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Podemos suelta lastre de Syriza y ya no pide reestructurar la deuda pública

Esta imagen puede quedar como cosa del pasado si Podemos sigue desmarcándose de Syriza:Tsipras e Iglesias, juntos en un mitin en Atenas el pasado enero
Esta imagen puede quedar como cosa del pasado si Podemos sigue desmarcándose de Syriza:Tsipras e Iglesias, juntos en un mitin en Atenas el pasado enerolarazon

Para su responsable de economía «las situaciones de ambos países son distintas».

Giro de timón de ciento ochenta grados en Podemos para evitar colisionar con el iceberg de Syriza. El cambio de rumbo marcado por el presidente griego, Alexis Tsipras, ha obligado a la formación morada a reestructurar su ruta después de haber pasado varios meses pregonando el discurso de que Syriza y Podemos eran partidos hermanos y reflejos nacionales de una misma inquietud frente a la burocracia de la Unión Europea y la troika.

La rotación se dejó sentir este mismo martes cuando el nuevo responsable de Economía de la Ejecutiva de Pablo Iglesias, Nacho Álvarez, se obstinaba en la rueda de prensa de ayer posterior al Comité de Coordinación en diferenciar la situación española de la griega: «Son situaciones económicas muy distintas. Grecia y España son realidades muy distintas». Podemos, en virtud de este cambio de enfoque, renuncia también a una de sus propuestas fundacionales: la reestructuración de la deuda pública española. Pero las palabras de Álvarez, que criticó el acuerdo por representar una Europa diferente «a la de los derechos sociales y la democracia» y acusó a la canciller alemana, Angela Merkel, y al Grupo Socialista en el Parlamento Europeo de haber presionado al Gobierno griego, casan poco con la imagen que su partido se ha esforzado en mantener hasta hace tan sólo unos días.

Hace apenas una semana, el lunes posterior a la victoria del «no» en el referéndum griego, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, comparecía ante los medios rodeado de varios miembros de su Ejecutiva para felicitarse por el resultado cosechado por las urnas en Grecia y dar su apoyo y enhorabuena a Tsipras.

Una imagen que recordó a algunos la que tuvo lugar el pasado 26 de enero en un local del barrio madrileño de Lavapiés, en el que Iglesias, de nuevo acompañado por otro grupo de sus más cercanos en la cúpula «podemita», se congratuló por la victoria de Syriza después de una intensa campaña electoral en la que el secretario general de Podemos tomó partido convirtiendo, junto a Mariano Rajoy –que hizo lo mismo con el candidato conservador Antonis Samaras–, los comicios griegos en zona de combate de la batalla política española. En aquellas fechas, con la cuestión de los ingresos del cofundador de Podemos Juan Carlos Monedero levantando cabeza y unas encuestas que situaban su partido como primera opción de gobierno en caso de elecciones generales en España, Iglesias no tenía empacho en recordar ante los medios algunas de sus visitas a Tsipras y, sobre todo, aquella en la que el líder de Syriza le había recibido en su propio domicilio mientras jugaba con uno de sus hijos. Desde entonces la política de hermanamiento se había resentido ante la zozobra de la situación griega y no faltaron quienes, dentro de Podemos, consideraron que era necesario desvincularse de la «rebelión de los países del sur», como pregonaba la propaganda del partido, por si finalmente no había tal. De hecho, no faltaron críticos con un discurso que, en caso de ir mal dadas para Tsipras, dejaba vendida a la formación española ante sus adversarios, como se pudo comprobar, ya tarde, cuando el presidente del Gobierno, en una entrevista, hacía alusión a Syriza-Podemos y podían verse las imágenes en los informativos del corralito griego.

La cuestión, ahora, pasa por el hecho de que incluso en Podemos, de puertas para adentro, reconocen que el giro de Tsipras crea un problema porque proporciona un punto débil en el blindaje del acorazado «podemita».