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Berlanga pierde el bigote

El actor José Sazatornil, Saza, en 2013
El actor José Sazatornil, Saza, en 2013larazon

De la amplia panoplia de primeros actores teatrales y secundarios de lujo del cine, José Sazatornil «Saza» fue uno de los actores imprescindibles en cualquier comedia española desde los años 50 a 2006. Cada aparición suya, por pequeña que fuera, era garantía de calidad y diversión asegurada. Ya fuera una funcionario airado, un reportero insistente, un marido ultrajado o el gesticulante dueño de una tintorería, la presencia de este actor tan reconocible por sus arranques histriónicos devoraba la escena al actor principal con sólo levantar las cejas, abrir desmesuradamente la boca y fruncir el ceño, imagen esencial del español cabreado del cine de aquellos años.

Como actor nacido en Barcelona, sus primeros papeles se los ofreció el director I.F. Iquino en comedias protagonizadas por un plantel de actores cómicos españoles que comenzaban en el cine en los primeros años 50. Coincidieron con el debutante «Saza» cómicos tan prestigiosos como Gila, Mary Santpere, Paco Martínez Soria, Tony Leblanc, José Luis Ozores y Antonio Riquelme, a los que se irían añadiendo Laly Soldevilla, Manuel Alexandre, José Luis López Vázquez, Luis Ciges y actrices de carácter imprescindibles como Matilde Muñoz Sampedro, Julia Caba Alba y María Isbert. Para los espectadores de los 50, años de recuperación de la comedia española costumbrista previos al desarrollismo, todo estos actores eran sumamente populares y tan reconocibles como plurifuncionales.

En grupos corales

Algunos, como Mary Santpere y José Sazatornil, eran fácilmente identificables como catalanes por su acento y gracejo regional, al igual que Xan das Bolas era el portero o vigilante nocturno gallego y Capri el humorista depresivo por excelencia del teatro catalán con incursiones en el cine en algunas comedias. Eran tipos populares, como el andaluz o el valenciano, que se repetían desde hacía un siglo en el teatro y después en el cine costumbrista que siguió a la época dorada del cine épico de cartón piedra de la Cifesa. Era lógico que José Sazatornil acabara interpretando papeles importantes, aunque siempre en grupos corales, como acabó configurándose el cine español más popular de los años 50 y 60. La importancia de un actor de reparto de la categoría de «Saza» o José Luis Ozores no se medía por alcanzar el protagonismo en una película, cosa que la mayoría de ellos lograron numerosas veces, sino por fluctuar en un sorprendente reparto de grandes estrellas de secundarios como siempre ha funcionado el cine español. Igual José Luis López Vázquez o José Isbert protagonizaban «Atraco a las tres» o «El verdugo», que pasaban de nuevo a actores de reparto.

Para «Saza» su primera gran oportunidad de demostrar su vis cómica se la ofreció el papel de Mauricio en «El difunto es un vivo» (1955), remake de la obra en la que el maño Paco Martínez Soria interpretaba el papel principal junto a Mary Santpere. Todos ellos habían comenzado en Barcelona en la compañía teatral de Paco Martínez Soria reverdeciendo esta comedia de Francisco Prada e I.F. Iquino que ya había triunfado en los años 40. Suele pensarse que hasta que actores tan grandes y creadores de un personaje propio en el cine y el teatro popular como «Saza» no interpretan papeles serios o con un mayor registro dramático, en películas de maestros como Berlanga, no adquieren la categoría de grandes actores. Es falso. La carrera de José Sazatornil está jalonada de soberbias interpretaciones en papeles secundarios o protagonistas, tan bien definidos y cuidados como el Jaume Canivell de «La escopeta nacional» (1978).

La valía de José Sazatornil era sobradamente reconocida por la profesión y el público, que aplaudía cualquier interpretación suya en cuanto aparecía en un plano, por pequeño o insignificante que fuera el papel. Siempre hacía reír. Cuenta Mónica Randall, que cuando preparaban las primeras escenas del matrimonio Canivell, se les ocurrió la idea de cambiar los diálogos por variaciones tópicas de cómo hablan los catalanes en castellano, con un marcado acento, y en las escenas íntimas lo hicieron en catalán, como es propio en un matrimonio de Barcelona. Esa idea y la obsesiva interpretación del industrial catalán que paga la cacería franquista fue parte esencial del grandísimo éxito de la película de Berlanga, pues redoblaba la gracia de las escenas de ambos, como una parodia del catalán alucinado ante la altanería del estamento franquista.

Años después, Berlanga le encargaría uno de los papeles principales de «Todos a la cárcel» (1992), donde volvió a demostrar lo cuajado de su personaje y la naturalidad con la que se movía entre una multitud de primeros actores y actores de reparto, sobreponiéndose al batiburrillo general y a un guión que lograba salvar con su sola presencia.

Entre tanto, José Sazatornil siguió su carrera comercial interpretando papeles principales en comedias absurdas como «El fascista, doña Pura y el follón de la escultura» (1983), alternados con otros de más enjundia como «La colmena» (1988), «El año de las luces» (1986), «Espérame en el cielo» (1988), «Amanece, que no es poco» (1989) y «Todos a la cárcel» (1993).

Con luz propia

Es importante reconocer que sus interpretaciones en estas películas, tan elogiadas por la crítica, algunas tan memorables como su papel del guardiacivil en «Amanece, que no es poco», de José Luis Cuerda, ya estaban implícitas en numerosas comedias del cine cochambroso del destape, con títulos tan risibles como «El último tango en Madrid» (1975), «La zorrita en biquini» (1976), «La avispita Ruinasa» (1983), «Playboy en paro» (1984) y una de las más friquis, «El donante» (1985), con Andrés Pajares, donde Saza brillaba con luz propia.

Una historia curiosa es el parecido del actor con la caricatura de «Martínez el facha» dibujada por Kim para «El Jueves». El propio caricaturista reconoció que se había inspirado en la imagen de José Sazatornil y que durante un tiempo barajó la posibilidad de realizar una película interpretada por el actor barcelonés. Nunca se llevó a cabo pero fue Antonio Mercero quien le dio la oportunidad de interpretar a un facha inconmensurable en «Espérame en el cielo», papel por el que le concedieron el Goya al mejor actor en 1989.

La carrera profesional del gran Saza abarca un número ingente de películas, más de un centenar, numerosas series de televisión y producciones teatrales. Fue uno de los grandes actores del cine español, que siempre hizo feliz a los espectadores con sus divertidas interpretaciones del español medio: un bocazas pusilánime, nervioso y en perpetuo estado de cabreo que sale trasquilado allá donde se mete. En su vida cotidiana era un hombre tranquilo y apacible, que se transformaba en un gesticulante actor cuando el director gritaba: ¡acción!

Uno de los actores más populares del cine español