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Calenques: trekking por los fiordos franceses

A pocos minutos a pie de Cassis se ven ensenadas de agua esmeralda y bahías pequeñas como la de Port Pin o d´En-vau, repletas de veleros y kayaks.
A pocos minutos a pie de Cassis se ven ensenadas de agua esmeralda y bahías pequeñas como la de Port Pin o d´En-vau, repletas de veleros y kayaks.larazon

Desde Marsella hasta Cassis, una ruta a pie por las Calenques nos desvela algunos de los secretos mejor guardados de la Provenza.

Esta ruta, tan bella como singular, comienza en Marsella, cuyo puerto cuenta con una importancia primordial desde tiempos inmemoriales, visto bajo una esplendida luz mediterránea y aromatizado por el jabón de Marsella que venden en los puestos ambulantes, emana esa sensualidad que ha llenado letras de canciones, libros y películas, desde Dumas, Lamartine o Marcel Pagnol hasta Simone de Beauvoir... Si, a todo esto, se le añade el mayúsculo reflejo en el techo del Pabellón del Espejo, obra reciente de Norman Foster & Partners que da origen a un curioso mundo del revés, los mimos suspendidos en el aire contemplando la marina y las olas de emigración que han desembarcado en el viejo puerto, se empieza a comprender el alma de Marsella.

El guía de Huwans que nos acompaña en el recorrido marsellés es un enamorado de la ciudad en la que vive y trabaja. Se le nota en la pasión que pone al remontarse a sus orígenes fenicios, comentando diferentes épocas de la controvertida historia marsellesa, hasta llegar a la urbe de hoy, representada en barrios como Le Panier, antiguo gremio de panaderos que, coronado por la basílica de Notre Dame de La Garde, se ha convertido en un claro exponente de la movida marsellesa. Paseando por la avenida de Canebière, antaño frecuentada por la alta sociedad durante la tercera República, se llega al pintoresco barrio de Noailles, donde la «mélange» multirracial está presente en cada esquina, especialmente en el mercado callejero cuyas frutas, verduras, especias y flores nos hacen sentir en Marruecos, Argel, Indochina, India e incluso en Francia, en el mismo espacio, en la misma calle, en la misma época...

El tiempo apremia. Apenas tenemos unas horas para llegar a Cassis antes de que anochezca. Antes de bajar el telón, la ciudad nos ha reservado uno de sus últimos y más impresionantes espectáculos. La nueva arquitectura levantada con motivo de la nominación de Marsella como ciudad de la cultura 2013 incluye el Museo de las Civilización Mediterránea y Europea (MuCEM) de Rudy Ricciotti, que está conectado por un puente largo y delgado con el fuerte de San Juan, del s. XVII, y tiene una etérea estructura cristalina donde se refleja la silueta bizantina de la catedral de Sainte Marie Majeure... Y también incluye el Centro de Arte Contemporáneo (FRAC) de Kengo Kuma, logrando ambas edificaciones una interesante fusión arquitectónica a la orilla del mar.

Cassis aparece en la lejanía bajo la luz del ocaso como un acogedor pueblo marinero, cuyo pequeño puerto se anima al anochecer, cuando la gente llena las tabernas y restaurantes para tomarse una copa del rosado que afama la zona, acompañando un pescado recién salido de la mar, o quizás regando una deliciosa bullabesa provenzal.

El día siguiente empezará la aventura de las Calenques, el trekking por los fiordos franceses, de la mano de Steven y Frederic que conocen cada cala, cada hierba y cada flor del recorrido. Cuando salimos, al amanecer, las barcas pesqueras vuelven con un botín que venden directamente a la gente que los aguarda en el puerto, impacientes por ver la pesca del día. Y con la mochila al hombro, cantimplora, buenas botas y buen talante, empezamos a caminar hacia Port-Mieu y Port-Pin, siguiendo los certeros pasos de los guías de Huwans. Los 10 kilómetros de costa entre Cassis y Marsella entrañan los acantilados más altos de Francia, las famosas Calenques, que parecen fiordos noruegos inmersos en flora mediterránea y compuestos de piedra caliza.

Marchamos bordeando los acantilados que esconden bahías como d’En-vau o Port Pin lleno de veleros y kayaks navegando en sus aguas esmeraldas. Siempre a paso ligero, sólo paramos de vez en cuando a escuchar a Steven hablando de las propiedades medicinales de esta hierba con forma de campanilla o del buen sabor que da a los guisos esa otra, o de lo peligroso que es tocar aquella que provoca irritantes picores. Tras tres horas de caminata bajamos hacia una cala y nos sumergimos en sus cristalinas aguas que nos devuelven la energía y nos quitan el calor, antes de sentarnos a disfrutar del picnic que nos han preparado: melón dulce y sandía jugosa, patés de aceitunas negras y verdes, salchichón a la pimienta, ensaladas con tomates que saben de verdad, queso de cabra.... Son algunas de las viandas con que se ve recompensado el esfuerzo mañanero. Charla, siesta y, de nuevo, en ruta subiendo y bajando, mientras el paisaje espectacular de las Calenques se presenta en cada recoveco como un espejismo de acantilados calizos guardando celosamente esas rías de agua marina, turquesa y esmeralda, matizadas por el verde oscuro de los pinares y el plateado de los olivos. Cassis aparece de nuevo en el horizonte, la auténtica postal de pueblo marinero. Recogemos el equipaje en el hotel Le Golfe, con vistas al puerto, y emprendemos camino hacia la montaña.

Los Alpes de la Alta Provenza

En apenas dos horas estamos en otro mundo. La segunda parte de la multiaventura se desarrolla en Prads Haute-Bleone, en el corazón de los Alpes de la Alta Provenza. Un paseo por el pueblo, una rica cena montañesa en el restaurante y a dormir en las yurtas mongolas salpicadas por los vastos prados a la salida del pueblo. Toda una experiencia. Un volver a la niñez cuando al entrar en el espacio circular donde cuatro camas de madera, una estufa en el centro, acogedores quinqués y dibujos naif en los muebles nos hacen sentir protagonistas de una fábula infantil y dormir como niños. Si el cielo nocturno tenía más estrellas que ninguno y la Vía Láctea se mostraba diáfana, el amanecer no tiene nada que envidiarle. El sol aparece tras la montaña sacando a las yurtas de la sombra, desvelando lo espectacular del escenario alpino.

Esa jornada ofrece dos opciones: para los más audaces, la subida de 1.000 metros por la Vía Ferrata les recompensará con impresionantes vistas. Aquellos poco amantes de las alturas pasearán entre los prados de la Baisse du Carton, donde campan los pastores con sus ovejas bajo la astuta mirada del águila real. El día siguiente se dedica a las técnicas de supervivencia, que si bien parecen fáciles, llegado el momento, nunca se nos hubieran ocurrido. Durante el camino a la gruta Saint Labre, cercana al río de l’Arc, nuestro guía nos da una lección sobre la fauna y flora endémica aderezada con anécdotas y leyendas.

Claves

Cómo llegar: Renfe dispone de conexiones directas y muy cómodas entre España y Marsella.

Información: El viaje «Multiaventura en la Provenza» tiene una duración de 4 días/3 noches. Lo organiza la agencia Huwans.

Contacto: reservas@huwans.com; calle de Olid, 14 Madrid.