Elecciones Generales 2016

«Demoscofobia»

La Razón
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Las encuestas son ese mal necesario de toda democracia. Cuelgan casi con etiquetas más perversas que las del periodismo pero mantienen una pátina sociológica que dificulta la crítica despiadada. Encuentran un lugar común en la salmodia de «apuntan tendencia». Eso es lo que han hecho en este último proceso electoral encarrilar una tendencia que ha condicionado el desarrollo de las estrategias de los partidos y alguna diarrea tras la indigestión de las expectativas. Todas daban por hecho el «sorpasso», la victoria del PP con o sin incremento de diputados, el mantenimiento de Ciudadanos y el descalabro socialista. Esa «tendencia» única, que ya es sospechosamente raro que ninguna apreciara las desviaciones de la realidad, marcó el día a día. Llevó a Unidos Podemos a modelar con lija socialdemócrata su opción de cambio. El flamígero Iglesias apareció en el debate a cuatro encogido y medroso poniendo sordina a su ímpetu. En las filas populares se marcó la arriesgada opción del «todo o nada», señalando al enemigo populista como el apocalípsis. La pesadilla del tercer puesto llevó al PSOE a desarrollar una campaña mendicante de sonrisa congelada y en Ciudadanos la autosatisfacción dejó solo la exigencia obsesiva de la decapitación de Rajoy. Así recorrimos la «recampaña» y llegamos al delirio de las 8 de la tarde-noche electoral donde se acentuaron esas tendencias. Con el recuento, llegó la realidad, el despertar, la victoria, las derrotas, los alivios y las preguntas retóricas. La sociedad no debe aparcar la cuestión demoscópica. No podemos liquidarla con casticismos que destaquen lo que mienten los españoles, que seguro es tanto como otros. El día después, el politólogo Pepe Fernandez Albertos reconocía en «La Brújula» que las «casas de encuestas» tienen una responsabilidad social, que es necesario que rindan cuentas y que lo más sano es abrir un proceso de análisis de fallos y errores para proponer buenas practicas de cara a futuros procesos. ¿A qué están esperando? Cuando en Gran Bretaña no supieron ni siquiera intuir la absoluta de Cameron en mayo de 2015 , tomaron medidas. El «British Polling Council», la asociación de empresas demoscópicas, abrió una investigación independiente tras constatar que los métodos tenían que ser revisados. Si queremos ser una democracia avanzada con todos sus «avíos» tenemos que madurar. Lo que tenemos que exigir es que se publiquen encuestas realizadas con métodos adecuados y fiables. Y a pesar de toda la «profilaxis demoscópica» estoy deseando conocer la «macroencuesta» que Carolina Bescansa está realizando para Podemos con la que explicar «técnicamente» la suma de siglas que se tradujo en resta de más de un millón de votos.