Rosetta Forner

Lecciones de vida

La Razón
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La vida es una escuela que nos ofrece muchas y variadas lecciones, entre ellas que, tratándose de virus, no es aplicable aquello de «ojos que no ven, corazón que no siente». Los virus no se ven, pero ignorarlos no los hace desaparecer. Cuando el miedo se combina con el pensamiento mágico (creer que porque uno imagine algo, sucederá tal cual), da lugar a conductas carentes de sentido común cuando no peligrosas. Hace un año fue repatriado a España un sacerdote médico contagiado con el virus del Ébola. En el hospital donde le atendieron no se habían visto en situación tan delicada. Lo hicieron lo mejor que supieron, con profesionalidad y humanidad, lo cual no impidió que una enfermera se contagiase, la cual, afortunadamente logró vencer al virus con la ayuda de los anticuerpos que había desarrollado una monja. La familia de Teresa y muchas otras personas vivieron momentos de verdadera angustia, unos más que otros o por diferentes motivos, puesto que ella no le contó a nadie que cabía la posibilidad de estar contagiada, como así fue. La peluquera que la depiló, el médico de familia que la atendió... y otros ignoraban que se estaban codeando con el virus. El miedo suele hacer que nos comportemos de maneras muy poco recomendables con consecuencias indeseables para nosotros mismos y otras personas. El miedo carece de racionalidad. Cuando la razón se ausenta, el fanatismo se cuela por la puerta de atrás. ¿Se acuerdan de la que se organizó cuando se decidió sacrificar al perro –Excalibur– de la enfermera? Para algunos, la vida de un perro merecía ser salvada aunque ello conllevase el riesgo de que algunos seres humanos se pudiesen contagiar. ¿Acaso esas personas carecían de humanidad? Lo dudo, más bien su actitud era la respuesta al pánico a lo desconocido. Los virus y el miedo no se ven, pero podemos combatirlos si se lo contamos a otros, y nos dejamos ayudar: la colaboración siempre ha salvado vidas, así como el hablar de las penas alivia el corazón y sana el alma.