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Dolores Redondo: «Cuando no leo, cultivo gladiolos, conduzco y arreglo enchufes»

Se ha convertido en un fenómeno literario imparable. Con la «Trilogía del Baztán» lleva vendidos un millón largo de ejemplares. El verano le va a dar un descanso, lo necesario para tomar fuerzas y emprender la promoción del otoño. Lo suyo es estar entre libros.

Dolores Redondo
Dolores Redondolarazon

Se ha convertido en un fenómeno literario imparable. Con la «Trilogía del Baztán» lleva vendidos un millón largo de ejemplares. El verano le va a dar un descanso, lo necesario para tomar fuerzas y emprender la promoción del otoño. Lo suyo es estar entre libros.

En estos tiempos revueltos para el papel Dolores Redondo ha conseguido vender más de 1.300.000 ejemplares solo en España. La «Trilogía de Baztán», compuesta por «El guardián invisible», «Legado en los huesos» y «Ofrenda en la tormenta» acumula la cifra récord de 144 ediciones en nuestro país. Por su parte, «Todo esto te daré», Premio Planeta 2016, ya va por la decimoséptima. A todo ello hay que sumar las traducciones a 35 lenguas, así como la exitosa adaptación al cine de «El guardián invisible». Con esta donostiarra directa y asertiva que –retorciendo a Whitman– «no sabe lo inmortal que es, pero yo sí», pasamos una tarde entre libros y café.

–¿No tiene la sensación de haber dado un golpe de Estado en la república de la novela? Lo digo porque no viene precedida de un nombre, ni de un premio sino de lectores puros y duros como aval.

–Quizá porque como usted dice yo no procedo del mundo editorial, ni de un premio, sino del trabajo puro y duro, no concibo otro modo de hacer las cosas, y quizá también por el hecho de que los que venimos de ese lado del mundo sabemos que cada avance en la vida viene precedido de un duro esfuerzo. Nunca me planteé que hubiera otra posibilidad, ni lo considero más proeza que la de cualquiera que obtiene el fruto de su esfuerzo.

–¿En qué ha cambiado su vida desde el 15 de octubre?

–El ritmo de viajes y exigencia al que las cosas iban antes de la llegada del premio, con el éxito de mis anteriores novelas a nivel nacional e internacional, no ha sufrido variación. Sigo celebrando mis pequeños éxitos como lo hecho siempre, las nuevas ediciones, las publicaciones en cada nuevo país que se suma a la publicación de mis novelas, cada editor y cada ocasión en la que estoy de nuevo con mis lectores, las adaptaciones cinematográficas de mis obras, y en este mismo instante el hecho de que «Legado en los huesos» este nominada al Dagger CWA internacional del Reino Unido

–Yo soy la gente, el hombre que entierran y el niño que acaban de lavar, decía Whitman, ¿es ese el éxito de sus personajes: que es usted, y aquél, y yo...?

–Elegí ese poema porque creo que expresa a la perfección cómo me siento al crear un personaje, cuál es mi compromiso, mi apuesta y mi duelo, y hasta qué punto me cuelo en su piel con todas las ventajas e inconvenientes que eso supone, con toda la alegría de celebrar la vida por delante como el recién nacido o el doloroso descarnamiento del hombre que entierran. ¿El éxito de mis personajes? Bebe de la inmortalidad del ser humano y de mi respeto a la vida. También lo explica Whitman: «Soy el consorte y compañero de la gente, todos tan inmortales e insondables como yo; ellos no saben lo inmortales que son, pero yo sí». Por cierto, aparece en la antología «Hojas de hierba» publicado en 1855

–Dicen que los realmente miedosos son aquellos a los que más nos gusta el terror, lo misterioso... ¿Lo comparte?

–Si con ser miedosos se refiere a tener una mayor sensibilidad hacia lo que permanece oculto y un mayor nivel de alerta hacia peligros de distinta procedencia, sí, sin duda.

–Los protagonistas de su novela son una pareja de gays. ¿Cómo andamos de tolerancia en este país?

–Su pregunta simplifica hasta la etiqueta y ese es a menudo el problema. No hay una pareja, hay un hombre, un escritor, Manuel, que queda viudo, que pierde a la persona con quien ha estado casado durante diez años, un ser humano viviendo un duelo. Los protagonistas son Manuel, el escritor, el teniente Nogueira, un guardia civil jubilado y el Padre Lucas, un sacerdote católico, y juntos, por distintas razones que van desde la lealtad a la absoluta sospecha de lo más sórdido, emprenden una investigación para reconstruir los últimos días de la vida de Álvaro, que mientras estaba casado con Manuel ha estado viviendo una doble vida de mentiras, ocultando la existencia de su poderosa y codiciosa familia, su origen noble, su tendencia sexual y hasta la existencia de Manuel. El hecho de que sean homosexuales juega aquí como poderoso recurso para poner a prueba, también, los arbitrios de tolerancia y discriminación del lector. La excelente acogida de la novela nos habla de un lector abierto y tolerante, y aunque es indiscutible que nos queda mucho trabajo que hacer, la capacidad empática de mis lectores al ponerse en la piel de Manuel es verdaderamente optimista. También puedo decirle que el hecho de publicar en tantos territorios me otorga una visión global de las opiniones al respecto. Publico en más de cuarenta países y, sin embargo, algunos de mis editores internacionales ya se lamentan de que no podrán publicar esta novela debido a las restrictivas políticas sociales y a la intolerancia que allí alcanza cotas vergonzosas. Le hablo de Rusia, Turquía o Egipto, que sí publican el resto de mis obras y se mantendrán al margen con ésta por el hecho de que el protagonista haya enviudado de otro hombre.

