Análisis
Dirigiendo la cloaca
Los del Peugeot sabían bien cómo esconder las urnas y amañar elecciones
Sánchez no se va porque sabe que en cuanto salga por la puerta le caen encima todos los casos de corrupción que le avinagran el semblante. Ni tan siquiera asoma ya por su boca la risotada de alimaña con la que tanto disfrutaba. Ayer fue al Congreso a informar de la cumbre europea y acabó dando un mitin. Es la costumbre. No explicó por qué gobierna sin presupuestos ni mayoría. Se dedicó a insultar al PP con su habitual estilo zumbón. A Ayuso, a Moreno, a Mazón, a Feijóo. Todo vale, incluso lo peor: «colaboración cero» con la dana, uso del dolor de las víctimas en beneficio propio, manejo de los medios del Estado contra el adversario, montar y dirigir una cloaca para destruir a los que descubrieron su entorno corrupto. Todos menos él, deben convocar elecciones anticipadas.
Tiene que seguir en la poltrona, porque en cuanto salga de ella deja de tener al TC a sus órdenes, al fiscal general como vasallo, a la abogacía del Estado para uso particular. Si no sigue en La Moncloa no podrá indultar a Alvarone, ni a Koldo, ni a Ábalos, ni a Cerdán, ni a Leire, ni a su hermano, ni a su mismísima esposa, ni a nadie que él necesite. Porque si no los puede indultar, o liberarlos vía Pumpido, igual alguno canta, explica por qué los dineros entraban en Ferraz en bolsas y salían en sobres, por qué funcionaban con billetes de 500 si el banco los daba todos de 50.
Le dijo Feijóo, y nuestro timonel calló, si tiene claro que su suegro pagó su campaña de primarias con el dinero de la prostitución, si su hermano dormía en Moncloa mientras vivía en Badajoz, o si llegó a pedir (él, directamente) algún patrocinio para su esposa. «¿Es usted el presidente de la cloaca?». Silencio sepulcral. Dijo Leire que su cloaca la dirigía el dos en nombre del uno y, Aldama, que Koldo siempre decía que Ábalos despachaba todo con el «one». Los del Peugeot sabían bien como esconder urnas y amañar elecciones. Sánchez también lo sabía y tiene el problema de que han sido descubiertos. No en su totalidad. Ese es su miedo. Por eso le es vital seguir mientras más tiempo al frente del Gobierno. Controlando el Estado, garantiza su inmunidad.
Pero no es heroísmo ni es resistencia. Es miedo. Pavor a que se pueda descubrir que era su mano la que agitaba a Alvarone y la que puso en marcha la cloaca de Leire y de Cerdán para defender a su esposa. En vez de desliar la madeja dimitiendo y saliendo del escenario, se dedicó a liarla cada vez más, con vueltas y más vueltas, estando el ovillo tan enmarañado que no se puede ya desenredar. Por eso le dijo Nogueras, como la que habla a su esclavo: «Suba el pinganillo y escuche: esta relación se ha acabado. Diga cómo va a gobernar».
Humillado y tristón, prisionero de sus maquinaciones, no respondió, Pedro, con el tono faltón con el que escupe a Feijóo, sino con la voz falsa que pone cuando quiere aparentar la bondad que no tiene. No respondió. Se fue por los cerros, como acostumbra, tendiendo una mano que los de Junts no quieren ni en pintura. Tal es la decepción del fugado. Insiste Rufián en que Sánchez va a salir por una moción votada por Puigdemont con el PP y con Vox. Será o no, pero lo que sí es un gesto de grandeza es lo de Rufián enviando un fuerte abrazo a Borja Sémper, que el hemiciclo recibió con una gran ovación.