Madrid

Un mes de cola para besar a Jesús de Medinaceli

Más de 400 devotos del Cristo ya tienen reservado sitio en la calle frente a la basílica para el besapiés del próximo 3 de marzo

Más de 400 devotos del Cristo ya tienen reservado sitio en la calle frente a la basílica para el besapiés del próximo 3 de marzo
Más de 400 devotos del Cristo ya tienen reservado sitio en la calle frente a la basílica para el besapiés del próximo 3 de marzolarazon

Hasta el primer viernes de marzo no se produce el tradicional besapiés del Cristo de Medinaceli. Sin embargo, un mes antes de la esperada fecha ya hay numerosos devotos que hacen cola a la puerta de la parroquia para asegurarse un puesto privilegiado. Taburetes atados a las rejas, cajas y carteles colgados en los que se especifican los números ya «reservados» para familiares, amigos e incluso compañeros de trabajo decoran los alrededores de la Plaza de Jesús, donde está situada la basílica. La lista de números reservados ya ha superado ampliamente las 900 personas y se espera que en los próximos días se multiplique.

Una feligresa, que prefiere no desvelar su nombre, defiende que fue ella la que inició la fila el día 1 de febrero. Su devoción, afirma, es «a prueba de bombas». Por eso, lleva más de dos semanas haciendo guardia para que no le quiten su sitio en la cola: «Los dos primeros días, a pesar del frío dormí en la puerta de la parroquia y ahora que creo que ya tengo mi sitio garantizado vengo bien temprano todos los días para que la gente no se aproveche y se cuele», explica. Isidra, una fiel que se acerca todas las tardes desde Leganés, explica que, aunque normalmente «reservaba» su número con «dos semanas de antelación», «este año va a haber mucha gente, así que he venido antes de lo que tenía pensado». Y es que, como explica, «todos los años la cola llega hasta la calle Atocha».

Los motivos que impulsan a miles de madrileños a acercarse son muy variados. Algunos vienen por una promesa, como Sara, que acude «porque hace unos años mi hija estuvo muy enferma, y yo prometí que si se curaba vendría siempre». Afortunadamente su hija sanó y ahora acompaña «todos los años» a su madre. Sheila, que guarda su sitio con su hija recién nacida, viene «porque es tradición en mi familia» y porque «siempre cumple los deseos que le pedimos». Isidra, por su parte, acude porque es «amiga de Jesús y muy devota».

Sin embargo, la espera no está exenta de polémica. Toñi Pérez, otra de las feligresas que acude todos los años, mientras espera paciente en las calles que rodean la basílica de Jesús de Medinaceli, afirma estar «muy disgustada» con las colas que se forman cada mes de febrero porque «Jesús sentiría vergüenza de ver este espectáculo que damos entre todos los días previos». Y es que la espera para besar la famosa talla crea numerosos conflictos entre los devotos. Según se comenta en los corros de los fieles más precoces «hay años en que ha habido varias peleas en la cola con gente que se intenta aprovechar». Isidra reconoce que el año pasado tuvo «una discusión con un señor que se intentó colar».

Además, como cada año, hay sospechas sobre gente que paga a otros para que les guarden el sitio o que, directamente, compran el sitio a gente que previamente ha hecho la cola. «Todos sabemos que hay gente que hace estas cosas», confirman Toñi y otros de los que esperan reunidos en las inmediaciones del templo. Sin embargo, Sara, que lleva acudiendo seis años sin interrupción, afirma que «nunca he visto nada de reventa, por mucho que la gente lo comente». Sheila explica que «las familias se turnan para hacer la cola, por lo que cuando abren las puertas del templo mucha gente no ha visto a todos los que tienen reservado el número» lo que provoca «malentendidos» entre los que esperan.

Reservas plastificadas

Se espera que cerca de medio millón de fieles pasen por la basílica a besar los pies de la talla conocida como «El Nazareno». Las colas comienzan en febrero, por lo que la climatología obliga a los feligreses a proteger sus números de reserva plastificándolos. Familiares, amigos y hasta compañeros de trabajo están incluídos en las reservas, que se multiplican por las paredes en estas últimas semanas de espera.