Hispanofobia: Acoso y derribo a Cristóbal Colón
Chicago sustituye en las escuelas el día dedicado al conquistador español por el “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”, enmedio de un clima de reescritura de la historia
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Suma y sigue en la campaña contraria a la herencia española en EE UU La última noticia, la suspensión del Día de Colón en Chicago, que observan no menos de trescientos mil estudiantes en la gran ciudad asomada al lago Míchigan. A partir de ahora el 12 de octubre pasa a ser el Día de los Pueblos Indígenas por orden de la alcaldesa demócrata, Lori E. Lightfoot, tras convocar al efecto una comisión de fusileros.
Estamos ante la enésima manifestación de una xenofobia muy arraigada. Blanqueada bajo el fluorescente convencional, pachuli y rollo publicitario, de la teórica preocupación por el destino de unos pueblos indígenas trinchados en la bayoneta del conquistador anglo. Pero así funcionan las cosas en los días de los «social warriors» y los ritos, coros y pánicos del activismo pop. Los indios pasaron de ser los malos de atrezzo en los westerns canónicos, allá por Monument Valley, a usarse como cabeza de lanza para disfrazar el ataque contra la historia. Que no puede borrarse pero si cambiarse de dentro a fuera, remozada, repintada y luego ya canjeada, camelada, rota, adulterada, puesto en almoneda en el mercadillo de las buenas intenciones y el pensamiento débil. Ahí tienen el caso de la tergiversación en torno a Fray Junípero Serra. Objeto de ataques y mofas. Permanentemente situado en la mirilla de unos iconoclastas más bien analfabetos y hasta las cejas de Leyenda Negra.
Qué decir del empeño por cambiar el Día de Colón en todo el país por esa cosita tan mona como carente de tuétano: Día del Respeto a la Diversidad Cultural, dicen. Una aberración, otra chorrada, con carga de profundidad. Si no ha logrado imponerse de forma radical es por el peso, decreciente pero todavía significativo, de la comunidad de raíz italo americana. Por supuesto las estatuas y bustos del Almirante caen en todo el país. La última o penúltima en Los Ángeles. Todo lo arrolla la hispanofobia y, en un sentido más amplio, la incapacidad para afrontar el pasado sin caer en la idiocia. Porque a veces la reaccionaria y ñoña incluso trasciende el odio a los hispano.
Aunque algunos también disparan contra sus propios mitos. El caso de aquel mural en San Francisco, en el colegio George Washington, firmado en 1936 por el emigrante ruso Victor Arnautoff, 13 paneles y 1.600 pinturas con escenas de la vida del primer presidente en varios momentos de su vida, y que incluían denuncias de su trato con la esclavitud. Pues bien, en agosto de 2019 la junta del colegio primero votó por destruirlo y finalmente decidió cubrirlo con unos paneles pedagógicos. Dedicados a las gestas y sufrimiento de los afroamericanos. A contar, uh, «cómo hemos luchado y continuaremos luchando contra la discriminación, el racismo, el odio y la pobreza», según el director del colegio. Poco importó que un antiguo estudiante del GW, el actor Danny Glover, pidiera clemencia para la obra. Convencido, como buen dinosaurio, de que el arte, y la historia, no están para que la gente se sienta cómoda.