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Abdelaziz Buteflika

El cambio de timón que no llega a Argelia

La marcha de Buteflica, y ahora del General Gaid Salah sumen a Argelia en la incertidumbre

La gente se reúne durante el funeral del general Ahmed Gaid Salah, en Argel, Argelia, el miércoles 25 de diciembre de 2019. Argelia está celebrando un funeral militar elaborado para el general que fue el gobernante de facto del país rico en gas en medio de la agitación política durante todo el año Toufik DoudouAP

El profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela y director del Centro de Estudios sobre el Sahara Occidental, Carlos Ruiz Miguel, explica en una entrevista al periódico LA RAZÓN cómo cambiará la situación en Argelia el hecho de que haya fallecido el hombre fuerte del Gobierno, el General Gaid Salah, y cuáles serán los retos que debe encarar el nuevo Gobierno.

¿Cómo cambia la situación en Argelia ahora que el General Gaid Salah no está?

Creo que no va a haber un cambio sustancial porque el general no actuaba en nombre propio. Cuando él toma el poder como el militar de más alto rango para destituir a Buteflika no actúa en nombre propio sino que él era el representante. En ese sentido, no creo que haya un cambio dramático.

¿Ha sido muy alabada la capacidad del general Salah para enfrentar las protestas sin caer en la “represión”, ¿su sustituto puede ser diferente?

Mi impresión es que no. Salah era la cara visible, pero su poder no era tan extenso, él no era quién tomaba todas las decisiones. Es verdad que la participación ha sido escasa, no ha llegado ni a la mitad del censo. Esto nos muestra una gran desafección con las instituciones. Pero hay una gran parte de la población que sí quiere darle una oportunidad a esta transición. En este momento lo que estamos esperando es saber qué decisiones tomará el nuevo presidente electo. La población está a la expectativa de las medidas que se puedan ir tomando.

¿Qué puede hacer el nuevo mandatario para congratularse con los manifestantes?

La tarea que tiene por delante no es nada fácil. Aunque la situación de Argelia podría parecer ventajosa en estos momentos porque la explotación del petróleo está a un precio relativamente alto, el reto que tiene que encarar para diversificar la economía no va a ser nada sencillo. En la época anterior hubo intentos de ampliar la economía hacia otros sectores, como el automovilístico pero no dieron los resultados esperados, al igual que la industralización del país, a menudo lastrada por los casos de corrupción y por una legislación muy estricta. También se intentó recuperar el campo, que era la principal riqueza en la época francesa, ahora está en una situación muy precaria. Para que estos tengan futuro es necesario tomar una serie de medidas orientadas a cambiar el sistema productivo. Y es que, el modelo económico se ha basado en las rentas del petróleo. Habrá que ver qué planes económicos tiene el nuevo presidente y cómo se ejecutan. Este me parece un reto más importante que el reto del sistema político, un aspecto donde también hay mucho que hacer: hay un estado con una burocracia muy pesada heredera de la etapa socialista, y crear empleo en un país donde se vive de las rentas petrolíferas es un reto muy complicado. Un desafío que se ha sorteado, normalmente, con subvenciones y con la creación de nuevos puestos administrativos. En ese sentido, la Administración es muy pesada, y convendría agilizarla bastante. El sistema político -esencialmente- no tiene porqué cambiar mucho, con la normativa actual y sin cambios sustanciales el modelo puede funcionar.

¿Una reforma de grandes recortes en el tamaño del Estado, y la reestructuración del modelo económico en una población que ya está muy a disgusto con sus instituciones, no podría generar una crisis mayor?

Claro, ese es el reto. El cómo solucionar esta crisis sin provocar una crisis aún mayor. El asunto fácil no es, lo cual no quiere decir que sea imposible. La tentación es, naturalmente, no hacer nada y continuar con el mismo sistema. Pero este sistema va lastrando a la población. Por ejemplo, un gran problema es el de que si alguien quiere emprender una iniciativa económica privada, tiene que pasar unos trámites administrativos que daban pie a la interferencia de agentes corruptos, lo que acaba por disuadir al emprendedor.

¿Hay consenso en la clase política argelina, no solo en el diagnóstico, sino también en el tratamiento del problema?

Creo que hay una sensación de que es necesario hacer algo. No tengo tan claro que coincidan en qué es lo que hay que hacer. Lo que procede ahora es -evidentemente- la apertura de un gran debate público para ver cuál puede ser la respuesta de la población a las distintas iniciativas que se vayan promoviendo. El nuevo Gobierno tiene que ganarse la relativa confianza que ha obtenido de parte de la población y del Ejército. Hasta ahora un factor que ha amortiguado las protestas ha sido el miedo al retorno del islamismo, qué es un miedo que sigue presente, sobre todo a la vista de lo que ocurre en Libia por ejemplo. Este tipo de riesgo, de volver a una guerra civil es un revulsivo. La única vía que tiene el Gobierno es empezar a depurar los comportamientos corruptos y empezar a diversificar la economía, porque la situación actual, a medio-largo plazo es insostenible. Y una repentina bajada del precio del petroleo tendría un efecto demoledor.

¿Las protestas pueden verse impulsadas?

Nunca se sabe, pero yo creo que no. Creo que lo que la gente está esperando es ver que medidas propone el nuevo Gobierno, y en función de eso las manifestaciones irán a menos, o irán a más. Por ahora hay que esperar.

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