Política

Inmigración ilegal

Antonio María Vegliò: «Debemos intervenir ante esta carnicería»

Antonio María Vegliò: «Debemos intervenir ante esta carnicería»
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El Presidente del Pontificio Consejo para los Migrantes asegura que «no podemos cometer los errores del pasado y mirar de perfil el genocidio»

El cardenal italiano Antonio Maria Vegliò es el presidente del Pontificio Consejo para los Migrantes y los Itinerantes, una suerte de «ministro» de la Santa Sede en este campo. Un día después de que se conociera el naufragio de una embarcación cargada con hasta 950 inmigrantes en el centro del Mediterráneo, Vegliò muestra su confianza en que Europa se movilice de una vez para que no se repitan más tragedias como ésta. «No podemos repetir los errores del pasado, cuando frente a auténticos genocidios la gente decía que no estaba informada de que se hubieran producido, pese a que los tenía delante. Es imposible no saber lo que está ocurriendo con los medios de comunicación actuales. Lo sabemos todos perfectamente».

–¿Tiene confianza en que la Unión Europea sea capaz de atajar este problema?

–Espero que finalmente Europa haga algo para que las cosas cambien. Pero es una esperanza lo que tengo, no una certeza. El Papa, el domingo, trató de movilizar a la comunidad internacional para que reaccione, pues se trata de un problema que afecta a Europa y a todo el mundo. La inmigración se ha convertido en la vía de escape de personas que huyen de las guerras y de las persecuciones. Buena parte de quienes llegan a Italia provienen de Siria, Irak y Eritrea, países en guerra. Vienen de pueblos donde se los persigue, escapan del Estado Islámico o de las guerras africanas. Hay unos 30 lugares del mundo donde ahora mismo hay enfrentamientos armados. Es de estúpidos decir que se vuelvan a sus países, pues allí los matan.

–¿Considera que si la UE no interviene debe ser Naciones Unidas la que actúe para evitar las muertes de más inmigrantes en el Mediterráneo?

–Espero que no sea sólo la UE, sino toda la sociedad civil la que actúe frente a este problema. Si la ONU también interviene será más fácil encontrar una solución. Algunos dicen que sería oportuno intervenir en el inicio del viaje, pero, a mi juicio, se trataría de una injerencia con los países de donde parten. Haría falta retomar de alguna manera la «operación Mare Nostrum», que salvaba a los inmigrantes en las aguas internacionales. El operativo Tritón está claro que no funciona. Nos encontramos frente a una carnicería que está pasando delante de nuestros ojos. No podemos repetir los errores del pasado, cuando frente a auténticos genocidios la gente decía que no estaba informada de que se hubieran producido pese a que los tenía delante. Es imposible no saber lo que está ocurriendo con los medios de comunicación actuales. Lo sabemos todos perfectamente.

–La semana pasada, 12 inmigrantes cristianos fueron tirados por la borda de la embarcación con la que se dirigían a Italia por sus compañeros de viaje musulmanes. ¿Qué sensación le produjo la noticia?

–Me provocó una gran tristeza e indignación. No sería un hombre normal ni un buen cristiano si frente a un hecho asqueroso y horripilante me quedase impasible. También sentí rencor hacia nuestra cansada sociedad europea. Me acordé de que hace unos meses, cuando se produjo el atentado contra la redacción del semanario «Charlie Hebdo», hubo una reacción tremenda, con una manifestación de un millón de personas en la que participaron jefes de Estado de todo el mundo. ¿Ha visto usted manifestaciones por los 150 estudiantes cristianos asesinados en Kenia o por los 12 inmigrantes cristianos muertos por su fe la semana pasada? Hay una gran hipocresía. En los últimos tiempos se está produciendo una creciente ola de violencia contra los cristianos por parte de fanáticos que tienen una concepción totalmente equivocada de la religión. La usan para sus propios fines.

–¿Ha hablado recientemente con el Papa de lo que está pasando en el Mediterráneo?

–Siempre que hablo con él lo noto muy preocupado por este problema. De hecho, no hay discurso ni documento suyo en el que no hable de los refugiados y de los inmigrantes. Él considera que son víctimas de lo que para él es una Tercera Guerra Mundial. Considera que en estos momentos se está combatiendo un gran conflicto en todo el planeta, aunque se hace «a pedazos», como él comenta.

–¿Qué pueden hacer los católicos frente a esta catástrofe migratoria?

–Buena pregunta. Deben hacer todo lo que sea posible para concretar la sensibilidad de las personas frente a estas pobres criaturas que se dejan la vida en el mar. Son refugiados que huyen e intentan alcanzar lo que para ellos es el paraíso terrestre, pero que se encuentran con la muerte en su lugar. Hace falta un cambio de mentalidad porque en los llamados países desarrollados hay quienes no tienen simpatía alguna hacia estas personas, no se conmueven ante sus muertes. Los ven como a unos invasores a los que hay que echar, que hay que devolver a sus países de origen.

–¿Cómo deben entonces actuar?

–El cristiano no sólo debe contar los muertos en el mar como si se tratara de una estadística, debe tener una voz profética para denunciar lo que sucede. Y hablar de justicia, de solidaridad, de misericordia fraterna, especialmente en situaciones como la actual en la que hay injusticias, falta de acogida y de fraternidad. Muchas veces no nos damos cuenta de la realidad que supone que, como ocurrió el domingo, mueran 900 inmigrantes. Cada uno de ellos era una persona. No son sólo datos. No debemos perder la sensibilidad, el cristiano debe combatir la mentalidad de convertir estas muertes en estadísticas.