de Aquisgrán se devolvieron los territorios ocupados a los antiguos propietarios, a excepción de Silesia que quedó en manos de Prusia y otras zonas que volvieron a España, Francia y Gran Bretaña. María Teresa nunca quedó tranquila por la pérdida de Silesia y en 1748 se desencadenó la guerra de los Siete Años. Fue importantísima en el dibujo de las fronteras de Europa, pero más aún por la implantación del poder naval británico en los océanos o sus conquistas en Canadá a costa de Francia.

Ella había sido formada para llevar corona y su mentalidad estaba forjada para dar lustre a tal responsabilidad, aunque sólo fuera como reina consorte; por otro lado, su figura, belleza, ánimo y dulzura la habían hecho una seductora. María Teresa fue una gobernante de fácil acceso para sus súbditos, vinculada a su familia, amable con su servicio y una mujer alejada de la ostentación. «He obrado cordialmente, lo he arriesgado todo y he empleado todas mis fuerzas; porque junto a mis principios de la virtud, el temor de Dios, la justicia, la moderación y la diligencia, he tenido otro, que es la seguridad de que a mis países heredados no podría ocurrirles desgracia mayor que caer en manos prusianas», aseveraciones que pone en sus labios Karl Tschuppik en su clásica biografía.

De su forma de ser se han destacado su capacidad de gestión de la austeridad de la economía, con la liberalidad; su dignidad, con su condescendencia; e incluso se ha llegado a destacar su elevación del alma con la humildad de su espíritu. De lo que se puede dudar es de su capacidad de acción política y su audacia. De entre sus defectos, su facilidad para hacer oídos, y creer cualquier información que le dieran espías o informadores, su propensión a hacerse eco de las habladurías, y una tendencia hacia el chismorreo. Pero a la vez que casaba a sus hijos, daba a luz a sus últimos vástagos y acudía a los frentes de guerra y no desatendía las obligaciones de reina. A pesar de sus pecados mundanos, su muerte fue vista como una pérdida y sobre todo para las gentes del común, que la adoraban; y el balance de su reinado puede tenerse por uno de los más gloriosos de sus tiempos.

Los protestantes, habida cuenta su catolicismo, la tildaron de supersticiosa o de estar siempre azorada por una culpabilidad irrefrenable, acentuada tras la muerte por viruela de su hija María Josefa. Al enviudar (agosto de 1765) quedó aturdida. No sólo se encerró en sí misma, sino también en sus aposentos. Mas cuando no lo hacía, redoblaba sus esfuerzos en el gobierno y sus reformas ilustradas. Pero el enviudar la marcó. Le preocupaba el bienestar de sus súbditos. Ese bienestar no se podía lograr si no era por la promoción intelectual, por lo que dedicó parte de sus energías a la fundación de academias o centros docentes. Uno de sus logros fue la implantación de escuelas públicas. A partir de 1775 se intentó, una mayor germanización del Imperio. Del mismo modo, autorizó a los no católicos a entrar en la Universidad.

Reformas

Miró con atención la agricultura, en cuanto la concebía como el arte que da de comer a todos los demás. No se puede olvidar que fundó la sociedad agrícola de Milán y que sus intervenciones en el mundo rural fueron desde la reducción de la presión señorial hasta el levantamiento de los cercados. En medicina, fue de los primeros gobernantes en aplicar vacunas o establecer hospitales contra la viruela.

Reformó la iglesia: prohibió que mientras se dictara un testamento hubiera presente un eclesiástico; buscó la reducción de monjas y frailes; persiguió el derecho de asilo eclesiástico y abolió la Inquisición en Milán. Suyo fue el «Codex Theresianus», en el que además de esas innovaciones se recogieron otras como la permuta de penas capitales por trabajos forzados. Persiguió a la Compañía de Jesús, aunque no decretó su expulsión, como en España. A los que sí estuvo a punto de expulsar fue a los judíos en 1744. Por el contrario, en 1762 dio marcha atrás a las conversiones forzosas que había auspiciado durante su reinado. Económicamente logró contribuciones fiscales de la Iglesia y la nobleza. Responsable de las grandes reformas ilustradas en Austria o de la puesta en marcha de las más delicadas, propugnó la supeditación de la Iglesia al Estado. En su plan de reformas, contó con dos ministros: Wilhelm von Haugwitz y Gottfried van Swieten. Haugwitz reformó el ejército que había llegado exhausto de los tiempos de Carlos VI. Swieten fundó el Hospital de Viena y reformó el sistema educativo. A los españoles de hoy que hemos ido a Viena es posible que nos llamen la atención los monumentos dedicados a ella. Acaso la fama de María Teresa, la mujer que cumpliendo con las obligaciones del cargo y fue a la guerra, está tan representada en esa escultura vienesa como en las dos comedias que Luciano Francisco Comella dedicó a esta mujer que tanta huella dejó en Austria y la Europa Ilustrada.