Inmigración

«Lo intento por mi hijo, quiero que tenga un futuro mejor»

Varias embarazadas resisten gracias al apoyo de las ONG

Silvie, rodeada de sus alumnos de francés: «Me dan mucho más ellos a mí»
Silvie, rodeada de sus alumnos de francés: «Me dan mucho más ellos a mí»larazon

No es fácil ser mujer en África. Tampoco en Calais. Son pocas las refugiadas que acampan junto a los hombres en «La Jungla» –como le llaman al campamento de inmigrantes a las puertas del Eurotúnel en Francia–. Y las que lo hacen tienen principalmente dos motivos: no han conseguido una plaza en el abarrotado centro Jules Ferry –situado junto al campamento en el que tienen prioridad las mujeres y los niños– o están dispuestas a jugarse la vida al igual que los hombres para colarse como polizón en uno de los camiones que atraviesan el canal. La localidad de Calais está sobrepasada por la situación. El centro Jules Ferry, un antiguo espacio cultural, comenzó a ofrecer comida y cobijo a mediados de enero de este año, pero no da abasto. Hay mujeres que no ponen en juego una vida sino dos. «Voy especialmente por mi bebé, no quiero que tenga la misma vida que yo, quiero un futuro mejor». Esta joven eritrea llamada Zambra lleva tres meses en el campamento intentando cruzar cada día. Tiene 30 años y no pudo finalizar sus estudios. Está embarazada de siete meses y se reconoce «muy asustada», ya que sólo le quedan dos meses para cumplir su sueño o para tener que renunciar a él. No sabe cómo será su vida en Reino Unido. Dice que se imagina «libre y con derechos humanos». A esta incertidumbre se le une la soledad. «Mi marido volvió a Libia, nos separamos, empezamos a correr en diferentes direcciones, no sé cómo sucedió. Espero noticias suyas». Reconoce que sobrevive gracias a la ayuda de las ONG porque su familia no puede enviarle dinero. Fátima cuenta una historia parecida: «Lo intento todos los días, pero no he tenido suerte», asegura con resignación. Su meta sigue siendo llegar a Reino Unido porque su marido está allí desde hace seis meses y ella está embarazada de cinco. Su embarazo no está siendo vigilado por ninguna autoridad sanitaria y dice que es difícil sobrevivir en el caos de «La Jungla» con 3.000 personas de diferentes países y siendo mujer. Encoge los hombros cuando se le pregunta si su marido ha encontrado un trabajo. Dice que se encuentra triste al estar separado de ella. Pagó 1.000 euros por llegar hasta Grecia, de allí hizo la habitual ruta de los Balcanes: Macedonia, Serbia, Hungría hasta recalar en Calais para ir a no se sabe dónde. Mientras, los efectivos para evitar muertes se han reforzado este fin de semana con el envío de 120 agentes. La empresa Eurotunnel asegura que ha interceptado más de 37.000 inmigrantes en lo que va de año y que ha doblado el número de vigilantes, que ascienden a 200. Pero esto quizás no importe ni a Fátima ni a Zambra. Cuando caiga la noche volverán a intentarlo.