Economía

La inestabilidad frena posibles concentraciones

Si antes de las elecciones se esperaba una avalancha de fusiones, las incertidumbres y la volatilidad bursátil enturbian las operaciones

La Razón
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Si antes de las elecciones se esperaba una avalancha de fusiones, las incertidumbres y la volatilidad bursátil enturbian las operaciones

Si bien el diagnóstico de las entidades españolas ha mejorado sustancialmente, el entorno de bajos tipos de interés condiciona la rentabilidad de los bancos. Y Mario Draghi ha reiterado su intención de aplicar nuevos estímulos monetarios en marzo, por lo que se prevé que las tasas seguirán en niveles cercanos a cero durante bastante tiempo. Así, los márgenes se estrechan y la intermediación únicamente puede resultar rentable con grandes volúmenes.

Pese a que el cumplimiento normativo sea crucial, una excesiva presión regulatoria puede asfixiar. Y las exigencias cada vez son mayores. Por ello, en cuanto se empiecen a desbloquear las negociaciones políticas y se aclare la gobernabilidad de España, los expertos prevén una nueva oleada de operaciones corporativas. Enrique Pérez-Hernández, profesor del IEB, no lo ve tan claro, aunque resalta que lo que sí debería producirse es una mayor concentración para mejorar la rentabilidad de los bancos pequeños, cuyo modelo de negocio está muy orientado a la cartera hipotecaria. Fitch también espera este año fusiones de bancos medianos en nuestro país.

El mapa de los principales grupos bancarios en España ha pasado desde los 55 integrantes hasta los 14 en apenas cinco años. Sin embargo, los recortes orgánicos no serán suficientes para reducir el exceso de capacidad, y las fusiones y adquisiciones no se podrán evitar. No es que el pez grande se comerá al chico, sino que las entidades más rentables sobrevivirán y absorberán al resto. El número de empleados se ha reducido desde los 231.389 en 2012 hasta los 194.688, estimados a cierre de 2015. Y las 37.903 sucursales de hace cuatro años se han quedado en 31.021. No obstante, desde Funcas prevén que el ajuste continuará durante los próximos años y que en 2019 habrá, aproximadamente, 180.000 trabajadores y 28.000 oficinas bancarias.

Aunque las estrategias estaban bastante claras antes de las elecciones generales, cuando incluso alguna fuente del sector llegó a afirmar que en poco tiempo habría menos de 10 entidades, un proceso de concentración bancaria requiere la máxima estabilidad política. Y es que más allá de que actualmente los bancos muestren un mayor interés por ampliar su negocio en otros países, las incertidumbres podrían retrasar algunas decisiones corporativas. Máxime, en sectores tan regulados como el bancario, donde se espera con intriga la conformación del Gobierno.

Además de que el BCE no se muestre partidario de fusiones entre bancos pequeños, porque la unión de dos o más entidades puede no dar como resultado un banco saneado sino una entidad mayor con problemas más grandes, la actual volatilidad del mercado bursátil frena sobremanera las salidas a bolsa. La banca española lleva tiempo preparándose para una nueva oleada de fusiones, pero Draghi pretende promover las integraciones europeas y defiende las fusiones globales –en Fráncfort piensan que la unión bancaria no se completará hasta que haya bancos realmente europeos–. El pistoletazo de salida se ha dado en Portugal, y el abaratamiento del sector en España podría constituir la puerta de entrada a bancos extranjeros. Pérez-Hernández considera que las grandes entidades sólo moverían ficha como reacción frente a un movimiento de sus competidores. Y en cualquier caso, habría que comprobar si existe complementariedad geográfica, de clientes o productos, y si es posible obtener sinergias y economías de escala.

El profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB) recuerda que, desde el estallido de la crisis, se ha producido un recorte superior al 25% tanto en las plantillas de las entidades como en las redes de sucursales tradicionales. Pérez-Hernández augura que, en tres o cuatro años, podríamos tener 10 bancos y que en 2016 se pueden reducir una o dos entidades. Bajo un escenario de fusiones, la disminución de la plantilla oscilaría entre un 5% y un 10%. Al margen de eliminar la cartera improductiva, que es lo que más daño hace, la tendencia para aumentar la rentabilidad se encamina hacia la supresión de sucursales y de empleados en el sector.

Cuentas de resultados

A pesar de las mayores dotaciones a provisiones extraordinarias, los seis grandes bancos españoles

–Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Sabadell y Popular– registraron un beneficio neto conjunto de 11.276 millones de euros en 2015. Es decir, un 7,3% más que un año antes.

La radiografía vislumbra un sector donde la rentabilidad se genera por la parte baja de la cuenta de resultados. Es decir, recortando costes y bajando provisiones. De esa manera, el retorno sobre recursos propios (ROE) y la ratio de capital orgánica mejoran, al igual que la ratio de eficiencia, que ya está por debajo del 50% en la media de la banca española. Sin embargo, Santacruz piensa que, en términos de negocio tradicional, «la banca española sigue sin encontrar un modelo de futuro, ya que en un entorno de tipos cero, la concesión de crédito crece a un ritmo lento y la única forma de ampliar el margen de intereses es hundiendo el coste de los depósitos». Asimismo, se añade la presión por parte de los reguladores de generar capital, lo que provoca que la concesión de crédito sea muy medida y acotada a casos en los que se conoce muy bien al prestatario. «El negocio tradicional está seriamente perjudicado. Una vía transitoria es la de copar el mercado de comercialización de los fondos de inversión, donde pueden obtener plusvalías con poco esfuerzo», apostilla Santacruz.