Historia

Alfonso Ussía

Miedo a las mártires

La Razón
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Presidida por el Obispo Complutense, don Juan Antonio Reig Pla, se celebró en la catedral de Alcalá de Henares la Sesión de Apertura de la Causa de Canonización de 44 mártires de la Iglesia, asesinados en 1936 por las hordas republicanas, después de recibir el «Nihil Obstat» de la Santa Sede. Un acto sencillo, protocolario y profundo iluminado por las voces de la Escolanía del Escorial. Primera etapa de un proyecto que, en palabras del Obispo Reig Pla, estudiará uno a uno los casos de aquellos que dieron su vida por Dios y por España y que descansan en tumbas complutenses, más de 5.000 en Paracuellos, el lugar más sangrado del municipio de Alcalá. Caudal de riqueza, centro de peregrinación, síntesis del heroísmo. El señor Obispo recordó las palabras escritas a su mujer, horas antes de su sacrificio, de uno de los postulados a la santidad. Pedro Muñoz-Seca, dramaturgo. «Dios sobre todo».

Son, ochenta años después de su martirio, 14 religiosos del clero diocesano, 8 agustinos, 5 maristas, una franciscana clarisa y 16 seglares, entre ellos el mencionado Pedro Muñoz-Seca, Ricardo de la Cierva y Codorniú, los hermanos veinteañeros Manuel y Diego Mac-Crohon Jarava, y tres mujeres. Pocas mujeres para tantos hombres, prueba de que aún no existía en la República el Ministerio de la Igualdad. En el futuro vendrán los niños, los hijos de militares atravesados por las balas del odio cuando no habían cumplido los catorce años de vida. Como era de esperar, ningún medio de comunicación se sintió interesado por el primer paso hacia la santidad de 44 mártires de la Iglesia. Y menos aún, las representaciones oficiales, si bien los familiares de los difuntos y fieles venidos de toda España llenaron la catedral de Alcalá. De haber perdido el complejito de inferioridad, las autoridades ausentes no hubieran tenido asiento reservado. El Postulador legítimamente constituido en la Causa de los Siervos de Dios, el padre don Fernando Rojo Martínez, se sentía feliz con su primer paso cumplido.

Es lógico que para los informativos de las cadenas de televisión capitalistas –incluidas la Sexta y la Cuatro– un acto como éste carezca de interés. Los que redactan y presentan las noticias son más descendientes de los que mataron que de los que murieron, y ochenta años después de la masacre siguen avergonzados intentando borrar la ceguera criminal de los verdugos y la serena muerte de las víctimas. Con el terrorismo sucede lo mismo. Y es igualmente lógico que los representantes de los partidos que asesinaron a los cristianos no se sintieran cómodos en el austero acto del camino a la canonización de los mártires. En el fondo ¿qué son y que significan 44 nuevos santos de la Iglesia? Nada, absolutamente nada comparados con los acontecimientos importantes que se acumulan en España. Por ejemplo, y de ello me congratulo, la posible producción de una película que recordará la figura de Rocío Dúrcal.

La derecha liberal española, el conservadurismo, desprecia a sus mártires. El sábado, desde el Obispo a los notarios de la Causa, juraron públicamente ante las Sagradas Escrituras su lealtad a la verdad y su rectitud en el juicio. La Iglesia es lenta, pero segura. Y jura, no promete, como la gran manipuladora. No olvida, como ha hecho la España oficial, el sacrificio de aquellos miles de españoles que cayeron acribillados al grito de «Viva Cristo Rey, y Viva España». Una parte del sector conservador es tibia con el concepto de España y resueltamente adversa al humanismo cristiano. En el PP y en Ciudadanos, aquellos santos de Paracuellos y de la diócesis de Alcalá producen mucha incomodidad. Y los medios de comunicación se sienten incómodos. No me figuro a Ferreras dedicando un minuto a la memoria de aquellos héroes de Dios y de España.

Me sentí feliz, emocionado y orgulloso, sabiéndome sangre de la sangre derramada. Y hoy, ya con la calma que la noche procura, me felicito por la ausencia de los medios de comunicación en la Causa de Canonización de los Mártires de 1936. Al fin y al cabo, 44 nuevos santos no es número para que los periódicos cercanos al cristianismo se ocupen de esa minucia.