Política

Alfonso Merlos

Espinete, a Podemos

La Razón
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Cuando uno se pasa de listo y además el día entero dando lecciones de toda índole, suele suceder. Hacer el ridículo cuando se pone especial énfasis provoca resultados patéticos. Y eso es lo que les ha ocurrido a los camaradas de Podemos, visto lo visto en esta sagaz iniciativa cívica y periodística de LA RAZÓN. Oportunísima y plausible. Sí, señor.

No es nuevo. ¡Qué va! Ya les sucedió a los tarambanas del separatismo catalán cuando para aquel referéndum de la señorita Pepis aceptaron en el censo a Cristóbal Colón o a Peter Pan (¡heroicos!). Y ahora nos encontramos con una fórmula similar. La chapuza y el descontrol. El todo vale. El tomar a los ciudadanos por borregos. Y el promover una participación de cartón piedra, de hojalata, en unos presuntos procesos de democracia interna que tienen mucho de simulacro y de fuego de artificio pero poco de realidad: son un churro. Digámoslo por corto y por derecho.

Así, de la misma manera que este periódico inscribió en el registro interno de este partido antisistema y ultra a Blas Cardoso López (¡ahí sigue!), podría haber hecho lo propio con Peter Pan, o con el Capitán Trueno, o con Mortadelo y Filemón, o con Espinete. No sólo eso. Como dirección postal de referencia, cada uno de estos personajes podría haber dejado una avenida del planeta Marte, o uno de los anillos de Saturno, o –más fácil para el cartero– la plaza principal de Barrio Sésamo.

¿Qué clase de regeneración es ésta? ¿Es ésta la forma de iniciar un proceso constituyente que supere el sólido (aunque, sin duda mejorable y rehabilitable) edificio de la Transición? ¿Es así como Monedero and company pretenden mostrar a los dirigentes del Partido Popular o del PSOE o de Ciudadanos cómo se da vida a la sociedad civil para implicarla en la gestión de lo público o –como dicen estos cursis– «empoderarla»?

Aún más. ¿No se ha percatado la tropa de Errejón de que los mecanismos para la conducción de una gran organización (aunque su grandeza sólo sea numérica) son diferentes de los que se necesitan para montar una charleta hippie en los pasillos de la Complu o una inaceptable gamberrada (por ejemplo, el asalto a su capilla)?

No, señores neocomunistas. No, señores radicales. España es algo más serio que todo esto. Los experimentos, con gaseosa. Absténgase de utilizar a nuestros compatriotas –tampoco a los más desesperados o ingenuos– como cobayas, esos alegres roedores tan usados en la investigación biomédica. La política es algo más complejo de lo que ustedes y el extravagante Maduro piensan. ¿Se van enterando?