Estreno

Juventud cómica

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Andy Samberg, a sus treinta y siete años, es uno de los nuevos rostros de la comedia estadounidense, que como muchos otros, se hizo un nombre en el Saturday Night Live, en el que trabajó durante siete años. Uno de sus compañeros fue Will Forte, que en la actualidad protagoniza la comedia creada por él mismo, El último hombre en la Tierra. Junto a ellos también participaron en el programa intérpretes que ya son habituales en el panorama cómico, como Bill Hader, Jason Sudeikis y Fred Armisen, o las actrices Tina Fey, Amy Poehler y Kristen Wigg.

Pero también es posible hacerse un nombre en la comedia norteamericana por otros caminos, y si no que se lo digan a Amy Schumer y Aziz Ansari. La primera, que recogió un Emmy en la última ceremonia gracias a su propia serie, ha obtenido el reconocimiento de la crítica tras pasar años viviendo de los monólogos de comedia en vivo. Por su parte, el actor de orígenes hindúes tuvo tiempo de graduarse en una escuela de negocios neoyorquina antes de dedicarse al mundo de la interpretación. Tras destacar en la escena de la improvisación neoyorquina y ser premiado en un festival, creó junto a unos amigos una producción que emitió la MTV. Posteriormente se convirtió en uno de los personajes de referencia en Parks & Recreation. Y tras el adiós de la producción de la NBC, Ansari ha encontrado un lugar en la prestigiosa Netflix con una serie escrita y protagonizada por él mismo, Master Of None. Una producción que ha recibido excelentes criticas y que también se puede ver en la plataforma en nuestro país.

La última hornada de cómicos de la pequeña pantalla, que cada temporada añade nuevos miembros, está compuesta por creadores dispuestos a arriesgar e ir un poco más lejos de los cánones del género, especialmente en lo que se refiere a los canales convencionales norteamericanos. Gracias a su interés por plantear al espectador historias y situaciones novedosas, en los últimos años la comedia televisiva ha mirado más allá de las sitcom convencionales. Aunque no siempre ha funcionado, ha conseguido encontrar un público deseoso de diálogos más próximos a la realidad, al que le agrada reconocer los elementos que envuelven la historia del protagonista. Y que prefiere, antes que la risa fácil, encontrar en el momento más inesperado la referencia o el humor inteligente que le provoque una carcajada.