
Naturaleza
El bosque de laurisilva más espectacular de Europa está en España: vegetación milenaria y vistas al Atlántico
Este lugar se extiende por más de 14.000 hectáreas de terreno

A tan solo 20 kilómetros de Santa Cruz de Tenerife se encuentra uno de los pulmones verdes más valiosos de Europa: el Parque Rural de Anaga. Este lugar, que se extiende por más de 14.000 hectáreas de terreno y que ocupa el 7% del territorio tinerfeño, alberga el mayor bosque de laurisilva del continente, un ecosistema relicto de la era terciaria que hoy sobrevive en contados rincones del planeta.
Declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 2015, Anaga es un refugio de biodiversidad y un testimonio vivo de la conexión armónica entre naturaleza y tradición. Su vegetación milenaria, donde predominan especies como el laurel, el viñátigo o el tilo, ofrece un espacio natural de verde perpetuo, gracias a la humedad que le aporta la influencia de los vientos alisios.
Este bosque húmedo y frondoso constituye un hábitat ideal para una variada fauna, con especies endémicas como la paloma turqué y la paloma rabiche; y reptiles como el lagarto tizón. La riqueza biológica y paisajística del parque lo convierte en un destino de máxima importancia para el ecoturismo, especialmente para los amantes del senderismo.
Senderos
La red de senderos del parque permite explorar sus rincones desde distintos niveles de dificultad. Uno de los más populares es el Sendero de los Sentidos, una ruta interpretativa diseñada para reconectar con el entorno natural a través del tacto, el olfato, la vista, el oído y el gusto. Ideal para familias y visitantes sin experiencia previa en montaña, este recorrido es una puerta de entrada a la inmersión sensorial que ofrece Anaga.
Para los más deportistas, la ruta más exigente de este sendero culmina en el Mirador del Llano de los Loros, desde donde se puede observar una panorámica imponente de la capital chicharrera, el Barranco de Tahodio y las gargantas que caen hacia el Atlántico. Las playas de arena volcánica, como la de Benijo, completan esta pintura de contrastes que define el paisaje anaguero.
Sin embargo, Anaga no es solo naturaleza salvaje: en sus laderas y barrancos se encuentran pequeños caseríos dondeviven alrededor de 2.000 personas, muchas de ellas dedicadas a la agricultura tradicional. Cultivos como las papas, los viñedos y las frutas se desarrollan en huertos que han sabido integrarse en el entorno, respetando los ciclos naturales y conservando prácticas centenarias.
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