Andalucía

El as de Espadas: «La luz que ilumina» la vía del PSOE-A para pactar con Podemos

El alcalde lleva dos mandatos sostenido por la marca blanca de la formación morada en Sevilla. Un pacto de Díaz con Rodríguez es inviable

Juan Espadas junto a Pedro Sánchez y, a la derecha de la imagen, Susana Díaz, en un acto del PSOE
Juan Espadas junto a Pedro Sánchez y, a la derecha de la imagen, Susana Díaz, en un acto del PSOEManuel OlmedoManuel Olmedo

«Suela y labia, Juan», le aconsejó Alfonso Guerra a Juan Espadas. Al munícipe se le tilda de «quietista» aunque sin alharacas ha reeditado mandato y ha sabido apaciguar la amplia dualidad del imaginario hispalense. Tampoco tiene grandes enemigos en el PSOE ni alianzas orgánicas, como Montero. Fue designado por Griñán en plena descomposición de la etapa de Monteseirín, casi puesto a los pies de los caballos del «efecto Zoido», un momento político concreto en plena crisis que alcanzó –inédito desde Del Valle– una aplastante mayoría absoluta en Plaza Nueva. Espadas aceptó ponerse delante como candidato cumpliendo el encargo envenenado, aún sabiendo que sus opciones eran más que nimias y –algo que forma parte de su identidad– siguió creyendo o se convenció de que había que creer. Cuando en 2011 parecía que Zoido era una hidra electoral de tres cabezas, Espadas mantuvo la calma. Cuando a Zoido le paraba toda Sevilla en el Corpus como si fuera Obama reencarnado en Fregenal de la Sierra y se apostaba por una era en la capital andaluza sin contestación y casi eterna similar a la de Teófila Martínez en Cádiz, Espadas barruntaba: «Esto es muy largo». Cuatro años después, era alcalde. A favor de Espadas entonces y ahora en las aspiraciones a liderar el PSOE-A, una vez que ratificó que no sujetará el bastón de mando municipal más de ocho años, está su capacidad para ganarse a los adversarios a ambos lados del espectro político, ya sea pactando con Cs o con la marca blanca de Podemos. El regidor de Sevilla no tiene prejuicios a la hora de buscar sinergias o aplaudir a un histórico alcalde popular como Francisco de la Torre en Málaga. Ahí radica uno de sus pluses respecto a Susana Díaz, en cuyo regazo se movió políticamente en su primer mandato y de la que se ha sabido distanciar en tanto que la ex presidenta fue cayendo en desgracia. A Espadas no le gustó que Susana Díaz le impusiera recolocaciones tras la caída de San Telmo en el Ayuntamiento hispalense, a modo de delfines sucesorios, como la ex consejera Sonia Gaya.

Desde la irrupción de Podemos, Susana Díaz no ha escondido la urticaria que le produce la formación, a la que no despoja del atributo de «populista». Al hacer balance del primer año de Gobierno de PP y Cs y de PSOE-A en la oposición, Susana Díaz no escondió las diferencias con Adelante, a cuya líder, Teresa Rodríguez, profesa una animadversión que es recíproca. «Somos dos fuerzas distintas», señaló, matizando que en algún momento, como con las mociones por la Sanidad, ha habido entendimiento pero hay «dos idearios distintos». «El PSOE es partido de Gobierno y no pierde la perspectiva de lo que se puede y no hacer», criticó, a medio gas, dada la tesitura nacional, a Podemos. Ni siquiera ante la posibilidad cierta de que PP, Cs y Vox despojaran al PSOE de la Junta de Andalucía, como ocurrió, hubo acercamientos sinceros entre PSOE y Adelante. Las líderes de ambas formaciones no se soportan. Espadas, por contra, lleva dos mandatos con los podemitas como cómodos socios, a base de determinadas concesiones que logra que los sectores más tradicionales de Sevilla acepten. Cuando Espadas pugnaba por la Alcaldía, en plena crisis del PSOE local, decía: «Son tiempos de cambio; o cambiamos o nos cambian». Su alegato recuerda a momentos de su intervención esta semana en Madrid señalando que estará «a disposición del partido», que es la forma elegante de aceptar que no descarta ese paso. Suenan también en la carrera a la sucesión de Susana Díaz el diputado por Jaén Felipe Sicilia, señalado desde Ferraz, y la ministra de Hacienda María Jesús Montero, ahora con la proyección de la Portavocía del Gobierno y a la que PP y Cs en Andalucía otorgan el papel de líder de la oposición real, dado que Díaz lleva un ejercicio «grogui» tras la caída de la Junta y ahora agacha la cabeza ante los designios de Pedro Sánchez, así pacte con los independentistas. Paradójicamente, el que era el delfín de Monteseirín para la Alcaldía en 2011 y al que la decisión de Griñán y las diferencias con Díaz enviaron a una travesía por el desierto, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis (quien también ha considerado que el defenestrado Mario Jiménez es un «activo de futuro»), es hoy uno de los políticos más influyentes dentro del círculo de Sánchez. Celis ha mostrado su predilección por el talante y el talento de Espadas y ha aplaudido su capacidad de entendimiento. También lo arropó en Madrid en el acto de Espadas en alto. La capacidad para no despertar animadversión de cara a futuros pactos es uno de los ases de Espadas en la manga, si no para liderar el PSOE-A, dados sus escasos apoyos orgánicos, para tener opciones como candidato a la Junta. Susana Díaz ya trabaja en afianzar apoyos provinciales. El estudio del Centra ratifica la política de bloques y la necesidad del PSOE andaluz de reeditar el pacto nacional con Podemos e IU para tener aspiraciones de gobernar. De las palabras de Alfonso Guerra a las de Alfonso Rodríguez Gómez de Celis: «Frente al Presupuesto andaluz de las ‘tres derechas’, tenemos una luz que nos ilumina que es el alcalde de Sevilla». La vía Espadas.