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Roberto Domínguez: «El Juli, dueño de su destino»

Roberto Domínguez: «El Juli, dueño de su destino»
Roberto Domínguez: «El Juli, dueño de su destino»larazon

La inesperada proposición para el apoderamiento de Julián fue una mezcla de sorpresa, reto y estímulo. Hasta que comencé a tratar en profundidad a la persona, jamás mezclé experiencias ni formas de torear, porque desde la primer instancia comprendí que El Juli podía marcar camino para el futuro del toreo.

Estoy orgulloso de haber sido una de las primeras personas convencidas de que Julián poseía lo que la mayoría de los críticos y taurinos le negaban. Mi desafío fue también ver que yo era capaz de hacer posible el cambio de esa opinión que le envolvía y que consiguiera estar por encima de todo y, sobre todo, del terrible bajón que experimenta el artista cuando desaparece la novedad. El Juli lo hizo suyo. Postura valiente que se agiganta cuando uno recuerda los inicios del apoderamiento. Tras unos primeros años de incansable lucha contra la opinión y el rumbo adquirido, las dudas llegaron a ser constantes.

Sin embargo, mi admiración hacia él se acrecentaba al comprobar cómo siempre aceptaba el análisis que le realizaba. Sin un mal gesto. Sin reproche alguno. Después de faenas puntuales en las que marcó el rumbo a seguir, empezó a poner voz propia. Hasta entonces había resuelto admirablemente todas las encrucijadas, incluidas las que le habíamos colocado las personas de su entorno. A partir de ahí, El Juli fue una realidad.

Actualmente, Julián es consciente de su responsabilidad ante el espectáculo y, en estos momentos, sabe perfectamente qué toro necesita para seguir creciendo y sorprendiendo. Sólo torea donde considera que el trato es el adecuado y donde se dan las garantías necesarias para que su éxito se cuide y se valore en beneficio del aficionado que va a la plaza a verle.

Lo que comenzó como compromiso anual se ha alargado ya diez temporadas. El trato humano y las conversaciones de toda índole, no estrictamente taurinas, han sido fundamentales para alimentar esta relación. Ahora sí, por sus manos pasa su futuro y, en cierto modo, el del toreo.