Fichajes

Amarillos

La Razón
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El oro negro es el petróleo con que los jeques financian costosos fichajes. Abren el grifo con la presión necesaria, el espeso chorro preciso y a más de un futbolista, y más de un club, le ponen un piso. ¿Y el oro amarillo? Sería el de toda la vida, con sus quilates correspondientes, si no fuera porque de Asia ha llegado un barco cargado de... millones y millones de dólares que manan, inagotables, de esas profundas bodegas de un oscuro infinito. En la década de los 60 del siglo XIX fueron los chinos, gente aplicada y laboriosa, la mano de obra contratada a precios de saldo por comerciantes españoles, la que suplió a los esclavos negros en La Habana. Treinta años antes irrumpieron en California con la fiebre del oro, hoy fiebre amarilla en el mundo occidental. Bazares, pequeñas tiendas de alimentación, pueblan los rincones más insospechados de la geografía española. Alquilan locales, o los compran, pagan a tocateja, trabajan sin horario, venden alcohol después de las diez de la noche, pan barato y crujiente, menos pesado que un soplillo, y una cantidad ingente de productos de segunda o tercera necesidad. Todo cabe en sus atestadas estanterías.

Pero ahora el negocio es superior, si es que lo es pagar 20 millones netos al año a un futbolista que, en 76 partidos con su selección, siendo delantero ha marcado 13 goles y ha cumplido los 32 años. Tévez, el «Apache», forma parte de ese rancio muestrario que los clubes de fútbol de aquel confín que Tebas quiere colonizar incorporan para hacer afición antes de la ola definitiva. El tsunami podría llegar con jugadores consagrados y en edad de merecer o con fenómenos de la talla de Messi, el más claro objeto de deseo.