África

Mogadiscio

Siete franceses en el punto de mira

Al Qaida podría ejecutar su primer acto de venganza por la muerte de su líder, Osama Ben Laden, en el norte de África. La rama de esta organización terrorista en el Magreb Islámico, AQMI, mantiene desde el pasado 16 de septiembre a cuatro franceses bajo su poder en Níger.

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Los cuatro trabajadores de la empresa Areva fueron apresados por los terroristas junto a otros tres ciudadanos africanos en Arlit, una mina de uranio al norte del país. Según los expertos consultados por LA RAZÓN, «la vida de los secuestrados peligra aún más tras la muerte de Ben Laden. AQMI podría ejecutarles como venganza por el asesinato de su líder». Las declaraciones del presidente francés, Nicolas Sarkozy, tras la noticia de la operación americana tampoco ayudarían a que el desenlace fuera otro, aseguran las mismas fuentes.

En una entrevista publicada ayer por el diario «L'Express», Sarkozy felicita al Gobierno de Obama por lo que califica de «éxito histórico» aunque no considera que sea «el fin de Al Qaida». El jefe del Elíseo recordó que Francia «ha estado siempre en el punto de mira de los terroristas». Sarkozy volvió a hacer gala de su ideología sobre el terrorismo: «No ceder, sino combatir».

En manos de Ben Laden
Las fuentes consultadas por este periódico consideran que la desaparición de Ben Laden agrava la situación de los rehenes galos porque «AQMI había dejado en manos de su líder la decisión final sobre la vida de los franceses». En declaraciones a «Jeune Afrique», el analista argelino Mohamed Mokeddem asegura que «AQMI es la única organización que puede fácilmente y de inmediato hacer algo para vengar la muerte de Ben Laden, y eso es muy preocupante.

Podrían decidir matar a sus prisioneros para fortalecer su posición internacional y prestigio en los círculos yihadistas». La misma publicación asegura, citando a una fuente cercana a las negociaciones, que la muerte de Ben Laden «es una mala noticia para las negociaciones para liberar a los rehenes». Lo que está claró es que Sarkozy no tiene ninguna intención de pagar rescates, y así lo repitió ayer. «Es una cuestión de principios que un Estado no puede ceder a los chantajes», dijo antes de añadir que «si una empresa pone sus medios para salvar a uno de los suyos, es una decisión que comprendo y que respeto».

Las imágenes de los rehenes «suplicando» a su presidente la retirada de las tropas francesas de Afganistán no parecen haber surtido efecto. El vídeo, hecho público el 26 de abril, fue la última prueba de que los secuestrados seguían vivos.

Otros tres rehenes
Lo cierto es que, en este momento, Francia sufre como pocos el azote del terror en forma de secuestro. Además de Pierre Legrand, Daniel Larribe, Thierry Dol y Marc Furrer, los cuatro rehenes que siguen privados de libertad en Níger, dos periodistas de la agencia France Presse, Stephane Taponier y Herve Ghesquiere, están secuestrados en Afganistán desde hace más de un año. La ira de Al Qaida también podría recaer en Denise Alleix, el supuesto agente de la inteligencia francesa secuestrado en Mogadiscio, Somalia, por una célula islamista desde el 14 de julio de 2009.

La radicalización de AQMI en los últimos meses es un hecho. Baste recordar el largo secuestro de los los tres cooperantes españoles. En esta línea se manifestó ayer el ministro de Exteriores de Mali, Boubèye Maiga, quien consideró que la muerte del líder elimina la fuente de inspiración principal para AQMI, aunque puede radicalizarla a corto plazo. En una entrevista publicada en «Le Monde», el jefe de la diplomacia maliense y ex responsable de los servicios secretos de ese país explicó que cree que hay motivos para temer una «radicalización».

«Por un lado, AQMI se ve privada de su principal fuente de inspiración ideológica y operacional», indicó Maiga, al tiempo que matizó que la eliminación del líder «incrementa el riesgo a corto plazo». AQMI «nunca ha tenido necesidad material de Al Qaida central, pero se beneficiaba de su notoriedad mediática, especialmente para aliar a los islamistas de diferentes países».

Una respuesta tan previsible como impredecible
El 10 de junio del año pasado, Abu Yahya al Libi, alias «Hasan Qayid» y «Yunis al-Sahrawi», considerado como el ideólogo de Al Qaida central y uno de los terroristas llamados a suceder a Osama Ben Laden, hizo pública una proclama a través de una web islámica. Se titulaba «La yihad (la lucha) y la batalla de la incertidumbre» y, en ella, lanzaba amenazas contra España. Este individuo, al que se ha dado varias veces por muerto, reapareció recientemente en un vídeo en el que animaba a sus «hermanos» de Libia a combatir contra Gadafi. El llamamiento se realizó a través de As Sahab (Las Nubes) Media, la «oficina de prensa» de la organización criminal que, hasta el pasado día 2, encabezaba Ben Laden.

Entre las funciones de Al Qaida central está la de dinamizar las distintas «franquicias» que tiene en todo el mundo. Según expertos antiterroristas consultados por LA RAZÓN, no existe un control de estas ramificaciones, que actúan, bajo unos principios generales, de forma autónoma. Por lo tanto, la respuesta que puedan dar a la muerte de su líder es tan previsible –ocurrirá– como impredecibles son el lugar y la fecha. Las «franquicias» siempre tienen atentados preparados y, frecuentemente, personas secuestradas. El asesinato de uno de estos rehenes o una acción criminal que, por sus dimensiones, causara una gran alarma, serían presentados por Al Qaida como la respuesta a la muerte de su jefe. En la proclama que hizo pública Abu Yahya, a través de Fajr Media Center, ponía a «Al Andalus» (España) como un ejemplo de lo que Al Qaida no debe hacer, ya que la estrategia era inadecuada. Según el terrorista islamista, la recuperación de «Al Andalus» estaba cayendo «en el olvido».