
A pesar del...
Normalidad en Vox
Tanto en sus análisis como en sus propuestas, y ahora incluso en turbiedades personales y crematísticas, Vox es un partido normal. Es hipócrita, por tanto, rasgarse las vestiduras ante la posibilidad que sea el más votado
Quienes descalifican a Vox como formación «ultra» son más trémulos que precisos. No parece riguroso silenciar el apelativo para el partido de Otegui, y reservarlo para el partido de José Antonio Ortega Lara.
En sus propuestas, asimismo, Vox no se caracteriza tanto por la polarización como por la confluencia hacia aquellos que Hayek denominó «socialistas de todos los partidos». Quizá no podía ser de otra manera, como sugieren las teorías sobre la democracia, pero no perdamos de vista que los partidos políticos, al revés de lo que todos ellos proclaman, se parecen.
El diputado de Vox Carlos Hernández Quero dejó este titular en una entrevista en ABC: «Hay que atajar la compra de vivienda por parte de fortunas extranjeras». Esta idea, que enfatiza la demanda y la nacionalidad, es compartida por formaciones de izquierdas, hostiles al rico en general, y al rico foráneo en particular. Su retórica –«nosotros queremos que acceda a la propiedad la gente de Aluche, de Carabanchel y de San Blas»– es similar a la de los llamados progresistas, como el recelo ante la inversión extranjera, porque «no redunda en beneficio de los ciudadanos de Madrid».
En su entrevista, y en X, como apuntó certeramente Borja Montoro, antiguo viñetista de LA RAZÓN, Quero también se refirió a la falta de oferta a causa del intervencionismo, y denunció la elevada fiscalidad, coincidiendo con la derecha. También se solapa con el PP al pedir que bajen los impuestos y que a la vez aumente el gasto público en vivienda protegida. El situar la clave en la inmigración tampoco es exclusivo de Vox, y formaciones hostiles a España la respaldan. Quero sostuvo: «Es difícil estar a favor de la inmigración y de que bajen los precios de la vivienda», pero Silvia Orriols, de Alianza Catalana, presentó una solución análoga: «Dejen de subvencionar con fondos públicos el efecto llamada inmigratorio y cierren fronteras. El día que lo hagan, tendremos todos segunda residencia».
Estos planteamientos antiliberales y proteccionistas son disparatados, pero no son todos muy diferentes de los del PP y el PSOE, que también atacan a los liberales, llamándolos idealistas, o liberales de boquilla.
En suma, tanto en sus análisis como en sus propuestas, y ahora incluso en turbiedades personales y crematísticas, Vox es un partido normal. Es hipócrita, por tanto, rasgarse las vestiduras ante la posibilidad que sea el más votado.
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