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Scaramucci, el escudero de Trump que ha sembrado la ira en la Casa Blanca

La llegada del financiero como secretario de Comunicación del presidente ha reavivado las peleas en el equipo que manda en Washington

Anthony Scaramucci, director de Comunicación de la Casa Blanca, baja del Air Force One
Anthony Scaramucci, director de Comunicación de la Casa Blanca, baja del Air Force Onelarazon

La llegada del financiero como secretario de Comunicación del presidente ha reavivado las peleas en el equipo que manda en Washington.

Empezaron a llamarle en Wall Street «Scar» y «The Mooch», que riman con su apellido. Pero estas dos palabras tienen también dos significados: cicatriz y gorrón. También le llaman «Schmoozer», el barbero, por su inclinación a adular a los que considera de su interés. Así ven muchos al nuevo director de Comunicación de la Casa Blanca, Anthony Scaramucci (Queens, 1964), que lleva a gala haber nacido en el barrio de clase trabajadora en Nueva York, de donde también es el presidente Donald Trump.

Su llegada a la Casa Blanca ha tenido un efecto inmediato. Primero se fue Sean Spicer, portavoz de Trump, y hace tres días hizo lo mismo Reince Priebus, el jefe de gabinete. Tanto Spicer como Priebus eran personas cercanas al Partido Republicano. Su nombramiento fue una manera de establecer un puente entre Trump y su partido. Con la elección de Scaramucci, Trump ha acabado deshaciéndose de aquellos que no eran de su círculo más íntimo para quedar rodeado de fieles escuderos.

De Scaramucci destaca su ambición desmedida y sus formas. De Reince Priebus, jefe de gabinete hasta hace tres días, dijo a un periodista que es «un puto esquizofrénico paranoide». ¿Y quién es Scaramucci? Él se ve a sí mismo como «un vendedor». Sus orígenes son más humildes. Su abuelo Alessandro emigró de Gualdo Tadino (Italia). Su padre, Alexander, trabajó como obrero en la construcción. Él se graduó en Económicas en la Universidad de Tufts (Massachusetts) y después en Derecho, en Harvard. Empezó su carrera en Goldman Sachs entre 1989 y 1996. Más tarde creó su propia compañía, que después vendió. Y después fue adquirida por Lehman Brothers en 2003, donde terminó al frente de la división de inversión de la firma. En 2005, fundó SkyBridge Capital, una firma de inversión global.

En la campaña de 2008 donó dinero a Barack Obama, a quien llamó «el candidato de la transformación», y a quien luego criticó por no haber apoyado lo suficiente a Wall Street. Más tarde también apoyaría a Hillary Clinton.

Es amigo de Trump desde hace años, pero en la campaña del año pasado, Scaramucci se alineó primeramente con el gobernador republicano Scott Walker y con el hermano del ex presidente Bush, Jeb, ex gobernador de Florida. Después se subió al caballo ganador de Trump.

Hasta ahora, el controvertido Scaramucci ha defendido el matrimonio gay, el derecho al aborto y la subida de impuestos, cuestiones muy alejadas del Partido Republicano. También ha viajado a Cuba para explorar la posibilidad de llevar a cabo inversiones en la isla después de la apertura de las relaciones del presidente Barack Obama.

Scaramucci había vendido su fondo de capital de riesgo, SkyBridge Capital, al conglomerado de China HNA Group, a los que había hecho creer que devolvería los favores cuando trabajase cerca de Trump. Por ello, el republicano decidió mantenerle alejado. Sin embargo, Scaramucci no desistió, y no dejó de llamar por teléfono al yerno de Trump, al que conoce de Wall Street, Jared Kushner, para que hiciese a Trump cambiar de opinión. Primero le pusieron al frente del Bank Export-Import, la agencia oficial de crédito de exportaciones de Estados Unidos. Pero él quería estar más cerca del presidente. Y lo ha conseguido.

Hace diez días fue nombrado director de Comunicación de la Casa Blanca. Ya tiene un trabajo cerca de Donald Trump y, además, se ha quitado de encima a su enemigo Priebus. De momento, al presidente le encanta el espectáculo organizado por su nuevo hombre. Sin embargo, se desconoce cuánto puede prolongarse esta buena sintonía. A Trump, le gusta ser el centro de la atención de los medios de comunicación, y durante los últimos días se la ha llevado toda Scaramucci.

De momento, su mujer abandona el barco, según ha publicado el periódico «New York Post», donde se escriben todos los cotilleos fiables de Nueva York. Deidre Ball, de 38 años, que trabajaba como vicepresidenta en SkyBridge Capital, fundada por Scaramucci en 2005, ha decidido poner fin a su matrimonio después de tres años. Ball, que tiene con el financiero neoyorquino dos niños, no soporta la ambición desmedida de «The Mooch», según ha contado en su círculo más íntimo.