Historia

Cataluña

Reconciliación profunda por José María Marco

La Razón
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Dionisio Ridruejo fue una figura al mismo tiempo central y excéntrica en la vida intelectual y política española de tiempos de Franco. Central porque, habiendo militado como joven falangista en la sublevación en contra de la Segunda República, pronto descubrió que Franco no respondía a sus expectativas ultraidealistas. A partir de ahí inició una evolución que le llevaría a la oposición y al exilio. Partiendo de un malentendido que Franco supo aprovechar, acabó convirtiéndose en alguien intolerable para el régimen. Significaba la evolución natural que siguió la sociedad española, por mucho que esa evolución no pudiera tener reflejo político hasta la muerte del dictador.

Ridruejo simboliza y encarna a la vez la reconciliación profunda, la auténtica voluntad de perdón que los españoles pusieron en práctica en esos años, como la pusieron el resto de los europeos. La diferencia es que en nuestro país esa posibilidad, viva y eficaz –como demuestra su figura– quedó congelada hasta más de veinticinco años después de haberse iniciado.
Esta posición, que ha hecho de él una referencia para mucha gente, lo ha convertido también en pretexto para ajustar cuentas con el pasado, con la «España» de enfrente y con variados fantasmas personales. Ridruejo, que tanto admiró la literatura catalana y que intentó comprender el fondo humano de la situación de Cataluña, sigue siendo hoy en día pretexto para que algunos catalanes continúen hurgando en la pequeña herida narcisista, cada vez más local, más provinciana y más clamorosamente hueca. Habiendo transitado con extrema claridad desde el totalitarismo a la democracia, su figura ha sido utilizada por una derecha española que no acaba nunca de pedir perdón ante una izquierda que ni lo ha hecho ni lo piensa hacer, menos aún cuando el adversario político sigue abrumado por culpas que le son ajenas. Y habiendo adoptado una posición socialdemócrata –es decir, dialogante, abierta, transigente- que la izquierda española no se esforzado nunca en interiorizar ni en construir, Ridruejo le ha servido a esa misma izquierda para deslegitimar a una derecha que tiene un pedigrí democrático con el que esa misma izquierda ni siquiera sueña.Todo esto lleva a que la figura de Dionisio Ridruejo, tan clara, tan generosa, tan limpia y civilizada como su estilo, siga sin encontrar el lugar que le corresponde. Esperemos que las recientes publicaciones en torno a su figura y actos como los de ayer en la Casa de América de Madrid vayan devolviéndole su dimensión.