Historia

Bilbao

Entrenado «a base de golpes y presión»

Imagen de Facebook Juan Carlos Aguilar
Imagen de Facebook Juan Carlos Aguilarlarazon

Juan Carlos Aguilar ha dedicado su vida a las artes marciales y a cultivar su espíritu. Para convertirse en el primer monje shaolín occidental vivió un verdadero infierno. Su iniciación a las artes marciales comenzó de la mano de su maestro y hermano, que lo sometió a un verdadero «martirio espartano». Mientras los demás niños se acercaban a las artes marciales como un juego, Aguilar se sometió a un entrenamiento «a base de golpes, frialdad y presión psicológica extrema. Un trato que hoy no permitiría la sociedad, un trato casi inhumano», tal y como recuerda en su página web. A pesar de todo guarda un buen recuerdo de su hermano, fallecido en 1991: «Golpe tras golpe, endureció la hoja de la espada que hoy conforta mi espíritu». Fruto de este entrenamiento logró abrir su primera escuela de artes marciales a los 17 años. Poco después decidió probar fortuna e ir a conocer de primera mano si la cultura de los monjes shaolines era sólo un mito o en realidad se trataba de una filosofía de vida encaminada a fortalecer el espíritu y a cultivar el cuerpo a través de las artes marciales. En 1992 superó las pruebas de acceso, a las que se presentaron más de 200 candidatos y de las que sólo él logró completar la formación: «Allí te enseñan a conocerte a ti mismo. Te someten a situaciones extremas, no para ver si vales, sino para que conozcas tus límites. Los budistas tratan el cuerpo y la naturaleza como una unidad. Exigen unas características físicas determinadas y trabajadas y sólo admiten a las personas que tengan un control del cuerpo». Cuando regresó a España se cambió su nombre de Juan Carlos por el de Huang C., se convirtió en una celebridad, trasladó su filosofía de vida por varios programas de televisión y radio y en 1996 fundó el monasterio budista español Océano de laTranquilidad en Bilbao, en el mismo lugar en el que se ubica el gimnasio en el que, a base de golpes, dejó el pasado domingo con un hilo de vida a una prostituta. De forma paralela ganó ocho campeonatos de España y cuatro del mundo de kung-fu. En sus multiples apariciones televisivas indicaba que la filosofía de vida budista estaba basada en fortalecer el Chi-kung, el espíritu vital. «Los budistas tratamos de superar nuestro instinto animal y entrar en otro plano espiritual, lleno de sabiduría, psicología y trascendencia», declaraba en una entrevista de Antena 3, en la que demostró cómo podía caminar sobre ascuas sin sufrir ningún percance, soportar el contacto de un metal incandesceste en su lengua, depilarse el brazo con un cuchillo o colocar una lanza sobre su cuello, doblarla y permitir que le partieran una barra de ladrillos en la espalda sin sufrir un rasguño. Para lograrlo, explica, «la mente aísla los sentidos del mundo, libera la mente y sólo de esta manera se logra evitar no sólo el daño, sino también el dolor». «Para mí, las llamas son seres vivos y antes de pasar sobre ellas les pido perdón y ellas a mí también», afirmó. Para Aguilar, «estas pruebas no requieren un esfuerzo mental añadido, me cansa más intentar explicar nuestra filosofía». Durante estos 20 años ha viajado para conocer la espiritualidad de las distintas culturas y religiones y ha estudiado música, escultura, filosofía y teología. Esta forma de vida se desmoronó cuando le detectaron un tumor cerebral. El budismo en el que tanto creía no pudo evitar una enfermedad que tiró por tierra, a sus 47 años, todo en lo que había creído.