Fútbol

Miguel Tovar, el sacerdote más joven de España: "La fe no te libra de los problemas, pero da fortaleza para superarlos».

De 24 años, es el capellán del Real Murcia. Aficionado al fútbol desde pequeño, la fe le llevó a ser seminarista para ordenarse

Miguel Tovar, capellán del Real Murcia
Miguel Tovar, capellán del Real MurciaT. M.

En su «despedida de soltero», Miguel Tovar y sus amigos se van a un camping, a hacer caminatas, seguramente a recordar viejos tiempos o a imaginar cómo será el futuro. Miguel no ha cumplido 25 años y es el primero de sus amigos que abandona la soltería. Como en cualquier «despedida» tipo no faltan los disfraces: a él, sus amigos le disfrazan de Noé, el protegido de Dios, el encargado de salvar a las especies de la gran inundación que acabará con todo menos con los elegidos. Ellos, mientras, se visten de animales.

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La próxima vez que se vean, Miguel ya habrá sido ordenado sacerdote.

Apoyo unánime a su decisión

Fue mucho antes cuando Miguel contó a sus amigos que quería ingresar en el seminario. En vez de reunirse con ellos, lo hace uno a uno, para evitar el posible cachondeo que se puede generar una confesión grupal. Sabe que suena raro. El mismo Miguel que iba de fiesta, ahora quiere ser sacerdote. Es una excentricidad porque las ordenaciones van cayendo en España. El año 2022 fue el primero en el que el número de seminaristas bajó del millar. Y ha seguido descendiendo. Lo que más le sorprende, sin embargo, es la reacción de todos. Le apoyan de forma unánime, entienden perfectamente que elija la vida sacerdotal. Quizá porque le conocen más de lo que él cree.

En segundo de Bachillerato los jóvenes están agobiados con la EBAU de primavera. El curso se desarrolla a toda prisa, con exámenes nada más empezar y sin tiempo casi para nada. Miguel estudia, sale con sus amigos, sale con su novia y juega al fútbol. Es un mediocentro defensivo y aguerrido. Él es del Murcia, pero le gusta cómo se despliegan en el campo Busquets y Casemiro, ese tipo de futbolistas que piensan en el equipo, en llevar a cabo el trabajo sucio y a los que no les importa hacer una falta para cortar el juego rival. No hay temporada en la que Miguel no se pierda un partido, o dos, sancionado por sumar demasiadas amarillas.

La paz, en el seminario

Tiene 16 años, cambia física y mentalmente. Se hace preguntas.

Y le falta paz.

Sin embargo, cuando oye a su párroco siente que le interpela como nadie. Un día, un nuevo sacerdote les cuenta su experiencia vital. Miguel descubre entonces que le responde preguntas que ni siquiera había sabido formularse y que esa inquietud, a la que no conseguía encontrar salida, tiene una respuesta.

Sin decírselo a nadie, como si se avergonzase, Miguel visita de vez en cuando un seminario y experimenta esa paz que no lograba encontrar. «Ni en las fiestas ni en el fútbol», piensa. «Esto es lo que me pedía el corazón». Va sobre él, pero también sobre los demás. «Quiero llevar paz, compartir alegría con los que viven con tanto sufrimiento. Ser un faro de luz».

En el seminario encuentra su lugar. En parte porque también se organizan partidos de fútbol entre los sacerdotes. Si esperaba encuentros distintos a los que ha ido jugando toda su vida, se lleva una sorpresa. Los seminaristas son futuros curas, pero también son humanos y jóvenes y apasionados. Se juega para ganar, ni una broma en los partidos entre los que guiarán a los cristianos en España.

La fe y el fútbol no están tan lejos. «En un partido se pasan por distintas fases y tramos, como en la vida. El deporte y la fe son herramientas que pueden salvar al joven. La disciplina, correr hasta el final, luchar y saber que una derrota no es definitiva. Eso enseña mucho sobre la fe», ha descubierto Tovar jugando con amigos, con los sacerdotes y sobre todo en sus años como espectador de fútbol en la Nueva Condomina. Lleva toda la vida viendo al equipo de su tierra. Estuvo en el campo en la temporada 2006/07, la última en la que el equipo estuvo en la élite, Miguel lo vivió en directo, pero si se acuerda es porque se lo han contado: él correteando entre la gente, atento a casi nada, impaciente y viendo el partido sin verlo, como solo puede hacerlo un niño de cinco años.

Ordenado con 24 años

Acaba el seminario y aunque lo habitual en España es que sean ordenados al cumplir 24 años, el Obispo le da permiso para que Miguel sea sacerdote sin haberlos cumplido.

Es el cura más joven de España y, por tanto, hace cosas de jóvenes. Pero con un alzacuellos. La gente le ve, se sorprende y se le queda mirando con extrañeza. Miguel lo siente, pero también es consciente de cómo esa forma de mirarle va cambiando. «Me alegra que la gente vea que los sacerdotes somos gente normal que hacemos cosas normales. Me alegra que la gente vea que Dios se manifiesta en las cosas normales», dice.

Por ejemplo, en ver a un cura en una pizzería. O en el fútbol. Porque Miguel sigue yendo, como ha ido toda la vida. Pero ahora no es uno más. Es un sacerdote, un sacerdote insultantemente joven que va al campo del Murcia y ve los partidos como ha hecho siempre, desde que empezó con sus abuelos o con sus tíos, porque su pasión por el fútbol les llega de ellos y no por su padre. En la grada es un hombre calmado, que analiza las alineaciones o las jugadas y que no ve nada bien que se proteste al árbitro.

Capellán del Murcia

Llama tanto la atención que un día sale en «La Verdad de Murcia». El club lo lee y le pregunta si puede ser su capellán. Acepta, claro. «Soy la presencia de la fe», asegura. Se encarga, entre otras cosas, de la ofrenda floral a la Virgen de la Fuensanta. «Tenemos una capilla, a veces voy a los entrenamientos, bajo antes al túnel de vestuarios o pongo unas flores», cuenta por teléfono, antes de Nochebuena.

Está en Caravaca, su tono murciano es inconfundible. Miguel Tovar, 24 años, ex futbolista, ex adolescente, ex novio, ex laico, sigue: «La fe ayuda a ser humilde. La fe no libra de los problemas, pero te da fortaleza para superarlos».