Cisjordania

Vuelve la Navidad a Belén dos años después

La ciudad palestina donde nació Jesús espera la vuelta de los turistas tras el fin de la guerra en Gaza

Bethlehem (-), 20/12/2025.- A Christian nun visits the Church of the Nativity ahead of Christmas Day in Bethlehem, West Bank, 20 December 2025. The Church of the Nativity is one of the oldest continuously operating churches worldwide. The structure is built over the cave that tradition marks as the birthplace of Christ, and it is considered sacred by followers of Christianity. EFE/EPA/ATEF SAFADI
Christmas in BethlehemATEF SAFADIAgencia EFE

El Ayuntamiento de Belén canceló oficialmente las Navidades en diciembre de 2023 y lo volvió a hacer en diciembre de 2024 en solidaridad con los palestinos de Gaza durante la guerra de Israel contra Hamás.

En aquellas dos ocasiones, la ausencia de la manifestación pública de la Navidad en la ciudad cisjordana por cuyos dos grandes monumentos es reconocida en el mundo, el muro de hormigón que la separa de Israel y el enorme árbol de Navidad que ilumina la plaza del Pesebre en estas fechas, la dejaba huérfana del significado que tiene para los cristianos del mundo.

“Mi familia y yo celebramos en casa el año pasado y el anterior, pero muy modesta y calladamente, no podíamos ignorar la fecha porque somos cristianos”, cuenta a La Razón Amal A., habitante de Belén. Añade que, sin embargo, en las calles no había nada, las fiestas, las luces, el árbol, el pesebre, los dulces y los globos, efectivamente cancelados.

Este año, con el alto el fuego con Hamás en Gaza y con Hezbolá en el Líbano, los betlemitas, cristianos, musulmanes y descreídos, esperan que la tranquilidad que se respira dure lo suficiente como para que vuelvan los turistas, en una ciudad que oficialmente depende en un 70 por ciento de esta industria. Amal, quien es guía de turismo, asegura que la cifra es más bien el 90 por ciento.

Ali Ayoub, en la categoría de los descreídos, con la guerra dejó de ganarse la vida como taxista y tuvo que dedicarse a la construcción. Dice que la situación económica es deprimente y lamenta no poder ir a Israel a ver gente, el mar y darse un respiro.

Los palestinos de Cisjordania que quieren salir del territorio se enfrentan a una burocracia israelí inclemente. Pueden pasar a Israel solo los que portan permiso, hay varias categorías de permisos y muchas condiciones que cumplir. Que van cambiando. Y desde el ataque de Hamás en 2023 las restricciones son mucho más severas. En estos días los cristianos de Cisjordania y quienes están vinculados al turismo tienen permiso para viajar a Israel, por las Navidades. “Viajar” suena grande para describir el recorrido de los 9 kilómetros que median entre Belén y Jerusalén, pero esos 9 kilómetros separan realidades muy diferentes.

Los mercados de Belén venden frutas y verduras a un precio increíblemente barato para los israelíes, lo mismo los servicios de reparación de coches de la zona, cosas a las que algunos israelíes no pueden resistirse y vulneran la prohibición de entrar en territorio palestino para hacer compras o llevar el coche al taller, porque los israelíes también tienen prohibido entrar en Cisjordania.

La basílica de la Natividad, con su puerta de entrada chiquita que requiere que quien entre deba agacharse e, inevitablemente, elevarse y admirar el interior tan amplio y majestuoso como recargado de decoración griego-ortodoxa, con bolas rojas colgando del techo, lámparas de aceite, retratos sagrados y oros. Y también con mosaicos del siglo XII de los Cruzados.

La basílica también parece un lugar de reunión; en el iconostasio se celebra una misa familiar privada, cuatro policías turísticos de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) charlan apoyados en una columna de la nave central mientras un grupo de armenios recibe la eucaristía en el grotto, la gruta donde la tradición dice que dio a luz la Virgen María.

Este año el árbol de Navidad de la plaza del Pesebre exhibe a sus pies un gran belén enmarcado en una estrella de madera y es admirado principalmente por turistas locales, árabes israelíes y palestinos de la región. También se ven algunos turistas estadounidenses, algún europeo, y filipinos, que en su mayoría trabajan en Israel, pero no el mar de gente que llenaba la plaza en años previos.

“Esta es todavía una Navidad triste”, lamenta Johnny Canavati, dueño de una gran tienda de souvenirs donde vende artículos religiosos para todas las creencias, muchos de ellos de madera tallada, incluidos los bustos de Joseph y Emma Smith que compran los mormones, y los bolígrafos y carpetas de estudio de los Testigos de Jehová, y, por supuesto, cruces, rosarios y pesebres, estrellas de David y candelabros de siete y nueve brazos, rosarios de oración musulmanes y ediciones de lujo del Corán y todo tipo de Biblias. Johnny cuenta ha tenido que dejar ir a más de 15 trabajadores, que ahora él y sus hijos llevan dos años sentados detrás del mostrador, tomando café, esperando, mirando el móvil. Pero asegura que en febrero cambiarán las cosas porque han empezado a recibir noticias de que llegarán grupos de turistas.