Investigación científica

No me maltrates

La Razón
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Maltratar a un animal es de «bestias» con perdón de los las mismas. ¿Es un rasgo psicopático, de mala leche, o de ambas? ¿Qué le pasa a un ser humano por la cabeza para maltratar a un animal que no le ha hecho nada? Es comprensible que a alguien no le gusten los perros o los gatos (hay quien los aborrece), o cualquier otro animalito, pero de ahí a maltratarlos, torturarlos, abandonarlos o matarlos... Ni que fueran serpientes venenosas que estuvieran atacando a un bebé indefenso. La madurez consiste, además de no hacer algo que no nos guste, en mostrar respeto por ese «algo». Quienes maltratan animales quizá lo hagan como «venganza» o como catarsis –espantosa, por cierto–, al no poder lidiar con el verdadero problema que anida en su interior. Los psicópatas de manual, de pequeños, suelen «entrenarse» con animales. La empatía es la característica que nos humaniza y hace que tratemos a los demás como queremos ser tratados. Claro que si tenemos en cuenta el egoísmo que campa a sus anchas en la sociedad, no debería extrañarnos el punto al que hemos llegado (Caín contra Abel). Si bien, paradójicamente, contrasta con el interés de otras personas por erradicar esa lacra: en este caso, Abel defendiéndose de Caín. Para muchos, los animales carecen de alma (¿acaso no es eso la vida?). Empero, a muchas personas mayores, enfermas o con discapacidad, un perro, un gato u otro animal les despista de su soledad y les dan ánimos para seguir viviendo. Cuidar de otro ser vivo nos incrementa la felicidad. Tal vez, esos que abandonan perros en las estaciones de gasolina –puede que también olviden a los abuelos en los hospitales–, ignoren que se están perdiendo mucha felicidad y que el karma les perseguirá: quien no sabe respetar a un ser vivo, en la siguiente vida se reencarnará en uno de su especie, así sabrá cómo se siente (es la ley del Karma según los hindúes). Sólo por amor a la vida, maltrato cero.