Barcelona

Así inventó Pujol el “procés” en 1990 con su hoja de ruta hacia la independencia

El «programa 2000», impulsado por el ex president Jordi Pujol, se ha convertido con el paso de los años en la hoja de ruta que el nacionalismo catalán ha seguido para acentuar la «conciencia nacional»

Jordi Pujol junto a su mujer Marta Ferrusola, en el balcón de la Generalitat en el en el año 1992, tras revalidar su mayoría absoluta en las elecciones autonómicas / Efe
Jordi Pujol junto a su mujer Marta Ferrusola, en el balcón de la Generalitat en el en el año 1992, tras revalidar su mayoría absoluta en las elecciones autonómicas / Efelarazon

El «programa 2000», impulsado por el ex president Jordi Pujol, se ha convertido con el paso de los años en la hoja de ruta que el nacionalismo catalán ha seguido para acentuar la «conciencia nacional».

El 28 de octubre de 1990 trascendía un documento –publicado por «El Periódico»– que, a raíz del estallido del «procés», ha recobrado una importante relevancia. El texto, atribuido al entorno de Jordi Pujol aunque de una autoría difusa –recopilaba propuestas de consellers e intelectuales de la órbita de Convergència–, desgranaba una hoja de ruta (compuesta por nueve ámbitos temáticos) para despertar la «conciencia nacional» o «recatalanizar» la autonomía. El documento, bautizado «Programa 2000», recogía numerosos puntos que, con el paso del tiempo, se han ido desplegando con efectividad y se han convertido en la piedra angular del «procés».

Pensamiento

En su primer apartado, el documento apela al desarrollo de la identidad catalana a través de la explicación y potenciación de sus «ejes básicos y definitorios». Como conceptos característicos de esta personalidad colectiva, el texto desglosa algunos como «ser más cultos, más modernos, más cívicos, más solidarios, más europeos, amar el trabajo», con los que el nacionalismo ha tratado siempre de construir y proyectar el «hecho diferencial» con el resto de España. En esa misma línea y en el mismo apartado, también aparece otro punto que el nacionalismo ha exprimido ampliamente para marcar diferencias con el resto del Estado, como es la «divulgación de la historia», difundiendo acontecimientos puntuales acorde a sus intereses, como la Guerra de Sucesión de 1714. Otro de los puntos que también quedan recogidos y se han erigido en puntales del «procés» es el Memorial de Agravios: en el documento se apuntaba y se pedía divulgar que Cataluña es una «nación discriminada» que no puede desarrollar «libremente su potencial cultural y económico», algo que se ha cumplido, con el «expolio fiscal» y el déficit de 16.000 millones de euros como principal mantra –bajo el eslogan «España nos roba»-.

Enseñanza

La educación, como no podía ser de otra manera, se convirtió en uno de los principales ejes del documento para «aumentar la concienciación nacional». Pujol apostaba abiertamente por «impulsar el sentimiento nacional catalán de los profesores, padres y estudiantes», un objetivo que se marcó cumplir a través de potenciar el conocimiento de la lengua catalana y garantizar “el perfecto conocimiento de la historia, geografía y otros hechos socioculturales de Cataluña”. En este sentido, la inmersión lingüística en las escuelas, vigente desde 1983, se ha convertido en un vehículo efectivo para la «recatalanización» -las clases de castellano se limitan a dos horas a la semana-. Por otro lado, para garantizar el conocimiento de Cataluña e inocular ese “sentimiento nacional”, el documento ya planteaba la edición y empleo de libros de texto sobre “la historia, geografía, arte, literatura, economía de Cataluña”, una propuesta que se ha desarrollado ampliamente y ha sido una permanente fuente de polémica -recientemente, la patronal de libros de texto ha destapado presiones que reciben de la Generalitat-. De hecho, el documento apuntaba incluso a “establecer acuerdos con editoriales para su elaboración y difusión (de los libros de texto), con subvenciones si es necesario”.

