Agencia Espacial Europea

Así fue el último suspiro de Rosetta

Tras analizar todas las imágenes recopiladas, los científicos de la ESA elogian la precisión de la sonda y el valor de la información transmitida

Última imagen enviada por Rosetta
Última imagen enviada por Rosettalarazon

Cuando un grupo de serios y austeros científicos habla de una pequeña nave con la pasión con la que lo hace de Rosetta, cuando le dedica tantos comunicados y tantos elogios, es que la nave y su misión son especiales. Y la que el paso 30 de septiembre culminó posándose en un cometa de tan poco romántico nombre como el 67P/Churyumov-Gerasimenko desde luego es distina a los demás. Desde luego, por las peripecias que ha vivido pero, también, por los resultados de la aventura.

Este jueves el equipo de investigadores de la Agencia Espacial Europea (ESA) hizo el último balance de lo conseguido, y anunció que después de recopilar toda la información se podía concluir que Rosetta había «recopilado imágenes y datos sin precedentes».

Según la cronología de sus últimos momentos antes de «suicidarse» sobre el cometa, como estaba previsto, la señal de Rosetta desapareció de las pantallas del control de la misión de la ESA a las 11:19:37 GMT, confirmando así que la nave había llegado a la superficie del cometa y que se había desconectado 40 minutos antes, a 720 millones de kilómetros de la Tierra.

Una de las últimas informaciones transmitida procedía de sus sensores de navegación, informando de un ‘gran objeto’ situado en su campo de visión: el horizonte del cometa. Al reconstruir el descenso final se vio que la sonda aterrizó suavemente en la superficie a tan solo 33 m del punto previsto. «Este nivel de precisión vuelve a demostrar el excelente trabajo realizado por los especialistas en dinámica de vuelo participantes en la misión», explica la ESA en un comunicado.

El lugar del aterrizaje, situado dentro de una antigua fosa en la región de Ma‘at, en la ‘cabeza’ del cometa, recibió el nombre de Sais en honor a la ciudad donde fue descubierta la Piedra de Rosetta original.

Se tomaron numerosas fotografías de la fosa colindante, «capturando increíbles detalles de sus paredes estratificadas, que contribuirán a descifrar la historia geológica del cometa». «La imagen final fue tomada a unos 20 m por encima del punto de impacto. Además, recogieron datos una serie de instrumentos de análisis de polvo, gas y plasma», explican los científicos.

A medida que la sonda se acercaba a la superficie, se fue viendo cómo aumentaba la presión del flujo de gas procedente del cometa. Los diferentes rastreos revelaron temperaturas de entre −190 y −110 ºC a unos pocos centímetros por debajo de la superficie. Es muy probable que esta variación se deba a sombras y a la topografía local a medida que Rosetta sobrevolaba el cometa.

De las cucharadas a las bañeras

La última medición de emisiones de vapor de agua tuvo lugar el 27 de septiembre y se estima que el cometa emitía el equivalente de dos cucharadas de agua por segundo. Durante su periodo más activo en agosto de 2015, los cálculos llegaban al equivalente de unas dos bañeras de agua por segundo.

Las primeras indicaciones de las lecturas espectrales no muestran diferencias significativas en la composición de la superficie a las altas resoluciones obtenidas durante el descenso, y tampoco se hallaron pruebas obvias de pequeñas acumulaciones de hielo cerca del punto de aterrizaje.

Las mediciones también sugieren un aumento en el número de minúsculos granos de polvo, posiblemente de una millonésima de milímetro, cerca de la superficie.

La última observación de la coma de gas que rodea al cometa tuvo lugar el día antes del descenso final, confirmando que seguía emitiéndose dióxido de carbono, incluso a mayores distancias que cuando el cometa se acercaba al Sol.

Durante las últimas mediciones del campo magnético interplanetario y del viento solar reinaron unas condiciones estables, ofreciendo valores de fondo ‘tranquilos’ que resultarán importantes para la calibración.

A unos 2 km por encima de la superficie se observó un descenso en la densidad del plasma del cometa, sin que se detectaran escapes de gas locales en las fosas de Ma‘at, explica la ESA.

Las mediciones del campo magnético hasta unos 11 m por encima de la superficie del cometa confirmaron las observaciones previas, que indicaban su naturaleza de cuerpo no magnético.

Durante el descenso no se recogieron grandes partículas de polvo, un resultado ya interesante en sí mismo. Las primeras impresiones indicaban que la producción de vapor de agua era demasiado baja para levantar de la superficie granos de polvo por encima de un tamaño detectable.

“Es estupendo contar con estas primeras informaciones procedentes del último conjunto de datos de Rosetta —reconoce Matt Taylor, científico del proyecto Rosetta de la ESA en el comunicado de la agencia—. Las operaciones terminaron hace más de dos meses y ahora los equipos de los instrumentos están inmersos en el análisis de los enormes conjuntos de datos recopilados durante los más de dos años de Rosetta junto al cometa”.