PSOE

La falacia de las primarias

La Razón
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¿Cuándo van a enterarse los partidos políticos de las nefastas consecuencias derivadas de la celebración de primarias para elegir a sus máximos representantes? Por más exaltación demagógica –la calificación es mía– que se haga de ellas como avance democrático, la realidad demuestra más defectos que virtudes, más perjuicios que beneficios.

A las pruebas me remito. En el PSOE van de mal en peor. Por primarias fue elegido José Borrell frente a Joaquín Almunia. Echaron a aquel y se presentó éste. Comunidad Valenciana 1999, ganó Joan Romero sobre Antonio Asunción. Dimitió el primero y hubo de presentarse el segundo. Madrid, Tomás Gómez triunfó sobre Trinidad Jiménez. Lo destituyeron y Ángel Gabilondo fue el ungido de cara a las elecciones. Por no hablar de la reciente historia de Pedro Sánchez, expulsado de la poltrona e inmerso ahora en la batalla interna.

Por fuera, también a calderadas. En Francia, tanto republicanos como socialistas, los dos partidos más importantes hasta hace unos días, presentaron a sus candidatos,Fillon y Hamon, tras ser nominados en primarias. ¿Quiénes pasaron a la segunda vuelta? Emmanuel Macron y Marine Le Pen, que no habían pasado por la voluntad de afiliados y simpatizantes. Reino Unido, Jeremy Bernard Corbyn se hizo con la jefatura del Partido Laborista y, según las encuestas, pierde un centenar de diputados.

Finalmente, el Partido Popular acaba de instaurar el sistema de primarias y proliferan los altercados internos e inéditos hasta ahora en Cantabria, Baleares, Sevilla, Valencia...

Ya sé que en Estados Unidos funciona desde hace mucho tiempo el voto de militantes y simpatizantes, pero no somos como ellos y, además, nadie, sabe explicar el sistema que utilizan. Así es la vida.