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Todo sobre mis padres

La novela gráfica se apunta a un género literario por excelencia, la investigación, homenaje y obsesión por la vida de sus progenitores

«La ternura de las piedras», de Marion Fayolle
«La ternura de las piedras», de Marion Fayollelarazon

La novela gráfica se apunta a un género literario por excelencia, la investigación, homenaje y obsesión por la vida de sus progenitores.

Una buena razón para tratar bien a tus hijos es que, tarde o temprano, ellos serán los que digan cómo realmente eras. Lo de realmente es un eufemismo para decir que, como muerto, lo único real será lo que ellos digan de ti, por muy inventado que esto sea. Por eso, todos los escritores, artistas, actores, cineastas, lo que sea, que trabajen para la posteridad es simplemente porque han tratado fatal a sus hijos y no quieren que ellos se queden con la última palabra. ¡Por qué sino Picasso fue el artista más grande del siglo XX, con un mayor número de obras maestras por década! Porque como padre era un horror y no quería que nadie hiciese caso a sus llorones hijos. En definitiva, el amor es el motor de todo.

La novela gráfica se ha convertido en el último lustro en el vehículo perfecto para los artistas para hablar de sus propios padres. Sólo hay que pensar en una obra maestra absoluta como el «Maus», (Reservoir Books) de Art Spiegelman, en el que el historietista entrevistaba a su padre como superviviente del holocausto, con la célebre metamorfosis de los judíos como ratones y los nazis como gatos.

No hay que tener experiencias tan trágicas detrás para querer bucear en el presente y pasado de tus propios progenitores. Roz Chast consiguió con «¿Podemos hablar de algo más agradable?» (Reservoir Books) describir su relación con sus padres en sus últimos años de vida y describir con humor el cambio de papeles que ésto conlleva. De la misma forma, Alison Bechdel enamoró a propios extraños con «Fun home», subtitulada «Una familia tragicómica», sobre su curiosa infancia junto a su posiblemente bisexual padre, y después con «¿Eres mi madre?», en la que biografiaba la vida de, sí, su propia madre.

De las últimas hornadas destaca la francesa Marion Fayolle y su poética revisión de la figura de su padre después de caer en una grave enfermedad en «La ternura de las piedras» (Nórdica). «Mi padre era una persona muy reservada y era un enigma para mí. El libro ha sido una forma de descifrarlo», comenta la autora. Por su parte, en España Paco Roca acaba de publicar «La casa» (Astiberri) en la que la figura de su padre también es un elemento central de la obra.

Esta fiebre por dibujar a tus padres tiene su correlevancia en la literatura. Sólo hay que pensar en James Ellroy con «Mis rincones oscuros» y su particular «A la caza de la mujer» describiendo su obsesión por su madre asesinada o Richard Ford, Martin Amis o Milena Busquets.