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Noche de emociones

Atractivo programa con tres obras muy distintas pertenecientes a estéticas muy diversas
La directora polaca Marzena Diakum
La directora polaca Marzena DiakumMarco BorggreveOCNE
La Razón
  • Arturo Reverter

    Arturo Reverter

Madrid Creada:

Última actualización:

Obras de Brahms, Szymanowski y Chaikovski. Violín: Francisco Fullana. Coro y Orquesta de la Comunidad de Madrid. Directora: Marzena Diakum. Auditorio Nacional, 22-III-2023.
Atractivo programa con tres obras muy distintas pertenecientes a estéticas muy diversas. El “Canto de las parcas” es la última obra para coro y orquesta de Brahms, en la que acomete un tema de resonancias épicas. No alcanza la espirituosa calidad ni el toque emotivo de otras anteriores como “Nanie” o el “Canto del destino”, pero mantiene las constantes creativas del compositor en este ámbito. La interpretación nos pareció un tanto pedestre y falta de refinamiento. El Coro, siempre muy fuerte, no acertó a empastar del todo y Diakum no consiguió matizar adecuadamente el singular discurso.
Escuchamos como solista del “Concierto para violín nº 1” de Szymanowski al mallorquín Francisco Fullana, que en pocos años ha ganado varios concursos internacionales y que desarrolla una provechosa carrera allende los mares, con iniciativas de alto valor. Mostró una indudable clase: afinación, control de dinámicas, ataques, vibración cordial. Es arrojado y nervioso y maneja un magnífico instrumento, un Guarnieri del Gesù de 1735, cedido por la Sociedad Stradivari de Chicago.
El sonido, de indudable clase, no es, sin embargo, ni grande ni enjundioso. Delgado y fino, con sobreagudos difícilmente audibles, tan pródigos en la espléndida partitura del compositor polaco, cuajada de accidentes y próxima a las corrientes impresionistas y a las derivadas de un cercano germanismo. Un auténtico encaje de bolillos, aplicada y un tanto débilmente reproducido por el solista; corajudo, entusiasta, de extrema movilidad en sus gestos, entregado y emotivo. A que su arte no brillara en todo momento contribuyó un acompañamiento escasamente matizado. Regaló un curioso y chisporroteante arreglo de “Asturias” de Albéniz.
Diakum pareció, vistos los resultados, encontrarse más a gusto en la “Sinfonía nº 6”, “Patética”, de Chaikovski, ofrecida, con su buena técnica de batuta, un tanto visceralmente, con pasajes bastante enturbiados por una planificación no del todo afortunada, pero gobernada con alma, con emoción, con arrestos de un postromanticismo en sazón. Fue bien cantada la frase lírica que nace tras los primeros compases. Pese a ciertos desajustes y destemples de los vientos e instantes de pasajero emborronamiento general, el despliegue posterior fue muy bien resuelto, con unos trombones y trompas aguerridos y firmes, aunque en la coda las cosas no quedaran tan claras.
Al “Allegro con grazia” le faltó precisamente eso, gracia; y donosura; transparencia y aire bailable. Musculado, como debe ser, el “Allegro molto vivace”, trazado con buen pulso rítmico y muchos decibelios a toda presión. Quizá lo mejor viniera con el “Adagio lamentoso”, temperamentalmente expuesto, con más emotividad y concentración que calidad sonora. Muchos aplausos al final. Había sido una noche de emociones.

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