–Sus crímenes son de ficción (aunque tengo entendido que alguno está documentado), pero, ¿le tentaría escribir sobre ETA o el yihadismo?

–Es cierto que las muertes de mis novelas están caracterizadas con arreglo a la historia que quiero contar, pero la «Trilogía del Baztán» está sustentada sobre un crimen real, de una secta que asesinó a la hija de dos de sus miembros y sobre mis investigaciones al respecto, y todos los crímenes que describo, así como el modo en que se llevan a cabo, están inspirados en casos reales y en procedimientos documentados con perfiles reales de psicópatas y asesinos. Y en el caso de «Todo esto te daré», la codicia, y las familias que en nuestro país siguen gozando de privilegios que les permiten escapar de la justicia o de su responsabilidad civil, pero es que además, la historia surge de un caso verídico de abusos en la infancia y como homenaje a su protagonista real. Creo que la diferencia entre un escritor y un autor estriba en el modo en que una historia llega él; al escritor le nacen de dentro, del compromiso íntimo, de una manera arrolladora e imposible de contener, el autor puede elegir un tema y escribir sobre él. Escribo desde la honestidad y el compromiso personal y lo haré sobre cualquier tema y tocando cualquier cuestión por espinosa que sea, pero nunca será como algo que me tiente porque toca.

–¿Qué libro le cambió la vida?

–«Volverás a Región», de Juan Benet.

–Para usted los escenarios son vitales. ¿De qué punto de España está leyendo ahora libros de antropología, mitología y costumbres para situar su próxima novela?

–Sigo leyendo sobre Ribera Sacra, sus increíbles viñedos inclinados, sobre los romanos que llegaron hace dos mil años buscando oro y comenzaron a hacer vino, sobre los monjes que buscando un recurso mejor para hacer el camino de invierno a Santiago llenaron las orillas del Sil y del Miño de conventos, ermitas e iglesias, donde encontraron a Dios, y se dedicaron durante siglos a mejorar aquellas primeras viñas que habían dejado los romanos. Sobre los majestuosos pazos, que como en mi novela siguen perteneciendo a poderosas familias que cultivan camelias y gardenias, y sobre los santuarios gallegos, los lugares de rito y creencia, y sobre el elevado número de exorcistas que el Vaticano tiene autorizados en esta región. Espero que le suponga suficiente pista.

–¿Qué es lo que más detesta?

–Son temas que me resultan difíciles de aceptar, por eso escribo sobre ellos: los abusos en la infancia, el horror de ser víctima de quien debería protegerte, la herida incurable que supone crecer sin ser amado, la aceptación de las víctimas propiciatorias, y de los que ya están tan dañados que son incapaces de defenderse, el fanatismo, la crueldad, escribo sobre ello, porque no he perdido la esperanza, porque como Whitman adoro la parte insondable e inmortal del ser humano. ¡Ah! Y que intenten colar preguntas sobre política en la mermada sección de Cultura (sonrisa).

–¿Qué no soporta de alguien?

–Soy muy observadora, cuando no soporto algo de alguien me dedico a observarlo, a estudiarlo, suelo escribir sobre ello.

–¿Qué libro le está emocionando sobremanera?

–Uno sobre cine, «Noir», de Garci.

–Todos estamos enganchados a series de Netflix, HBO, Fox... ¿Cuál es la suya?

–Ya le digo que me tiene fascinada el cine «Noir». La promoción de la anterior novela y la escritura de la nueva me deja muy poco tiempo, pero cuando tengo un rato me he dedicado a ver películas de Fritz Lang: «Perversidad», «Gardenia azul», «Mientras Nueva York duerme», y de Otto Preminger «Cara de ángel», «Anatomía de un asesinato», «El factor humano». Ahora empiezo el ciclo de Orson Welles. Muchas ya las conocía, pero es un placer volver a verlas con nuevos ojos.

–¿Y qué música escucha?

–La que suena de fondo en mi próxima novela.

–Dolores, ¿una debilidad?

–Los incunables en latín, las acuarelas de Barceló y pasear por mi ciudad favorita.

–¿Qué hace cuando no escribe ni lee? Y no me diga que arregla enchufes.

–Cuando no leo proyecto, hago bricolaje, cultivo gladiolos, conduzco muy bien,y también arreglo enchufes, pero escribo siempre, todo el tiempo. Lo que hago, lo que vivo, lo que veo, lo hago para escribir, lo veo como la historia de la que formará parte; siempre escribo, hasta cuando no escribo.