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Proponen dejar quemar algunos incendios para reducir catástrofes forestales

El fuego también puede ser una vacuna contra los incendios forestales catastróficos, según un estudio en el que se propone dejar quemar algunos incendios para evitar desastres posteriores.

El fuego también puede ser una vacuna contra los incendios forestales catastróficos, según un estudio en el que se propone dejar quemar algunos incendios para evitar desastres posteriores.

El estudio ha sido elaborado por el Centro de Investigaciones Ecológicas y Aplicaciones Forestales (CREAF), el Centro Tecnológico Forestal de Cataluña (CTFC) y la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).

El estudio, publicado en la revista científica PLoS ONE, advierte que si no se reduce con urgencia la continuidad de la vegetación forestal en grandes extensiones del territorio, habrá cada vez más incendios catastróficos.

Por eso, los ecólogos proponen dejar quemar algunos fuegos espontáneos bajo condiciones controladas para resolver el problema.

Según ha informado hoy el CREAF, la continuidad de los bosques y matorrales es uno de los principales factores de propagación de los incendios forestales más virulentos, que son los que tienen peores consecuencias ambientales y socioeconómicas, y los que suponen un mayor riesgo para la población.

Según el estudio, la superficie total sobre la que habría que actuar anualmente debería ser muy superior a la actual para incrementar la eficiencia en la reducción de estos grandes incendios, que, según los investigadores, "serán cada vez más frecuentes en las próximas décadas debido al cambio global".

Usando los mismos métodos que hasta ahora (trabajos forestales, pastoreo y quemas prescritas) debe crecer mucho la inversión que se está haciendo en estas tareas, según los expertos.

Los investigadores han estudiado el efecto que podría tener un método complementario a los anteriores: reducir la continuidad vegetal relajando los esfuerzos de extinción en incendios que tengan lugar cuando las condiciones meteorológicas garantizan un buen control del fuego por parte de los bomberos.

Según el CREAF, este es un método conocido en otros lugares del mundo con problemas de incendios como el Parque Nacional de Yellowstone (EEUU), y, a diferencia de las quemas prescritas, los expertos no proponen provocar ningún fuego, sino de dejar que algunos incendios espontáneos quemen algunas hectáreas bajo condiciones controladas.

"El problema es que 40.000 hectáreas quemadas por unos pocos incendios de gran virulencia suele tener un impacto sobre el ecosistema y un riesgo real para la población mucho más elevados que si se queman las mismas hectáreas en un número mayor de incendios y de manera más controlada", ha explicado el biólogo Adrián Regos.

"El modelo que hemos usado basado en datos reales de Cataluña indica que modular los esfuerzos de extinción en fuegos que se producen bajo condiciones suaves puede incrementar considerablemente las oportunidades de encontrar espacios para apagar los incendios más virulentos bajo condiciones extremas", ha añadido Regos.

Los autores del estudio son conscientes de la dificultad de implementar este tipo de medidas, porque habría que establecer los criterios adecuados para decidir cuándo, cómo y dónde se relajan estos esfuerzos, sin correr ningún riesgo para la población y minimizando los efectos sobre el ecosistema.

"El objetivo es acabar teniendo un mayor control sobre el régimen de incendios en una perspectiva a largo plazo. En el contexto actual de cambio climático, nuestra capacidad de modificar este régimen es muy limitada si no encontramos métodos efectivos de intervenir sobre las masas forestales arboladas a gran escala", ha argumentado Lluís Brotons, coautor del estudio.

Las previsiones de cambio global pronostican que el trabajo de los equipos de extinción del fuego será cada vez más difícil, por el aumento del riesgo de incendios y el aumento de situaciones climatológicas extremas.

Por eso, hace tiempo que tanto los bomberos, especialmente el Grupo de Apoyo de Actuaciones Forestales (GRAF), como los diferentes colectivos implicados en la gestión del territorio reclaman medidas más efectivas de reducción de la biomasa forestal.