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La crisis catalana pone en jaque la lucha antiyihadista

La falta de cooperación de los Mossos con la Policía debilita el seguimiento y detención de salafistas, que se concentran principalmente en Barcelona.

La crisis catalana pone en jaque la lucha antiyihadista
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Tras los atentados del pasado 17 de agosto en Cataluña, que dejaron 16 víctimas mortales, salió a la luz la falta de cooperación entre los Mossos y las Fuerzas de Seguridad del Estado. Especialmente llamativo fue que la policía catalana no informó sobre la explosión de Alcanar, donde se ubicaba la residencia en la que los yihadistas acumulaban su arsenal. Pero esto fue tan solo la punta del iceberg. La falta de comunicación por parte de los Mossos sin duda ha comprometido la lucha contra radicales islámicos y así lo puso ayer de manifiesto Fernando Reinares, director del programa sobre terrorismo global del Real Instituto Elcano. «Existe un problema real de cooperación en la detección de procesos de radicalización y en la persecución y desmantelamiento de células, grupos y redes que se ha complicado en el contexto de la actual tensión política que se vive en Cataluña», apuntó el investigador durante celebración del V Foro Elcano sobre terror global, donde se presentó el Informe sobre Actividad Yihadista en España entre 2013 y 2017.

Este hecho, sumado a que en Cataluña existe, en palabras de Reinares, una «asombrosa» concentración de comunidades salafistas, la rama más radical del islam, complica la situación. «La gestión de la comunidad musulmana en esta comunidad se ha agravado con las tensiones independentistas», aseveró.

En el informe que el analista presentó junto a Carola García Calvo, se matizó que Barcelona es la provincia que concentra el mayor número de personas asociadas a actividades y células yihadistas con un 24% de cuota, por delante incluso de Ceuta, Melilla y Madrid. El documento, que abarca cinco años de estudio, parte de la operación Cesto (la que se considera la primera acción policial a gran escala contra una red yihadista en España) para concluir con los ataques de Barcelona. En este tiempo, 230 personas han estado involucradas en células salafistas y, según Reinares, una cuarta parte de ellos se ubican en la provincia de Barcelona. Además, el analista subrayó el riesgo que supone la pérdida de las «capitales del califato» (Raqa en Siria y Mosul en Irak) ya que muchos de los combatientes occidentales, entre ellos españoles, podrían estar intentando entrar de nuevo en el país. «Hay algunos que volverán desilusionados, otros que todavía no se sabe donde están... sin duda el colapso del califato es una amenaza», aseguró.

Por su parte, García-Calvo hizo una radiografía del prototipo yihadista que actúa en España. «Se trata de individuos implicados en compañía de otros correligionarios, dentro de células, grupos o redes. Sólo uno de cada diez de los yihadistas que han formado parte de nuestro estudio era un actor solitario», dice la experta. En la misma línea se manifestó otro de los participantes en el seminario de Elcano, Peter Nessen, al afirmar que el yihadismo es «interactivo» y que los radicales «necesitan de la aprobación de una autoridad religiosa para llevar a cabo los atentados», como ocurrió con el imán de Ripoll, Abdelaki Es Satty, que aleccionó e impulsó a los terroristas de Barcelona.