Religion

El Papa: «Robar los papeles es un delito»

El miedo a que un nuevo «Vatileaks» se repita cada cierto tiempo se respira en el Vaticano. Algunos cardenales cierran filas en torno al Pontífice, que ayer denunció que estas filtraciones, además de ser «deplorables», «no ayudan» en el proceso de reforma en el que están inmersos

El Papa Francisco ha condenado el acto "deplorable"del robo
El Papa Francisco ha condenado el acto "deplorable"del robolarazon

Ante una Plaza de San Pedro rebosante de fieles, Francisco aprovechó el rezo del Ángelus para hablar de la polémica del nuevo «Vatileaks». La publicación de los libros «Via Crucis» y «Avarizia» de dos periodistas italianos, elaborados a partir de documentos secretos robados, provocaron esta semana un tsunami eclesial al intentar demostrar el uso fraudulento que la Santa Sede estaría haciendo de las finanzas. El monseñor español Lucio Ángel Vallejo Balda, responsable de uno de los departamentos vaticanos de economía, fue arrestado el fin de semana pasado acusado de filtrar los documentos. Otra sospechosa es la asesora Francesca Chaouqui, quien ya ha sido interrogada al menos dos veces, aunque ella sí goza de libertad. Ante este panorama, desde la ventana del estudio pontificio, Francisco quiso lanzar un mensaje tranquilizador a los fieles. «Sé que muchos os habéis visto turbados por las noticias que han circulado los días pasados sobre documentos reservados de la Santa Sede que han sido sustraídos y publicados» y «por eso querría decirles lo primero de todo que robar estos documentos es un delito», recordó Bergoglio. «Es un acto deplorable que no ayuda», añadió.

Francisco explicó que «yo mismo había pedido hacer este estudio, y estos documentos ya los conocíamos bien mis colaboradores y yo y se tomaron algunas medidas que han comenzado a dar sus frutos, también algunos de ellos visibles». «Pero quiero decirles también que este triste hecho no me desvía ciertamente del trabajo de reforma que estamos llevando adelante con mis colaboradores y con la ayuda de todos vosotros».

El Pontífice reclamó entonces la ayuda de todos los fieles, porque «la Iglesia se renueva con la oración y con la santidad cotidiana de cada bautizado. Por eso os agradezco y os pido continuar orando por el Papa y por la Iglesia, sin dejarnos turbar pero yendo adelante con confianza y esperanza».

El recuerdo del robo de documentos personales de Benedicto XVI en 2012 por el que fuera su mayordomo, Paolo Gabrielle, se ha vuelto a instalar estos días en el Vaticano. Cuando algunos pensaban que ese episodio ya había sido superado, los sentimientos de dolor y frustración han vuelto a aflorar en el interior de los muros vaticanos. Y es que es sabido que el proceso de reforma emprendido por Francisco poco después de iniciar su pontificado no es del agrado de muchos miembros de la curia romana, quienes verían peligrar los privilegios de los que gozan. Un hecho que los dos libros tratan de demostrar haciendo uso de números y conversaciones.

A pesar de que Francisco advierte a menudo del peligro del apego al dinero y denuncia a cuantos se lucran y aprovechan de los demás, hay quienes hacen oídos sordos y dan la espalda al Pontífice. Lo que también demuestra este nuevo episodio de traición y deslealtad es que la curia romana continúa afectada por las 15 enfermedades que denunció Francisco hace casi un año. Entre ellas, el pasado diciembre citó el endurecimiento mental y espiritual; el excesivo funcionalismo; la rivalidad y la vanagloria; la indiferencia hacia los demás; la acumulación de bienes y la ganancia mundana.

Bergoglio conoce bien los problemas del Vaticano y ayer advirtió de que la actitud del cristiano es la de «fiarse de la providencia de Dios y servir a los hermanos más pobres sin esperar nada a cambio». Denunció que muchos están enfermos por tener el corazón apegado a los bienes, lo que provoca que «el corazón se “baje” a la cartera». «Tú puedes tener mucho dinero, pero estar vacío: no hay plenitud en el corazón», subrayó. El Papa criticó a su vez la «soberbia, codicia hipocresía» que manifiestan algunas personas porque «bajo su apariencia solemne se esconden falsedades e injusticias». «No se puede rendir culto a Dios y causar daño a los pobres» o decir que uno ama a Dios pero antepone «la propia vanagloria, el propio lucro», sentenció.

El miedo a que un nuevo «Vatileaks» se repita cada cierto tiempo se respira en el Vaticano, pero algunos no han dudado estos días en cerrar filas en torno a Francisco. Es el caso del número tres de la Santa Sede, el arzobispo Angelo Becciu, sustituto del secretario de estado, quien al estallar el escándalo lanzó un tuit en el que decía: «Acabo de ver al Papa. Sus palabras textuales: vayamos adelante con serenidad y determinación». Y aunque reconoció que están viviendo esta situación «con sufrimiento y desconcierto», aseguró que «el Papa tiene una gran fuerza».

El cardenal Angelo Bagnasco, arzobispo de Génova, aseguró también que «no tengo ninguna preocupación sobre la eventual intención, que si existe es diabólica, de dar la idea de una división, de un distanciamiento del Papa respecto al resto de la Iglesia, de sus colaboradores y cuerpos episcopales». «El Papa no está solo, está acompañado y es apoyado cordial, afectuosa y lealmente por todos los obispos», afirmó. «Es una gran amargura para el dolor que seguramente ha pasado y pasa el Santo Padre y por el mal ejemplo, el escándalo».

Ésta es la versión que ofrecen estos días en el Vaticano y que su portavoz, Federico Lombardi, recordó al señalar que «el camino de la buena administración, del buen hacer y de la transparencia continúa y procede sin incertidumbres». «Evidentemente es ésta la voluntad del Papa y no falta en el Vaticano quien trabaja para ello con plena lealtad y con todas sus fuerzas», aseguró. Lombardi denunció así que con la filtración se quiere dar la impresión de que «reina una permanente confusión, y la falta de transparencia o de la búsqueda de intereses particulares o incorrectos». «Se necesitaría tener seriedad para profundizar en las situaciones y problemas específicos» y «distinguir dónde se encuentran los inconvenientes a corregir» o «ilegalidades que hay que eliminar».

Francisco está inmerso en un profundo cambio de mentalidad de la curia que pasa por adelgazar la estructura de la Santa Sede, controlar los gastos y tener a la sobriedad como principal virtud.