Cine
Lois Patiño: "En todo proceso creativo hay una suspensión temporal fuerte"
Basándose en la ferocidad narrativa de "La tempestad" de Shakespeare, el gallego exhibe nuevamente su sensibilidad plástica con "Ariel"
Hay algo inmaterial respirando en esa atávica alquimia ambiental de las Azores: un espacio insular desencajado del tiempo donde lo real fagocita a lo imaginado y los personajes que la habitan son conscientes del papel que interpretan y los elementos naturales acompasan sus ritmos y una actriz convive con una figura fantasmagórica que guía sus pasos. "Estamos tejidos de idéntica tela que los sueños", reza una de las afirmaciones más reconocibles de "La tempestad", de Shakespeare, obra en la que se inspira Lois Patiño para su último y sugestivo trabajo, "Ariel". Nos sentamos con el cineasta gallego para comprobar si también está cosido con los mismos hilos finísimos del texto del Cisne de Avon.
A la hora de adaptar un texto de Shakespeare, ¿cómo se mantiene la pureza del elemento cinematográfico sin incurrir en una propuesta demasiado teatral?
Claro, pues por un lado, estaba esta idea de que la protagonista, que además es la Naturaleza, fuera una mujer a pesar de que en el texto de Shakespeare Ariel es un personaje ambiguo en cuanto al sexo. Desde esa decisión sabía que quería que la película tuviera sus pausas sensoriales, donde vamos viendo la vegetación moverse, los brillos acuáticos, generar desde ahí una experiencia en el espectador de intimidad, como de hechizo, ¿no? Porque Ariel también lo que va haciendo en la obra de «La tempestad» es hechizar a los personajes para irles llevando hacia donde Próspero le ordena y yo quería intentar recrear eso en el espectador. En el origen del proyecto existía esta confluencia de la palabra y del texto teatral, mezclándose con el paisaje, la contemplación, el silencio.
El tratamiento que se plantea del espacio, convierte la isla en una especie de reducto que atrapa a sus personajes, que les condena a no poder salir de esos márgenes. ¿En algún momento se ha sentido atrapado como creador?
Bueno, durante la película, en esta línea metanarrativa que tiene de personajes que se saben personajes y de cómo funciona la relación de los personajes con el autor y del autor con los personajes, se reflexiona sobre la creación artística y cómo un autor también se relaciona con la obra. Creo que durante todo proceso creativo se produce una suspensión temporal muy fuerte, esto de que se te va el santo al cielo. Estás sumergido en el tiempo interior, donde todo fluye de una manera diferente y esto es algo que he trabajado mucho en mi cine: la idea del tiempo exterior que se mueve por el espacio –la cotidianeidad–, y el tiempo interior que se mide por la intensidad de la experiencia –la propia vivencia–, y cuando estás creando, puede pasar en tu experiencia un minuto y fuera han sido treinta. Eso es algo precioso, estar imbuido.
¿Lo de privilegiar las imágenes por encima de las ideas al estilo Laxe viene de un estilo conjunto englobado dentro del nuevo cine gallego?
Viene también de la experiencia de los bosques, la falta de luz, la convivencia con un mar peligroso, digamos, toda la naturaleza y la religión animista. A mi entender, ese es el sustrato gallego en el que hemos crecido Oliver (Laxe) y yo, heredado de nuestras familias y de nuestra cultura, y yo creo que esa atención hacia el paisaje es algo común. Por eso a Oliver le siento como un hermano creativo, tenemos sensibilidades muy parejas.