Medios de comunicación

La propuesta referida a los medios de comunicación se centraba, especialmente en TV3 y Catalunya Ràdio como vehículos en los que divulgar «la realidad catalana» y que hoy están al servicio propagandístico del Govern. En el documento también se subrayaba incrementar el doblaje de películas al catalán, algo que finalmente no se ha materializado por la oposición de las «majors». Igualmente se buscaba convertir una cabecera como la del «Avui» en el «gran diario de alcance nacional», aunque a la larga la Generalitat ha repartido la publicidad y sus intereses entre otros medios afines a su causa.

Entidades culturales y de ocio

Entre los objetivos que se marcaba el documento, redactado cuando quedaban dos años para la celebración de Barcelona’92, destacaba la promoción de un Comité Olímpico Catalán, algo que no pasó del proyecto. Pujol, cuya juventud estuvo ligada con asociaciones excursionistas, apostaba por «sensibilizar» sobre «el hecho asociativo», además de ayudar económica a la publicación de libros sobre «rutas excursionistas y culturales, cancioneros, divulgación de nuestra historia». Ni una palabra sobre museos o teatros.

Mundo empresarial

En el mundo empresarial, los objetivos que desgrana el documento son el uso del catalán en los letreros, indicadores o tablones de anuncios y la promoción de organizaciones empresariales, económicas y sindicales catalanas. El primero ha tenido su concreción con la legislación aprobada por el propio Pujol a finales de los años 90 (Ley de Política Lingüística de 1998), donde obligaba a que los letreros de los comercios estén, como mínimo, en catalán. De hecho, es un aspecto que ha levantado mucha polémica porque, algunos comercios, al no atenerse a lo estipulado, han recibido multas económicas. El segundo ha tenido más complicaciones, aunque poco a poco, el nacionalismo también ha conseguido infiltrarse. Organizaciones catalanas como Foment del Treball y el Círculo de Economía se han convertido en referencias en el mundo empresarial, aunque se han desmarcado de los desafíos rupturistas. Para sortear esas resistencias, el independentismo se ha puesto en marcha para ganar peso en estos ámbitos: recientemente han asaltado instituciones como la Cámara de Comercio y ahora empiezan a asomar en el mundo sindical con la Intersindical-CSC como referencia.

Proyección exterior

En relación a la proyección exterior, el plan de Pujol se ha revelado poco ambicioso con respecto al escenario actual. Sus principales objetivos pasaban por «hacer conocer la existencia de Catalunya en todo el mundo», algo que sin duda ha logrado el independentismo gracias al «procés». A través de una red cada vez más amplia de «embajadas», el nacionalismo ha intentado proyectar su visión de Cataluña, con sus ambiciones rupturistas como bandera. Sin embargo, otras propuestas de marcado significado político se han resistido, como que el idioma catalán sea oficial en el Parlamento europeo, o que Cataluña se convierta en circunscripción europea.

Infraestructuras

Con respecto a las infraestructuras, el ex president Jordi Pujol planteó desarrollarlas y potenciarlas al máximo en diferentes ámbitos. Por vía terrestre, apuntaba a la potenciación del eje mediterráneo, con la AP7 como principal arteria. En el interior de Cataluña también se han desarrollado importantes proyectos. Por vía marítima se apostaba por fortalecer el Puerto de Barcelona, una infraestructura que ha ido ampliándose hasta convertirse en una de los más importantes del Mediterráneo. Por vía aérea, la misión consistía en «convertir el aeropuerto de Barcelona en el núcleo de enlace del gran sur europeo y ampliar los vuelos internacionales e intercontinentales», una apuesta que se ha cumplido –es el sexto de Europa con más pasajeros–. Por vía ferroviaria, ha conseguido parcialmente las competencias en Cercanías y, sobre todo, han logrado unir las cuatro capitales con tren de alta velocidad.