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Real Madrid

El Madrid no acaba la terapia

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El Madrid no acaba la terapialarazon

Estaba el Real Madrid haciendo la mejor terapia posible para alejar la tristeza y los malos presentimientos que se habían apoderado de toda la entidad desde el sábado. Goleaba al Shakhtar y se aseguraba el primer puesto de grupo para jugar como local la vuelta de los octavos. Buenas noticias que necesitaba para pensar que la vida continúa y que en marzo tiene la «Champions» esperándole. Buenas noticias para volver a pensar que todo es posible. Había hecho Ronaldo dos goles y había estado en los otros dos. Todo parecía bueno, pero se relajó en exceso al final, cuando

con cuatro goles de ventaja lo veía todo hecho. El árbitro señaló un penalti más que dudoso contra los blancos. Marcó el Shakhtar y no se preocupó el Madrid. Sin embargo, los locales tuvieron un golpe de fe, un descubrimiento, y empezaron a creer en lo imposible. La imagen de desgana y derrota de los minutos anteriores cambió. El equipo de Benítez había hecho los tres cambios, estaba relajado y más desordenado. No lo vio venir y se llevó dos tantos más. De repente, lo que parecía un partido resuelto, otra vez en la senda de la victoria y que dejaba atrás y muy lejos ya el sábado, otra vez enfocado en el futuro se emborronó con esos tres tantos en contra y las dudas y el desorden de los últimos minutos. No fue una alegría completa. Hasta el susto final el Madrid se presentó como un conjunto unido, ordenado, ocupando bien los espacios y con variantes. Dominó la pelota y corrió cuando tuvo espacios para golear y, se suponía, para cerrar el partido. Dijo Benítez el día antes que iba a hacer rotaciones para que nadie se

asustase con los cambios ni buscase dobles interpretaciones. El caso es que de titulares, respecto al encuentro del sábado, sólo repitieron Bale, Ronaldo, Varane y Modric. Volvió Casemiro al centro del campo y lo agradeció el Real Madrid, que en estos momentos le necesita más de lo que le gustaría. El mediocentro se coloca delante de los centrales y desde ahí empieza a sentirse seguro el equipo de Benítez. Tuvo mucho la pelota el conjunto blanco porque tuvo centrocampistas para ello. Modric, Kovacic e Isco se buscaron por el centro, con mucha movilidad, aunque con muy poca profundidad durante los primeros minutos. Pero era lo que quería el equipo, al menos, al principio: controlar sus constantes, ver cómo se sentía e ir recuperando la confianza según pasasen los minutos. Había que ganar, por supuesto, pero sobre todo, el Real Madrid tenía que volver a sentirse a gusto con lo que hacía, con lo que es. Isco se ofrecía, Kovacic daba vitalidad y cierto desorden, mientras Modric volvía a dar la imagen del futbolista que tan fundamental fue para el Madrid la temporada pasada. Suyo fue el pase en profundidad a Bale en el que nació el primer gol. Fue la jugada que cambió el ritmo del partido y supo mezclar el toque de los centrocampistas con la profundidad de los delanteros.

Bale apareció mucho por la izquierda, donde más daño hace porque es donde más recursos tiene. Puede regatear y centrar. Su galopada en el

cuarto tanto del Madrid es el ejemplo de las mejores virtudes del galés. Para entonces el equipo de Benítez disfrutaba porque Ronaldo había dado un festival. Hizo el primero y dio los otros dos siguientes. Ambos parecidos: arrancada por detrás de la defensa del rival y búsqueda de un compañero. Uno fue para Modric; el otro para que Carvajal hiciese un golazo, para no permitir más dudas de quién tiene que jugar en la banda derecha. Se vengó Ronaldo de los días grises. Tuvo espacio para correr y sus desmarques fueron comprendidos por los centrocampistas. Jugó por donde quiso en el ataque y por fin se le vio contento. De su felicidad o de su amargura dependen la felicidad o amargura del Madrid. Sólo la lesión de Varane, con un pinchazo muscular ensombreció al Madrid durante 76 minutos. Luego le cambió la cara y vio otra vez el miedo. Estaba feliz y recuperado del trauma del Barcelona, y los goles del rival le hicieron ver que aún no está bien del todo.