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La importancia capital de la CNMV

La Razón
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Confianza, seguridad, trabajo, eficacia, transparencia. Unos términos que ayer se repitieron en el discurso de Elvira Rodríguez, durante su intervención en el Foro «LA RAZÓN de...», y que están de plena actualidad ante los convulsos días que nos esperan tras el envite populista de Alexis Tsipras contra la eurozona. La presidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), una institución relativamente joven, con una historia de 26 años y en sintonía con el resto de organismos «hermanos» de la UE, tiene un cometido claro: el control de los mercados de valores en España para evitar «terremotos» como los sufridos en el pasado. En la matriz de todo, la protección de los inversores, auténticos motores de los mercados de valores, y de un sector financiero que está en la misma base de la economía.

Como apuntó en su discurso Elvira Rodríguez, lamentablemente, en ocasiones, se alude a la financiación como a algo ajeno. Nada más erróneo. La correcta financiación de la economía es imprescindible. Es clave para la prosperidad de todos, para la generación de riqueza y empleo, y también para que sus beneficios alcancen a los más desfavorecidos en forma de Estado del Bienestar.

Los últimos esfuerzos del Banco Central Europeo (BCE), en pos de una mayor imbricación de los distintos reguladores nacionales, a fin de evitar situaciones y crisis como las vividas en el pasado reciente, de contagio en cascada, en lo que se ha definido como un «efecto sistémico», están en la primera línea de la agenda de trabajo de los responsables financieros de toda Europa. Prácticas como la búsqueda de un beneficio inmediato han de quedar desterradas. Se ha de trabajar a conciencia y se deberá construir con cuidado y con transparencia. De una manera segura y sostenible. De ahí que, del mismo modo que el BCE y los bancos centrales se esfuerzan en aumentar los autocontroles, desde los reguladores de los mercados de capitales de la Unión Europea se apueste por un proyecto igual de ambicioso: desarrollar una legislación para toda la zona euro que trabaje en favor de la estabilidad y el crecimiento sin sobresaltos financieros. Un organismo, en definitiva, que construye su arquitectura sobre la confianza, como no se cansó de repetir la presidenta de la CNMV. Una confianza que es un bien intangible, difícil de alcanzar pero muy fácil de perder. La CNMV trabaja para mantener esa confianza. Para acrecentarla. Al otro lado de su trabajo están los inversores y también los ahorradores. Sin ellos sería difícil construir progreso y desarrollo. De ahí que el trabajo de la CNMV tenga una importancia tan capital: son los garantes de que se cumplan las reglas del juego. Sin atajos, con transparencia. Para que fluyan capitales y confianza.