Alfonso Ussía

Sobrevuela

Escribí después del Mundial de Brasil un áspero artículo contra Messi. Estaba hecho polvo. No fui justo ni respetuoso. Messi me toca las narices, porque soy madridista. Y me las toca porque no hay futbolista en el mundo como él. Ha ganado la Liga solo, está el «Barça» en la final de la Copa de Europa gracias a él, y ganará el Barcelona la Copa del Rey porque Messi juega. Ha hecho una temporada insuperable, para quitarse el sombrero, el gorro o el chambergo. Y me duele reconocerlo.

He tenido la suerte de ver jugar a Di Stéfano, Puskas, Kubala, Cruyff, Bekenbauer, Charlton, Maradona, Pelé, Garrincha... Todos ellos excepcionales. Sin forofismo, creo que el mejor de todos fue don Alfredo. Pero sin Di Stéfano el Real Madrid podía ganar. Sin Messi, el Barcelona pierde un cincuenta por ciento, como poco. Cristiano Ronaldo es un grandísimo futbolista, un goleador impresionante y un profesional intachable, pero no tiene la calidad futbolística de Messi. Y también me duele reconocerlo.

Messi hace mejores a los demás. Neymar sin Messi sería en el fútbol europeo un caro juguete roto. Messi se las pone a huevo, como escribió un fino cronista de fútbol de la década de los sesenta. «Amancio se la puso a Grosso a huevo, y Grosso disparó al segundo anfiteatro». La parcialidad no puede convertirnos en invidentes. El Real Madrid, que ganó brillantemente la pasada Copa de Europa y perdió lamentablemente el Campeonato de Liga, ha hecho este año lo segundo y no lo primero. «Nos falta algo», dijo Di Stéfano. Creo que inteligencia futbolística. El Real Madrid tiene tres o cuatro jugadores con excepcionales dotes deportivas y muy escasas capacidades mentales. No escribo sus nombres porque están en la boca de todos los que saben de fútbol, que no es nada complicado. Lo complicado es saber de música, o de matemáticas, o de medicina. Cuando hice la Mili, me quedé maravillado con la sabiduría futbolística de un cabo de la Policía Militar que era completamente necio. El que ha jugado al fútbol y ha visto mucho fútbol termina entendiendo de fútbol aunque no aspire a ello. Y en el fútbol, como en todas las actividades, profesiones y deportes, hay que ser inteligente. Hasta en el boxeo, esa brutalidad. El tonto siempre termina por hacer el tonto, y en el Real Madrid los tontos nos están haciendo la puñeta.

Vuelvo a Messi, que me cae fatal. No creo que haya existido un futbolista como él. Hago cuentas y me salen mal. Que jugará, al menos, cuatro o cinco años al mismo nivel. Desastroso porvenir. Bernabéu, cuando le recomendaban a un jugador que no conocía, pedía una foto. «Tiene cara de tonto. Prohibido ficharlo». El detalle que marca al tonto es el corte de pelo. Cuando un futbolista es un genio, puede llevar el pelo como guste. Pero normalmente, lo lleva igual que un señor normal que pasea por la calle. Y con el pelo, los tatuajes. Hay deportistas que parecen modelos de empresas dedicadas a los tatuajes. Metió un gol en la Copa de Europa un joven jugador del Real Madrid apellidado Portillo. Lo conocían como el «Killer de Aranjuez». Muy ridículo todo. A los dos meses de meter ese gol se cortó el pelo como el Pájaro Loco. Y Di Stéfano lo comentó: «¿Y ese pelo, si todavía no ha hecho nada de nada?».

Como nos hallamos en plena campaña electoral y hay que estar al lado de la noticia, escribo de Messi, de lo mal que me cae, de lo bueno que es, de los disgustos que me proporciona y de la desesperanza que me causa su rendimiento. Si juega la temporada que viene como en la que está a punto de terminar, lo tendremos crudo.

Me equivoqué bastante. Y entiendo de fútbol. Me duele reconocerlo.