Pablo Casado

Pablo Casado: «Nunca me he visto bonito en el espejo»

Vicesecretario de comunicación del PP. Iba para diplomático y fue en su estancia en un internado inglés donde formó su primer pensamiento político

Pablo Casado
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Su cabeza va más rápido que sus palabras. Huye de la política encorsetada y prefiere hablar «con el corazón». El centro de su vida es su familia. Desayuna todos los días con su hija Paloma, con quien este verano ha ido a cazar gamusinos con linternas por la noche. Cuando sus respectivos jefes se han fijado en él para encomendarle alguna misión siempre se ha preguntado lo mismo: «¿Y por qué yo?», y dice que aún no ha encontrado la respuesta.

–Viene de familia de médicos y se hace político. ¿Cuál fue el diagnóstico en su casa?

–En casa siempre me han apoyado para todo, pero no son muy entusiastas de mi trabajo. Mi mujer piensa que viviríamos mejor si trabajara en la empresa privada. Aun así, me apoya y son mis principales asesores. Aquí hay que estar por vocación y a quien no le guste, que se dedique a la poesía.

–Le encargan la política de comunicación... ¿Eso es porque el PP estaba fuera de cobertura?

–Más que fuera de cobertura, es que no lográbamos coger todas las llamadas, necesitábamos tener llamada en espera y contestador automático. Hacía falta más gente. No es que lo estemos haciendo mejor, sino que tenemos más gente haciéndolo. La política es un trabajo en equipo y por eso los personalismos son tan malos, y Rivera e Iglesias tienen un gran problema que es que ese egocentrismo y egoísmo harán que sus proyectos tengan poco recorrido.

–¿Y qué le dicen por la calle?

–La gente mayor, que es encantadora, me suele comentar: «Ataca más, que eres muy educadito, que ellos son muy malos». Como somos los que tenemos la razón, no hace falta chillar para convencer a la gente.

–Usted, que estudió ocho años solfeo, ¿ahora teme desafinar?

–Eso es lo bueno de los partidos, que no somos nadie imprescindibles. En la orquesta, el que destaca es el que desafina, los demás lo que tenemos que hacer es seguir la melodía y hacer caso a quien lleva la batuta, que es Rajoy.

–¿A qué le suena la política?

–A música celestial. Me suena bien, pero tiene que llevar contenido basado en unos principios y valores y a un programa que se cumple. Al final la partitura debe tener contenido si no se queda en orquesta de verano.

–A usted, que le gusta el arte contemporáneo... ¿cómo pintaría una mayoría absoluta?

–Con hiperrealismo. Hemos visto algún cuadro de Hopper, eso es la mayoría absoluta. Otros la pintan de forma abstracta, prometen lo imposible y juegan con los sentimientos de los ciudadanos.

–¿Y cómo pintan las catalanas?

–Pinta Xavi. Es un ganador nato y le va a dar un disgusto a más de uno.

–¿Esperanza es un color?

–Al final no es una cuestión cromática. Si tuviera que poner un color de esperanza pondría el azul.

–Pablo contra Pablo. ¿Se ve rival del líder de Podemos?

–No soy su rival porque no soy dirigente de mi partido. Su rival es Rajoy y para su desgracia le va a ganar, también a Pedro Sánchez.

–¿A qué le ganaría usted? Creo que es aficionado a «Juego de Tronos»...

–Por desgracia, no tengo tiempo para ver series americanas. En casa, lo poco que se ve de la tele es «Pocoyo» y «Peppa Pig». Le podría ganar en vocación de servicio. Podemos lo que ha traído a España es mayor división y crispación, y aunque vayan de jóvenes tienen esa naftalina del viejo comunismo que fracasó hace mucho tiempo.

–Aznar dijo que «si alguien me jubila, que sea Pablo Casado». ¿Piensa seguir su trayectoria?

–Aznar es una persona extraordinaria, he aprendido muchísimo de él, pero no estoy a su altura; ni a la suya ni a la de Rajoy. Siempre he admirado a la gente con la que he trabajado y me he sentido todavía muy lejos de saber lo que saben ellos.

–¿Se ve como el nuevo Kennedy español?

–Qué va, qué va... No sé si es humildad castellana, pero no espero de mí gran cosa en la política. Me intento autoexigir en la vida como padre, como profesional, pero no tengo ambiciones determinadas y me tomo esto con mucha deportividad. El tiempo que sea útil estaré encantado de estar y cuando me quieran quitar estoy seguro de que seré útil en otra parte.

–¿Y juega mejor parando goles o en la defensa?

–Al final, en la portavocía tienes que jugar en todo el campo. Paras goles, paras ataques, intentas tirar a puerta... Creo que mi papel es de centrocampista, sinceramente.

–¿Y le ha explicado a su hija de tres años a qué se dedica?

–A veces se va detrás de la tele para buscarme. Un día la oí decir que alguien le preguntó a qué se dedicaba su papá y ella dijo que su papá ayuda a la gente.

–Le han llamado «el niño bonito del PP». ¿Qué le dice su espejo?

–Que de niño tengo cada vez menos y que bonito nunca me he visto en el espejo. Me veo alguien muy currante y al final lo acabo notando. Veo más ojeras y que no me da mucho el sol. Hay otros que dicen con cierta arrogancia que en política hay que tener buena imagen, yo creo que hay que tener buenas ideas, y esas no salen en el espejo, salen en las urnas.

–Y Pablo Casado, diputado por Ávila, ¿con qué personaje de esa tierra se haría un «selfie»?

–Estamos en el quinto centenario de Santa Teresa, pero eso sería un poco irreverente. Alguien a quien no llegué a conocer y al que admiro mucho: Adolfo Suárez.

–¿Sigue pagando la hipoteca?

–Tengo un alquiler en Ávila desde que soy diputado y en Madrid mi mujer y yo seguimos pagando la hipoteca y me temo que por muchos años.

–¿Para ser político hay que saber mentir?

–No, no se debe. En política las mentiras tienen las patas muy cortas.

–¿Entiende que los jóvenes de su generación estén desencantados?

–Sí. La crisis económica a quienes más ha perjudicado ha sido a los jóvenes y la corrupción, el caos territorial, creó un desapego por la política. Pero no todos somos iguales y cada vez hay más personas que se dan cuenta de que en esta legislatura ha cambiado todo.

–Si hubiera sido periodista, ¿a quién le hubiera gustado entrevistar?

–A Karol Wojtyla.

–¿Y qué le preguntaría?

–Cómo se consiguió derrotar al comunismo desde San Pedro.

El lector

«Leo LA RAZÓN desde que salió prácticamente y lo que me gusta es que es un periódico sin complejos, que enarbola los principios en los que cree de forma muy clara y sobre todo que creo que además del servicio de comunicación hace un servicio de patriotismo porque está defendiendo unas causas que son muy importantes en estos momentos. Aún recuerdo la campaña de ‘‘Me gusta España’’. Lo suelo leer en Kiosko aunque es verdad que desde que estoy en Génova lo leo también en papel nada más llegar al despacho».